17 DE MAYO: JORNADA MUNDIAL DE LAS
TELECOMUNICACIONES Y LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
"Que la Palabra y la
Tradición de la fe nos ayuden a interpretar los fenómenos de nuestro
mundo". "La algor-ética puede ser un puente para inscribir los
principios de la Doctrina Social de la Iglesia en las tecnologías
digitales."
Papa Francisco
El
Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información
resalta la importancia de estas tecnologías y de su buen uso; además renueva el
ánimo de achicar brecha digital. Se celebra desde 1969, en homenaje a la fundación de la Unión
Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), y la firma del primer Convenio
Telegráfico Internacional en 1865.
INTER MIRIFICA[1]
(Entre los maravillosos)
“Al utilizar estos
medios, lejos de padecer daños, como sal y como luz, darán sabor a la tierra e
iluminarán el mundo”
“La Iglesia católica, fundada por Cristo el
Señor para llevar la salvación a todos los hombres y, en consecuencia, urgida
por la necesidad de evangelizar, considera que forma parte de su misión
predicar el mensaje de salvación, con la ayuda, también, de los medios de
comunicación social, y enseñar a los hombres su recto uso.
A la Iglesia, pues, le corresponde el derecho
originario de utilizar y poseer toda clase de medios de este género, en cuanto
que sean necesarios o útiles para la educación cristiana y para toda su labor
de salvación de las almas; a los sagrados Pastores les compete la tarea de
instruir y gobernar a los fieles, de tal modo que ellos mismos, también con la
ayuda de estos medios, alcancen la salvación y la perfección propias y de todo
el género humano.
Por lo demás, toca principalmente a los laicos vivificar
con espíritu humano y cristiano estos medios para que respondan plenamente
a las grandes expectativas de la sociedad humana y al plan divino.
Para el recto uso de estos medios es
absolutamente necesario que todos los que los utilizan conozcan las normas del
orden moral en este campo y las lleven fielmente a la práctica.
Consideren, pues, las materias que se difunden según la naturaleza peculiar de
cada medio; al mismo tiempo, tengan en cuenta todas las condiciones y
circunstancias, es decir, el fin, las personas, el lugar, el momento y los
demás elementos con los que se lleva a cabo la comunicación misma y que pueden
modificar su honestidad o cambiarla por completo; entre éstas se encuentra la
naturaleza propia de cada medio, es decir, su fuerza, que puede ser tan grande
que los hombres, sobre todo si no están preparados, difícilmente sean capaces de
advertirla, de dominarla y, si llega el caso, de rechazarla.
Es
especialmente necesario que todos los interesados se formen una recta
conciencia sobre el uso de estos medios, sobre todo en lo tocante a algunas
cuestiones más duramente debatidas en nuestros días.
La primera cuestión se refiere a la llamada
información, es decir, a la búsqueda y divulgación de
noticias. Es evidente que, a causa del progreso de la sociedad humana actual y
de los vínculos más estrechos entre sus miembros, resulta muy útil y la mayor
parte de las veces necesaria; en efecto, la comunicación pública y oportuna de
los acontecimientos y de los asuntos ofrece a los individuos un conocimiento
más pleno y continuo de éstos, contribuyendo así eficazmente al bien común y
promoviendo más fácilmente el desarrollo progresivo de toda la sociedad civil.
Sin embargo, el recto ejercicio de este derecho
exige que, en cuanto a su contenido, la comunicación sea siempre verdadera e
íntegra, salvadas la justicia y la caridad; además, en cuanto al modo, ha de
ser honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes
morales, los derechos legítimos y la dignidad del hombre, tanto en la búsqueda
de la noticia como en su divulgación, ya que no todo conocimiento
aprovecha, pero la caridad es constructiva (1 Cor. 8, 1).
La
segunda cuestión contempla las relaciones que median entre los llamados derechos
del arte y las normas de la ley moral. El orden moral es, en efecto, el
único que abarca en toda su naturaleza al hombre, criatura racional de Dios y
llamado a lo sobrenatural; y solamente tal orden moral, si es observado íntegra
y fielmente, lo conduce al logro pleno de la perfección y de la
bienaventuranza.
Por último, la narración, la descripción o
la representación del mal moral pueden ciertamente, con la ayuda de los medios
de comunicación social, servir para conocer y explorar más profundamente al
hombre, para manifestar y exaltar la magnificencia de la verdad y del bien,
mediante la utilización de los oportunos efectos dramáticos; sin embargo, para
que no produzcan más daño que utilidad a la almas, habrán de someterse
completamente a las leyes morales, sobre todo si se trata de asuntos que exigen
el debido respeto o que incitan más fácilmente al hombre, herido por la culpa
original, a apetencias depravadas.
Puesto que hoy día la opinión pública
ejerce un poderosísimo influjo en la vida privada y pública de los ciudadanos
de todos los sectores, es necesario que todos los miembros de la sociedad
cumplan sus deberes de caridad y justicia también en este campo; y así, con
la ayuda de estos medios, se esfuercen por formar y difundir una recta opinión
pública”.
[1]PABLO OBISPO.
DECRETO INTERMERIFICA. Sobre los medios de comunicación social.Roma, en San Pedro, 4 de diciembre de
1963.