MES DE MARÍA - CARTA A SUS HIJAS

CARTA 42 (242) A LAS “HIJAS HUERFANITAS” DEL HOSPICIO DE CHIAVARI

Vivan Jesús, María y la Santa Cruz

Amadísimas hijas de Cristo:

En un momento en que podáis reunir a las Hijas sin causar ningún trastorno, leed o mandad leer esta mía en respuesta a la carta que me han escrito; pero hacedlo esta tarde.

Amadísimas Hijas en Cristo.

De mil amores habría acudido a suplir la falta de vuestro pecador, si no temiera cometer un disparate. Esta mañana he hecho la explicación; no he sufrido ningún dolor, pero me he encontrado muy débil de voz y de pecho, y todavía muy propenso a la tos. Con este tiempo que sigue  siendo adverso temería exponerme demasiado. Pero como es tan bello y santo el objeto sobre el que habríais deseado que acudiera a daros una instrucción, trataré de suplirla con este escrito. Os digo, pues, que si queréis hacer fruto el mes de María tenéis que hacerlo de este modo, o sea, con estas condiciones.

1.       Que el mes de María no debe perjudicar nada al trabajo, ni alterar el orden del horario. Esos pequeños obsequios que queréis hacer a nuestra gran Madre, tenéis que hacerlos una hora que no deteriore nada la marcha de la Comunidad. En caso contrario, al no ser una cosa que figure en el Reglamento, cometeríais  una desobediencia, y en vez de dar gloria a Dios lo ofenderíais.

2.       Tenéis que proponeros que éste sea un mes de guerra al pecado, porque ofender a Dios o permanecer en la ofensa a Dios, y mientras tanto honrar a la Madre es una cosa absurda. Es preciso, pues, que desde esta tarde os pongáis delante de Dios y de María y en primer lugar detestéis todo pecado cometido, y principalmente aquellos de los que no os hubierais  confesando y enmendado aún bien; es preciso que prometáis a Dios que cuanto antes podáis os confesaréis bien de ellos, pero lo que se dice bien, que os enmendaréis a toda costa y que estáis también preparadas a hacer penitencia por ellos. Este es el primer paso, y es absolutamente necesario darlo bien.

3.       Tenéis que proponeros, con la santa ayuda de Dios y con el favor de María, querer pasar este mes, en la medida de lo posible, sin pecar. Por eso es preciso  que cada una eche una ojeada a sus defectos y a aquellas faltas en las que más suele caer, y haga todos aquellos propósitos y resoluciones que el Señor le dé a conocer como más oportunas para no recaer, recordando siempre que lo que más ayudará será la oración hecha de corazón con este fin, y la confianza en Dios y en María.

4.       Pero como nuestra fragilidad es tal y tan grande que fácilmente podéis fallar en alguna cosa, procurad no desalentaros un abatiros si hallarais que habéis faltado, antes de recurrid al punto de María para que tenga piedad de vosotras y ruegue a su querido Hijo que os perdone y os restablezca en su gracia y misericordia, prometiéndole que os confesaréis y que con ayuda os enmendaréis. Haced esto cuantas veces podáis percataros de que habéis pecado de una u otra manera, y podéis hacerlo en cualquier tiempo y en cualquier lugar, incluso sólo con la mente y con el corazón, sin interrumpir vuestros trabajos y sin agitaros nada. Podéis hacer esto con un suspiro de nuestro corazón.

5.       y si alguno quisiera hacer este ejercicio verdaderamente perfecto, sería preciso que se empeñase en esquivar durante todo el mes, por amor a Jesús y a María, incluso todas las imperfecciones hasta donde le fuese posible, quiero decir aquellos defectos que no llegan a ser pecado, pero que no obstante hacen que nuestra acciones sean menos bellas, menos justas, menos santas, como alguna vez habréis oído ya explicar.

6.       Es preciso que todos los días hagáis el propósito de querer imitar a vuestra querida Madre María en una virtud particular: como sería en la humildad, en la modestia, en la mansedumbre, en la paciencia, etc. Y no habéis de tener esto por cosas imposibles, ni muy difíciles, ya que todo es posible, más aún fácil con la ayuda de Dios, la cual no falta nunca cuando le pide con humildad y fe pura. El Señor nos manda en el Evangelio que seamos perfectos como nuestro Padre Celestial: por consiguiente, mucho más podemos aspirar imitar a María. La humildad y la confianza le obtienen toda un alma que con corazón puro desea el bien.

7.       En cuanto a las flores, os amonesto que no podéis  y no debéis hacer ninguna que de algún modo pudiera perjudicaros en la salud.                                          

8.       Me había olvidado de deciros que en todo este mes no se debe oír nunca ni una conversación, ni una canción, ni cosa alguna que tenga algo de mundana o sepa a vanidad propia del siglo: y todas deben tener la libertad de avisar y corregir a las otras en caso de que faltaran en ello.

9.       Añadiré además que también en vuestro  porte exterior, en el vestir, en el conversar, en el hablar, y en todo, tanto si estáis solas como si estáis acompañadas, con pocas o con muchas, tenéis que procurar portaros de tal modo y con tal modestia y humildad que se dé a entender de que estáis haciendo de verdad el mes de María. Sería de desear que también en el porte exterior parecierais, si así puedo decir, otras tantas Virgencitas. Lo haréis entonces como verdaderas hijas de María.                                                                                                                                    No tengo tiempo para deciros más, pero espero que si la hacéis será suficiente. ¡Hala, carismas! Animo, y si hacerlo bien este año, pues no sabemos si vamos a vivir aún el año próximo.                                                            Rogad también por mí, pues tengo mis temores de que no voy a hacer nada de todo esto. Rogad también por todas las almas que pesan sobre mis hombros. El Señor os bendiga a todas y María os ayude a haceros santas. Adiós

Nota de Daneri: se cree escrita es día 30 de abril de 1837, Daneri vol. 21 págs. 63 y 71 (copia repetida).