LECTIO DIVINA - 31º DOMINGO DURANTE EL AÑO ‘L’

31º DOMINGO DURANTE EL AÑO  ‘L’

    El Amor ha de ser siempre y en todo la brújula que oriente nuestra vida entera. El Amor a Dios y el Amor al prójimo es y será siempre y en todo lugar lo que ha de distinguir a los cristianos, lo que ha de señalar a una humanidad que quiera verdaderamente encarnar el sueño de Dios en la historia. Sin Amor, no es siquiera posible seguir hablando. Sin Amor, no hay cimiento. Sin Amor, no hay de qué o de dónde agarrarse, sea para construir nuestra vida, sea para edificar el Reino.
San Pablo lo dice mucho más bellamente que nosotros: “Si no tengo Amor, no soy nada”. Qué bien nos haría recordar hoy aquel himno al Amor que el Apóstol nos regala en la Primera carta a los Corintios. Si no tengo Amor, por más que sepa lenguas y ciencias, nada soy… Si no tengo Amor por más que tengo éxitos de todo tipo, nada soy… Incluso por más que sea capaz de grandes sacrificios, o que cuente con una fe enorme, si no tengo Amor, nada soy…

ORACION INICIAL
Señor Jesús,
Ayúdanos a dar testimonio de Ti con nuestra vida misma…
Señor, que aprendamos a ser más humanos,
a solidarizarnos  con nuestros hermanos,
sobre todo con los que más sufren,
con los que menos tienen, con los desposeídos…
Que seamos generosos en participar, en comprometernos,
en dar, aunque suponga sacrificio, esfuerzo, incomodidad,
desprendernos de algo que no sea muy querido y apreciado…

TEXTO BÍBLICO Mc. 12. 28b -34.

“¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús:  El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».   Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

LECTURA    ¿qué dice el texto?)

“¿Qué mandamiento es el primero de todos?” no era una curiosidad de aquel judío particular, sino una gran cuestión religiosa. …Y Jesús responde sorprendentemente: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser… y al prójimo como a ti mismo.
Amar a Dios, amar al prójimo, como Jesús ha mostrado abundantemente curando, alimentando y enseñando a los hombres hasta la extenuación, al mismo tiempo que se pasaba las noches en oración ante su Padre haciendo del cumplimiento de su voluntad su comida cotidiana.
Hay quienes creen que para vivir el amor cristiano basta ser personas educadas, generosas, entregadas a causas ajenas. Y hay quienes, por el contrario, evitan a los prójimos como si éstos fueran estorbo para su pretendido amor a Dios, creyendo falsamente que le aman a Él porque no aman a nadie.
“Amar apasionadamente a Dios y amar a sus hijos, todos nuestros hermanos. Escuchar la Palabra de Dios y vivirla, sabiendo verificar éstas en un amor al prójimo hecho en verdad, porque en esto sabemos que amamos a Dios.

MEDITACION ¿Qué me dice a  mí el texto de la Palabra de Dios?

•    El signo visible que el cristiano puede mostrar para testimoniar al mundo y a los demás, el amor de Dios es el amor a los hermanos. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el primero no porque está en la cima de la lista de los mandamientos. Jesús no lo puso en el vértice, sino en el centro, porque es el corazón desde el cual todo debe partir y al cual todo debe regresar y hacer referencia.
•    En el Antiguo Testamento la exigencia de ser santos, a imagen de Dios que es santo, comprendía también el deber de hacerse cargo de las personas más débiles, como el extranjero, el huérfano, la viuda.
•    No podemos separar la vida religiosa, la vida de piedad del servicio a los hermanos, a aquellos hermanos concretos que encontramos. No podemos ya dividir la oración, el encuentro con Dios en los Sacramentos, de la escucha del otro, de la proximidad a su vida, especialmente a sus heridas. Recordad esto: el amor es la medida de la fe. ¿Cuánto amas tú? ¿Cómo es tu fe? Mi fe es como yo amo. Y la fe es el alma del amor.
•    Jesús abre una brecha que permite distinguir dos rostros: el rostro del Padre y el del hermano… el de Dios que se refleja en muchos rostros, porque en el rostro de cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios. Y deberíamos preguntarnos, cuando encontramos a uno de estos hermanos, si somos capaces de reconocer en él el rostro de Dios.
•    Se trata de un amor sólido, fuerte, de un «amor eterno que se manifiesta en su Hijo que vino para salvarnos. Por lo tanto es un amor concreto, un amor de obras y no de palabras. He aquí, que para conocer a Dios se requiere toda una vida: un camino, un camino de amor, de conocimiento, de amor al prójimo, de amor a quienes nos odian, de amor a todos.
•    Jesús ofrece a cada hombre el criterio fundamental sobre el que edificar la propia vida. Pero Él, sobre todo, nos donó el Espíritu Santo, que nos permite amar a Dios y al prójimo como Él, con corazón libre y generoso. Por intercesión de María abrámonos para acoger este don del amor, para caminar siempre en esta ley de los dos rostros, que son un rostro solo: la ley del amor. (Papa Francisco)

ORACION ¿Qué le digo al Padre a partir   del texto proclamado?

Señor Jesús: ¿De qué nos sirve hablar todas las lenguas?  Si nos falta el amor, sólo hacemos ruido.
¿De qué nos sirve hablar en nombre de Dios,  conocer los secretos y poseer toda la ciencia? Si nos falta el amor, nos falta lo esencial.
¿De qué nos vale tener tanta fe como para mover montañas? Si nos falta el amor, nada somos.
¿De qué nos sirve entregarlo todo a los pobres, e incluso entregar la propia vida?
Si nos falta el amor, de nada nos aprovecha.
Señor Jesús, tú nos enseñaste: Que el amor es comprensivo y servicial;
que nada sabe de envidias, de arrogancias ni de orgullos. Señor, enséñanos a amar.
Que el amor no es grosero ni egoísta, no se impacienta, no es rencoroso.
•    Señor, enséñanos a amar.
Que lejos de alegrarse con la injusticia, el amor encuentra el gozo en la verdad.
•    Señor enséñanos a amar
Que el amor disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites.
•    Señor, enséñanos a amar.
Tú nos enseñaste, Señor Jesús, que el amor es más fuerte que la muerte.
•    Señor, enséñanos a amar.

CONTEMPLACION Me dejo mirar y miro …

•    “Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”. No se necesita gran erudición para comprender estos mandamientos. Nos hemos acostumbrado a ponernos a nosotros mismos sobre todas las cosas y lo que propone Jesús es un cambio de concepción, de visión, de actitud, que en muchos casos significa un viraje en 180 grados en la forma de vida que hemos adoptado.
•    Nuestra preocupación más grande tiene que ser la de poner más en énfasis en lo que le pasa al otro, que en lo que me pasa a mí; en lo que sufre el otro, que en lo que sufro yo; en el bienestar del otro y no en mi propio bienestar. Amar es poner de relieve al otro, salir yo del centro porque el protagonista es otro. Cada vez que logro salir del centro, poner de relieve el dolor, el sufrimiento, el mal del otro… es a Dios a quien estamos amando.
•    Tenemos que dejarnos amar, por Dios y por los hermanos. Somos barro que anda en libertad, y sueña y amasa vida y sufre y cae y se levanta. Necesitamos de los abrazos de otros, de sus manos, de sus hombros, de lágrimas compartidas y alegrías brindadas. Necesitamos de vez en cuando hacer la experiencia de “dejarnos cargar” en brazos de Dios y de nuestros hermanos.
•    Qué mejor camino para amar a Dios, que amar con hechos y obras a tu prójimo. Amar a tu prójimo es dedicarle tiempo, es asistirle en sus necesidades, es colaborar con sus ilusiones, es apoyarle en los momentos de dificultad, en definitiva es DONACIÓN. Porque no hay amor más grande y más heroico que dar la vida por el amigo.

ACCIÓN-COMPROMISO. ¿Qué me lleva a hacer la Palabra de Dios?

•    Recordar lo que el Escriba terminó reafirmando sobre el “Amor”. Analizar cómo está tu amor hacia Dios, hacia tu prójimo: personas con las que congenias y con las que no, con las te caen bien o tienes dificultad con ella, con los pobres, necesitados…
•    Sé sincero contigo; amar no es fácil y más en un mundo cada vez más dividido. Amar requiere el esfuerzo de descubrirlo,  hacerlo crecer, sembrar y ver brotar la semilla en cada gesto o actividad que hacemos.  Si te lo propones, tu vida cambiará y  la sociedad y el mundo irá cambiando.