LITURGIA SEMANAL - 34º SEMANA DURANTE EL AÑO

34º  SEMANA DURANTE EL AÑO
   

Lunes 22 de noviembre   Santa Cecilia (MO)
Lucas 21, 1-4: “… Jesús vio … a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir»

En el Templo de Jerusalén, Jesús está a punto de iniciar su último gran discurso. Un hecho capta su atención: una pobre mujer viuda echa dos moneditas en el limosnero que recoge las ofrendas para el tesoro del Templo. Jesús queda admirado, viendo lo que hace esta viuda. Ve algo en ella que le recuerda lo que conoce de su propio Padre del cielo: el amor hasta la entrega total, sin segundas intenciones y con el solo deseo de amar y dar gloria a Dios. Jesús contempla lo que Él mismo está a punto de hacer: darlo todo, entregarse hasta el extremo. Tal vez, de esa viuda generosa, el mismo Jesús toma el impulso final que lo llevará a donar su propia vida para la salvación de todos.
Nosotros también contemplamos a esa mujer anónima y, con Jesús, reconocemos en su gesto la llamada de Dios a convertirnos en don de nosotros mismos. Al llamar la atención de los discípulos hacia el gesto de la viuda, Jesús les enseña, a ellos y a nosotros dónde debemos procurar ver la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en los pobres y en el compartir.
Jesús: al contemplar a esta humilde mujer de pueblo que, por amor, dio todo lo que tenía para vivir, te pido su misma generosidad, su mismo espíritu de adoración y de servicio. Amén.

Martes 23 de noviembre

Lucas 21,5-9   “Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder? Jesús respondió: Tengan cuidado, no se dejen engañar…”

Un comentario al pasar, sobre la solidez y magnificencia del templo de Herodes el Grande, despierta en Jesús una palabra directa y dura: no quedará nada de todo esto, todo será destruido. El miedo sobreviene en sus oyentes y, de ahí, la pregunta por cuándo sucederá esa desgracia, y qué señales la anunciarán. La respuesta del Señor elude esas cuestiones y apunta en otra dirección. Es importante estar muy atentos para no dejarnos llevar por mesianismos que no vienen de Dios
Lo iremos comprendiendo en los próximos días. Basta saber hoy que siempre habrá tiempos tormentosos. Y Jesús nos lo advierte: “cundo oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin” Así es la historia de los hombres. No hay que apresurarse a sacar conclusiones. La historia está en las manos de Dios. En Él confiamos.

Miércoles 24 de noviembre   San Andrés Dung-Lac y compañeros mártires  (MO)

Lucas 21.10-19: “Jesús dijo a sus discípulos: Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados … a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. …  Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

No sabemos cómo será nuestra reacción ante las situaciones que describe el Evangelio. Sólo nos queda, desde ahora, preparar nuestra vida, siendo desde ya perseverantes. Nuestra fidelidad a Dios no se hace de un día para otro, sino que se construye desde las entregas diarias y las ofrendas pequeñas.
El Ejemplo del joven sacerdote vietnamita, Andrés Dung-Lac, cuyo martirio, y el de sus compañeros, conmemoramos hoy,  son el mejor comentario a las palabras de Jesús que escuchamos en el Evangelio, sobre todo, a esa certeza que nos transmite: “esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí”. En medio de las tribulaciones y persecuciones, no nos  faltará su presencia y su gracia.

Jueves 25 de noviembre
Lucas21,20-28: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. .. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas; … porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”.

En el año 70 DC, la ciudad de Jerusalén con su hermoso templo fueron destruidos por las legiones romanas. Así pagó Roma la rebeldía del pueblo judío. Fue una gran tribulación para los creyentes. Jesús lo profetiza, pero ni siquiera este evento tan devastador puede ser tomado como una señal del fin de todas las cosas. Si, es una advertencia de que hay que aprovechar el tiempo y tomar una decisión. Jesús llama a estar muy atentos a los sucesos y a los signos, porque el fin no ha llegado aún. El fin verdadero se revelará en Cristo, descendiendo como salvador y liberador … Él es el Hijo del hombre que, precisamente en Jerusalén será entregado y crucificado. Ante Él hay que decidir la vida. Él con su Pascua, nos trae la verdadera libertad.

Viernes 26 de noviembre
Lucas 21,29-33: “… Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.

Este texto nos indica simplemente que antes de la venida gloriosa de Jesús habrá algunos signos que los creyentes podrán descubrir si miran las cosas desde la fe. Así como uno descubre la llegada de la primavera cuando ve que las higueras comienzan a brotar y anuncian la explosión de vida nueva, de la misma manera tenemos que imaginar la venida gloriosa de Jesús como una explosión de vida plena y de luz, como un canto de esperanza.
Pero por más que podamos ver signos, no conocemos el día ni la hora. A través de ellos no podemos tener certeza sobre el momento exacto de la venida del Señor.   Los signos nos sirven para prepararnos, para no vivir como si este mundo nunca fuera a terminar.  El mundo cambia. Todo pasa. Sólo las palabras de Jesús permanecen para siempre. Sobre ellas edificamos nuestra vida. Esas palabras, escuchadas con fe y obedecidas con decisión, le dan solidez a nuestra existencia de hombres libres. De tanto en tanto, la vida de la Iglesia se ve sacudida por crisis y tormentas diversas. Es tiempo de volver a la palabra de Jesús. De volver al Señor y renovar nuestra fidelidad a su Evangelio.
"Señor, ayúdame a recordar que todo se acaba, que debo gozar de las cosas sabiendo que no son eternas y que no son ellas el centro de mi corazón, porque fui creado para ti, y mi corazón sólo estará satisfecho cuando descanse en ti".

Sábado 27 de noviembre

Lucas 21,34-36: “Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, … Estén prevenidos y oren Incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre”

Hoy concluimos el año litúrgico. Y lo hacemos recibiendo del Señor la invitación a estar atentos, vigilantes y prevenidos, porque es muy fácil distraernos y las cosas que nos rodean pueden desviar nuestra meta, que es vivir el Reino de Dios. Nosotros sabemos bien qué significan las palabras de Jesús: abrir el corazón a las sorpresas de Dios a través de una oración humilde, sincera y profunda. La imagen final que nos ofrece el Evangelio es para rumiar precisamente en la oración contemplativa: Jesús, durante el día enseñaba en el Templo, y por la noche se retiraba al monte llamado de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para ir al Templo a escucharlo. Es lo que hemos querido hacer durante este año. Es lo que queremos hacer siempre: escuchar su Palabra. Lo único necesario.

FINALIZA EL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Domingo 28 de noviembre     (1º de adviento ciclo C)
Lucas 21,25-28.34-36: “… Cuando empiecen a suceder estas cosas, anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán liberados. .. Permanezcan vigilantes, orando en todo tiempo para que puedan escapar de todas esas cosas que van a suceder, y para que puedan presentarse delante del Hijo del Hombre.

Comenzamos a caminar el Adviento. El Señor está viniendo a nosotros. ¡Salgamos a su encuentro! La primera parte de este hermoso tiempo litúrgico está dominada por la esperanza grande que sostiene nuestra vida: el Resucitado, vencedor de la muerte, vendrá a consumar su obra. Por un lado, el mundo, una y otra vez, experimenta miedo y pavor al contemplar la fragilidad de todo lo humano o la violencia que, de tanto en tanto, parece tener la última palabra sobre la historia. Los creyentes y discípulos de Jesús no escapamos de esta experiencia, pero tenemos una certeza, dada por el mismo Señor. Es la que proclama este evangelio, y la que está en el centro de la espera del Adviento: lleno de poder y de gloria, el Hijo del hombre, Jesús el Señor, está viniendo a nosotros. De Él proviene nuestra confianza, el ánimo que vence todo temor y la esperanza que sostiene nuestra vida.