I REFLEXIÓN
GIANELLINA PARA EL TIEMPO DE CUARESMA
RENUNCIA AL AMOR PROPIO
«Si alguno quiere
venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga» Mt.16,24
Renunciar a nuestro amor propio, no significa un cambio superficial. Gianelli, en las palabras de esta carta, nos invita a asumir decididamente este desafío personal y comunitario, desde una actitud sincera de negación frente al camino fácil que ofrece el mundo. Pidamos con oración humilde, en este tiempo de Cuaresma, esta gracia, fijando la mirada en Jesús crucificado, que nos llama a gastar sin reservas nuestra vida por amor a Dios y al prójimo.
“Les
diré que no tienen necesidad más que de una firme y estable resolución
de acabar de una vez por todas con el ciego amor propio, de entrar por fin en
el camino del Señor con ánimo franco, libre y
resuelto, quiero decir, únicamente ansioso de encontrar a Cristo y de
seguirle sólo a Él. Cierto es que encontrarán (como ya lo están encontrando)
que este camino es al principio áspero, pedregoso, sembrado de espinas y
repugnante; pero precisamente por eso es más seguro y aquí encontrarán
ciertamente a Cristo. Éste es el primer paso, es la primera iniciación, como Él
mismo señala: negarse a sí mismo, que es como decir: hacer siempre lo contrario
de lo que nos sugiere nuestro falso amor propio.¿Entienden este lenguaje? Si
hacen una cosa de buena gana por el solo motivo que les contenta, deben
rehuirla, o al menos desconfiar de ella; si otra la hacen de mala gana (con tal
que no esté prohibida), deben abrazarla, sobre todo si se les ordena...Ahora
están en un camino seguro. Dios los ha puesto en él valiéndose de milagros. El
único que está en contra es su amor propio, lo cual hace que el camino sea más
seguro aún. ¡No lo echen a perder, por caridad!...Pero ¿cuándo y cómo lo
echarán a perder? Cada vez que busquen los que les agrada y rehuyan lo que les
desagrada...De una sola cosa quiero ponerlos en sobre aviso, si lo hacen:
“Guárdense de hacerlo por otro motivo que no sea el de amar y seguir a
Cristo...No se turben por la tentación que el diablo puede andar sugiriéndoles
continuamente al oído y al corazón...La lección es algo larga, pero difícil y
necesaria. Estúdienla bien y no se contenten, con una sola lectura, ni con la
primera impresión. Vayan jalonándola con un poco de
oración, mejor dicho, de humilde y sincera oración...
Rueguen
también por mí.
Su
director en Jesucristo
La
tarde del 4 de octubre de 1826
(Carta
5 (11) A una Hermana del Conservatorio de San José de Génova, comenzada el 2 de
octubre de 1826).[1]
[1] INSTITUTO DE LAS HIJAS DE MARÍA SSMA. DEL
HUERTO; Epistolario de Antonio Gianelli; Fundador y Santo de la Iglesia;
Ediciones Gienelline; Vía dei Quattro Cantoni,45; Roma. Versión española sobre
la edición italiana de Lettere; Antonio Gianelli; Traducido por Pablo Largo.
Primer volumen; noviembre de 1815-mayo de 1841.Pág.6 a 9. Adaptación libre de
expresiones verbales, para propiciar la comprensión lectora.