7 DE NOVIEMBRE
MARÍA, MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS
“¡Que
Ella nos alcance con profusión tus dones y nos conduzca hasta el puerto de la
salvación eterna!”
«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa
Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras
necesidades, antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y
bendita»
MATERNIDAD
ESPIRITUAL DE MARÍA
“La Santísima Virgen,
predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual
Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la
esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular la generosa
colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor.
Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo
al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó en
forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la
encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo
es nuestra Madre en el orden de la gracia”. (Lumen Gentium, 61)
MARÍA,
MEDIADORA
62. “Y esta maternidad de
María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que
prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie
de la Cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida
en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por
su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno
cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y
angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz.
Por eso, la
Santísima Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada,
Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera
que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador”.
(Lumen Gentium, 62)