12 DE OCTUBRE: BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL PILAR
MARÍA, COLUMNA FIRME DE NUESTRA FE[1
“Tú permaneces como la columna que
guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto”[2]
MARÍA
CRESCENCIA Y LA VIRGEN DEL PILAR…
En Córdoba, Argentina, los padres de María Angélica Pérez: Agustín Pérez y Ema Rodriguez, contrajeron matrimonio ante el Altar de la Virgen del Pilar, en la Capilla sita en Av. Emilio Olmos 154.
“Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Amén.”
“Dice
el evangelio de san Marcos en su final que, tras la ascensión de Nuestro Señor
Jesucristo a los cielos, “los Apóstoles se fueron predicando por todas partes,
cooperando con ellos el Señor y confirmando sus palabras con los milagros que
hacían” (Mc 16, 20). Ni los Evangelios ni los Hechos de los Apóstoles señalan a
qué parte del mundo fue cada apóstol cuando dejaron Jerusalén para salir a
predicar. Los Hechos de los Apóstoles narran solamente las primeras actividades
de los Doce en Jerusalén.
Según
la tradición, todos los apóstoles, excepto san Juan, murieron violentamente,
martirizados por el nombre de Cristo, pero el Nuevo Testamento sólo narra el
martirio de Santiago el Mayor (Hch 12, 2) y contiene una clara referencia al
martirio de Pedro (Jn 21,19). En nuestra cultura hispánica hay una venerada y
antiquísima tradición que la encontramos formalmente acreditada en los siglos
VII-VIII, y con claros antecedentes en autores de siglos anteriores, de que el
apóstol Santiago el Mayor vino a predicar el Evangelio a España. Sucedió que,
en la noche del 2 de enero del año 40, estando en Zaragoza, a orillas del río
Ebro, desanimado por la dureza de los trabajos evangelizadores en estas
tierras, recibió la visita consoladora de la Santísima Virgen María, llegada
por disposición divina, de la mano de los ángeles desde Jerusalén, todavía en
carne mortal. Santiago pudo entonces verla y venerarla, y sintiéndose animado
por tan gratificante visita prosiguió su tarea apostólica. La Virgen, como
recuerdo de su venida junto al Ebro y signo de su constante protección, dejó
una columna o pilar que actualmente permanece en el mismo emplazamiento, donde
puede ser venerado”[3].
[1] Carta Pastoral con motivo del primer centenario del Patronazgo de la
Virgen del Pilar en la Guardia Civil;
Juan del Río Martín; Arzobispo Castrense de España.
[2] 2 Cf. Sb 18,3; Ex 13, 21-22
[3] Ídem Carta Pastoral. Extracto de págs. 27 y 28.