34º SEMANA DURANTE EL AÑO

Lunes 21 de noviembre     Presentación de la Bienaventurada Virgen María  (MO)

Lucas 21,1-4:  “Después, levantado los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que a nadie. Todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir».

 

En el templo, Jesús acaba de poner en guardia a los que lo escuchan, respecto al comportamiento de los escribas que alardean haciendo largas oraciones, pero oprimen a las viudas. Mientras habla, observa a algunos ricos que hacen su ofrenda con ostentación, y a una pobre viuda que arroja dos pequeñas monedas de cobre en el tesoro del templo. El gesto y la cantidad de esta pobre viuda es totalmente insignificante, en comparación con lo que han dado los ricos. Pero ese gesto, despreciable según la lógica del mundo, es reconocido como eterno por el Señor. Esa mujer ha dado todo a Dios, no ha retenido nada para sí misma. De hecho, su gesto no nace de un protagonismo calculado, sino solo del amor a su Dios. Realmente lo ama con toda su alma, con todas sus fuerzas, con todo su ser, hasta dar todo lo que tiene para vivir. El amor hace inmortal ese gesto, así como hace inmortal toda palabra y toda acción buena a favor de los débiles y de los pobres.

Mira, Señor nuestro corazón egoísta, apegado a los bienes; sánalo. Coloca en él algo de tu generosidad desbordante que te llevó a entregarlo todo en la cruz. Tú que sabes lo que es darse así mismo, enséñanos, Señor.

 

Martes 22 de noviembre    Santa Cecilia (MO)

Lucas 21,5-9: “Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». Ellos le preguntaron» «Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va suceder?». Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: "Soy yo", y también: "El tiempo está cerca". No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.

 

Con este pasaje comienza el discurso de Jesús sobre el fin de los tiempos. Pero Lucas, Mateo y Marcos, consideran que los "últimos días" se inician ya con Jesús. Entonces, es inútil continuar retrasando el momento de la conversión, esperando quizás otro momento oportuno. El momento de creer en el evangelio es hoy.  Jesús dice claramente que la garantía del futuro, de la salvación, no está en el magnífico edificio del templo, en las construcciones humanas, aunque sean religiosas, sino solo en Dios. Jesús exhorta a los discípulos a no desperdiciar los días que pasan no vuelven más.  Por eso, es necesario estar atentos ante los falsos profetas, ante las modas y ante las costumbres de este mundo, para recibir al único maestro de nuestra vida, el Señor Jesús, y a nuestra única profecía, el evangelio. En esto está contenida toda nuestra salvación.

Señor, en nuestra vida hay muchas cosas bellas y santas  que tú nos regalas para que nos encontremos contigo, Pero ayúdanos para que no las confundamos contigo, para que nuestro corazón no se quede en ellas, sino que lleguemos a ti, te amemos y te adoremos por encima de todo.

 

Miércoles 23 de noviembre

Lucas 21,10-19:Después les dijo: Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

                

El texto evangélico utiliza el  lenguaje apocalíptico para describir los "últimos tiempos". Al leer esta página, viene a la mente cuanto ha sucedido en el curso del último siglo: nunca se han visto tantas tragedias, guerras, genocidios, violencias increíbles, carestías devastadoras. ¡Y cuántas persecuciones se han abatido contra los creyentes! Es altísimo el número de los mártires de toda confesión cristiana, pero también de otras religiones. Podemos decir que el siglo XX ha sido el siglo de los mártires. Ellos dejan al nuevo siglo una herencia de fe para cuidar y para imitar: continúan testimoniando a todos nosotros, a menudo, ablandados por una cultura que consume todo para lograr un bienestar individual, que el Evangelio es el tesoro más precioso que nos ha sido donado y que debemos transmitir al mundo. El mal cree que los ha derrotado, pero ellos, con su sacrificio, con su sangre y con su resistencia al mal han salvado el siglo de la barbarie y ahora viven en el corazón de Dios.

Señor, danos un espíritu firme, regálanos fortaleza y solidez interior para que no nos domine el miedo a las contrariedades, para que no neguemos lo que creemos cuando nuestros propios seres queridos desprecien nuestra fe y nuestro amor por ti

 

Jueves 24  de noviembre    San Andrés Dung-Lak y compañeros mártires (MO)

Lucas 21,20-28: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima…  Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”.

 

La totalidad del relato evangélico de hoy está en un evidente simbolismo apocalíptico. Parece que todo termina, da la sensación que "todo se cae". ¡Cuántas veces percibimos esto en la vida de nuestra familia, de la Patria y del mismo planeta.  Por un lado o por otro, por una circunstancia particular experimentamos la "conmoción astronómica" sobre nuestras cabezas. Son pequeños, medianos o grandes apocalipsis que nos dejan perplejos. En medio de esta realidad, debemos fijarnos en las frases finales del texto. Por un lado, la presencia solemne y soberana del Hijo del Hombre: En Él ponemos nuestra confianza.  Por otro lado, las palabras tranquilizadores que dice: “Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”                    

Ayúdanos Señor, a recordar que todo es transitorio, que todo termina, que todo tiene un final, para que no nos aferremos a nada como si fuera definitivo y eterno. Sólo tú, Dios nuestro, eres definitivo y eterno, tú eres el sentido inagotable de nuestra vida.

 

 Viernes 25  de noviembre

Lucas 21, 29-33: “Y Jesús les hizo esta comparación: «Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.  El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

 

El mundo cambia. Todo pasa. Las palabras de Jesús permanecen para siempre. Sobre ellas edificamos nuestra vida. Esas palabras, escuchadas con fe y obedecidas con decisión, le dan solidez a nuestra existencia de hombres y mujeres libres. De tanto en tanto, la vida de la Iglesia se ve sacudida por crisis y tormentas diversas. Es tiempo de volver a la palabra de Jesús. De volver al Señor y renovar nuestra fidelidad a su Evangelio.

 

Una vez más el Señor nos regala una parábola para que crezcamos en espíritu de discernimiento, la higuera o la mayoría de los árboles de contexto palestinense comienzan a dar fruto en primavera. Esta observación biológica, propia de la botánica, debe ayudamos a comprender el discernimiento espiritual que hay que aplicar a las cuestiones de la vida. Observar los signos de los tiempos donde Dios late en medio de las circunstancias de la historia. Tanto las buenas como las malas. Dios algo está diciendo, Dios a algo nos está invitando. Es bueno preguntarse y dejarse interpelar por la realidad. ¡Que seamos hombres y mujeres de verdadero discernimiento cristiano para el servicio de la Iglesia y del mundo!

Señor, ayúdanos a recordar que todo se acaba, que debemos gozar de las cosas sabiendo que no son eternas y que no son ellas el centro de nuestros corazones, porque fuimos creados para ti y nuestro corazón estará satisfecho solamente cuando descanse en ti

 

Sábado 26  de noviembre

Lucas 21,34-36: “Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante del Hijo del hombre».

 

Ante toda la realidad apocalíptica que venimos compartiendo corremos el riesgo de dejarnos aturdir. Por eso Jesús nos previene. Las preocupaciones de la vida pueden embotarnos y cerrarnos. Nos quedamos anclados en las coyunturas y no vemos la presencia de Dios en las realidades. Nos resistimos al Espíritu y no hacemos el discernimiento necesario. Creemos que el mal es más fuerte y nos ofuscamos viendo solo lo negativo sin abrirnos a la presencia de Dios. Para que no nos pase todo esto el Señor nos recuerda que tenemos que estar prevenidos y orar incesantemente. La oración encarnada, la oración vital, una espiritualidad comprometida con la realidad, nos permitirá ser fieles a Dios en las circunstancias concretas que tengamos que atravesar. La imagen final que nos ofrece el Evangelio es para rumiar precisamente en la oración contemplativa: Durante el día enseñaba en el Templo, y por la noche se retiraba al monte llamado de los Olivos. Y todo el pueblo madrugaba para ir al Templo a escucharlo. Es lo que hemos querido hacer durante este año. Es lo que queremos hacer siempre: escuchar su Palabra. Lo único necesario.

 

Domingo 27 de noviembre     1º DOMINGO DE ADVIENTO CICLO DOMINICAL ‘A’

Mateo 24, 37-44: “Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. …  Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada."

 

¡Estén preparados! Nosotros sabemos que estamos de paso. Hemos puesto nuestras tiendas aquí por un momento, pero llegará otro momento en el que tendremos que partir. ¿Cuándo? Cuando venga el Señor. Y, ¿cuándo va a ser eso? … no lo sabemos. Pero sabemos que debemos estar siempre preparados porque en cualquier momento llegará el Señor a nuestras vidas.  El evangelio nos dice que la venida del Señor romperá todas las actividades habituales. Ese día empezará algo radicalmente nuevo. El Señor estará en medio de nosotros. Su presencia hará que nuestra vida sea diferente. Por eso, hay que estar atentos. No podemos dejar que la presencia del Señor nos encuentre despistados o sin preparar adecuadamente.

S. Pablo dice:  ‘Ya es hora de despertarse porque la salvación está cerca’. No sabemos cómo, dónde ni cuándo vendrá Jesús, pero sí sabemos que tenemos que estar preparados.

Se trata de vivir a la luz del Evangelio, dejándonos llevar por el amor de Dios que cuida de sus hijos, de su familia, de nosotros. Volvamos los ojos hacia aquellos con los que vivimos. Con ellos, nunca sin ellos ni contra ellos, es como construiremos la solidaridad y la justicia que harán que nuestro Señor nos encuentre preparados cuando llegue.

Si el Señor llegase hoy a nuestra casa, ¿estamos ya preparados para su venida? ¿qué cosas tendríamos que cambiar o mejorar?