LITURGIA SEMANAL 3ª semana de adviento

LITURGIA SEMANAL 3ª semana de adviento


Lunes 14 de diciembre    San Juan de la Cruz  (MO)
Mateo 21,23-27   Jesús entró en el Templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, para decirle: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esa autoridad?”

Jesús está enseñando en el templo, con una autoridad que los Sumos Sacerdotes y los An-cianos del pueblo no tenían, pues no hacían lo que decían, y sus simpatizantes se estaban marchando con Jesús, que  con sus dichos y acciones, desafiaba la autoridad de los jefes reli-giosos, dejando al descubierto su pecado.
Para atacarlo, estos buscan cuestionar su autoridad: si no viene de familia sacerdotal ni salió de ninguna famosa escuela de escribas, ¿por qué hace lo que hace? Pero Jesús los conoce, y pone un argumento irrefutable: lo que viene de Dios se hace evidente por sí mismo.
Cuando nos quedamos en nuestros planes, gustos y apetencias, no buscamos la voluntad de Dios y si no entendemos el arrepentimiento que predicaba Juan Bautista, tampoco entraremos en la gracia que Jesús vino a traernos.

Martes 15 de diciembre
Mateo 21.28-32  “¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?“

Jesús compara a los fariseos al segundo de los hermanos de la parábola, quien aparentemente ama a su padre pero en realidad ni le ama ni le obedece. Ellos, igualmente, tras su aparente religiosidad y su permanente presencia en el templo, tampoco demostraban un amor ver-dadero a Dios, puesto que no cuidaban de aquello que para el Padre es lo más importante: sus hijos. Por el contrario, muchos de quienes entonces ni respetaban las tradiciones ni fre-cuentaban el templo, sí se cuidaban de los demás: eran, por lo tanto, ‘de los de Jesús’ aunque no lo parecieran. De ahí su durísima frase: ‘En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios’. Se enfrentaba así, Jesús, una vez más a los po-derosos para defender la verdad, a sabiendas de que con ello él se quedaba en una posición aún más difícil de la que ya tenía.
Estas palabras fueron dichas por Jesús hace XXI siglos, para quienes le escuchaban entonces. Pero, si también quedaron recogidas por escrito en el Evangelio, fue para que las leyésemos hoy nosotros. Porque nosotros, como aquellos fariseos, en muchas ocasiones podemos mostrar una enorme falta de coherencia, entre el cristianismo que decimos profesar y nuestro comportamiento en la vida.

Miércoles 16 de diciembre
Lucas 7,19-23   ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? Entonces [Jesús] respondió a los enviados: ‘Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído…’

Juan ha escuchado la obra profética de Jesús en Galilea, y envía a preguntarle si es el Mesías, el esperado. El Mesías esperado por los discípulos de Juan era más que todo un rey na-cionalista que iba a liberar al pueblo de Israel del poder de los romanos.
Jesús, con sus acciones, les da testimonio de que realmente es el Mesías. Para esto les hace "ver y oír".
Luego los envía a dar testimonio de lo que han visto y oído. Jesús no es principalmente dis-cursos y promesas, sino acciones concretas.
Dar testimonio de Jesús y de su proyecto es nuestra misión hoy. Jesús es el Mesías y hace una opción concreta: los necesitados; ellos son los primeros destinatarios de la Buena Noticia. Nosotros ¿Realmente estamos optando por los necesitados?  ¿con qué acciones concretas estamos dando testimonio de lo que vemos y oímos cada día de Jesús?
 “Señor Jesús, te reconocemos como el que nos ha traído vida y vida en abundancia. Fortalece nuestra fe, Señor, para que seamos capaces de vivir más plenamente la vida que tú ganaste para nosotros.”

Jueves 17 de diciembre
Mateo 1,1-17    “Genealogía de Jesucristo, Hijo de David…”

Evangelio de Mateo se abre con lo que, para muchas personas, es una extraña introducción: una genealogía. Lo que Mateo está tratando de hacer es colocar el nacimiento de Jesús en el contexto de toda la historia judía de la época, desde Abraham hasta el nacimiento de Jesús.
Según el Evangelio de S. Mateo, Cristo viene a salvar a su pueblo de los pecados. Pero este Jesús no cae del cielo, sino que pertenece a la estirpe humana con sus luces y sombras.
El salvador anunciado pertenece al pueblo hebreo y es el que debía venir. Por eso se lo vincula a David y Abraham. Para la simbología judía, el número catorce corresponde al rey David. Así el Evangelio nos lleva a mirar la historia de Israel, marcada por periodos de catorce generacio-nes y cargada de la expectativa del Rey Mesías, que trae la salvación.
Hacia ese rey dirigimos nuestra mirada en estos días. En este tiempo de Adviento, vale la pena que nos preguntemos por  nuestra propia historia, para poder ver  y comprender que la luz de Dios se va abriendo paso entre nuestra realidad, con sus luces y sombras.  ¿Cuál es el mensaje que tú descubres en la genealogía de Jesús?  

Viernes 18 de diciembre
Mateo 1,18-24 La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: ‘Dios con nosotros’.

En el Evangelio según Mateo, la llegada e infancia de Jesús está vinculada a la persona de José, el prometido esposo de María. Hoy, contemplando la figura de José, podemos ver la acción de alguien que quiere vivir su vida rectamente, en justicia… que escucha lo que el Se-ñor le dice y que es capaz de responder con generosidad a su llamada. El actuar de san José tiene consecuencias que favorecen a María y al niño que nacerá; le da a Jesús la pertenencia a una familia y a un pueblo, por tanto, le da una identidad y un lugar en la sociedad.
 Dios entra de lleno en la existencia humana y terrenal, y lo hace con la colaboración del varón justo, que obra en todo “para que se cumpla la Escritura”.
Hoy a la luz de la figura de José nos podemos preguntar: ¿Cómo descubrimos el llamado de la Palabra de Dios en los hechos de nuestra vida? ¿Cómo estamos respondiendo a ese llamado?

Sábado 19 de diciembre
Lucas 1,5-25  “Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia. Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo”.

Zacarías, casado con Isabel,  era sacerdote del templo de Jerusalén. Su esposa era estéril  y de edad avanzada. Lo que más resalta en Zacarías, cuando se entera que su esposa va a ser madre, es su incredulidad. Llama la atención que siendo sacerdote del templo de Jerusalén es incapaz de reconocer la acción de Dios en su propia vida. Nosotros muchas veces asumimos la misma actitud de Zacarías, necesitamos hechos que nos lo constaten. Asumir el plan de Dios en nuestras vidas implica un riesgo, la única seguridad que encontramos son las Palabras de Jesús que no nos abandona.
En el anuncio del nacimiento de Juan aparecen signos de su consagración: no beberá vino y estará lleno del Espíritu. Pero su misión no estará ligada al gobierno ni a las luchas, como en el caso de Sansón, sino a la profecía. Por esa razón, este anuncio evoca el poder del profeta Elías: preceder, reconciliar, atraer y preparar. La alegría de la presencia del niño-profeta se expresa por labios de su madre Isabel, que reconoce gozosa el plan de Dios.
¿Cómo resuena este relato en nuestras vidas? Cuando le pedimos algo a Dios, ¿cómo reac-cionas cuando esa promesa tarda en cumplirse?

Domingo 20 de diciembre   (4º de adviento B)
Lucas 1,26-38  “Hágase en mí tu Palabra”

Hay algo que se destaca en la lectura del evangelio  de hoy y es la absoluta disponibilidad que tiene la Virgen frente a ese designio, a esa invitación que le hace Dios Padre a través del ángel: ser la madre de Jesús. No sabemos si María entiende del todo lo que está ocurriendo, pero le basta saber que lo que viene, viene de Dios para abandonarse y confiar, dejarse llevar por el amor de Dios y hacerse toda obediente y toda disponible.
Y qué lindo en el día de hoy poder pensar en estas actitudes, Poder también nosotros seguir descubriendo cuáles son aquellas cosas que no se corresponden con Dios y dejarlas de lado como hizo la Virgen María. Hacernos disponibles para recibir la Buena Noticia de un Dios que nos trae la salvación y no se deja ganar en generosidad.
Hacer el último esfuerzo del adviento y preparar el corazón para la Navidad: examinar cuáles son las cosas que no podemos seguir viviendo, si queremos ser hijos de Dios.
Después, postrarnos delante de la voluntad de Dios y decirle “Sí, en Vos confío, haz lo que quieras conmigo”.


ORACIÓN A SAN JOSÉ

Glorioso patriarca san José,
cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles,
ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad.
Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y
difíciles que te confío, para que tengan una buena solución.
Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti.
Que no se diga que te haya invocado en vano y,
como puedes hacer todo con Jesús y María,
muéstrame que tu bondad, es tan grande como tu poder.
Amén.