Familia Gianellina

Primer día de la Novena: martes 11 de mayo

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh Padre, que por tu amor a los pequeños y a los pobres, guiaste a la Beata María Crescencia, por el ca-mino de la humildad y de la sencillez, concédenos, por su intercesión, poder servir a nuestros hermanos más necesitados, con la dulzura de la caridad y la fuerza de la bondad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

REFLEXIONES PARA CADA DÍA

Primer día de la Novena: martes 11 de mayo

CRESCENCIA PARTÍCIPE EN LA OBRA SALVADORA
SAN JOSÉ: PADRE TRABAJADOR


La Beata Hna. María Crescencia Pérez nació en San Martín Provincia de Buenos Aires el 17 de agosto de 1897, y murió el 20 de mayo de 1932.
A pesar de su vida tan breve, nos dejó un ejemplo y una enseñanza admirable de servicio, de obe-diencia y de un profundo amor a Dios, a Nuestra Señora del Huerto y al mundo que la necesitaba.
La vida de María Crescencia Pérez es un mensaje de amor. Alimentó siempre en su interior, a ejemplo del Fundador, el fuego de un gran ideal: "Hacerse toda a todos". Este ideal, la quemó por dentro y la estimuló constantemente a donar su vida por la salvación de las almas.
Sencilla, serena, toda de Dios y al mismo tiempo, toda de los hombres, fue puesta en nuestro ca-mino para ayudarnos a descubrir, con renovada audacia, la fuerza inicial y lo que tiene de genuino y de evangélico el carisma gianellino.
En el año 2012, el 17 de noviembre, en la ciudad de Pergamino (Provincia de Buenos Aires) cele-bramos la beatificación de la Hna. M. Crescencia, que es el reconocimiento, por parte de la Iglesia de su vida heroica y santa. Por este motivo, celebramos su memoria en la Liturgia todos los años el día 20 de mayo, fecha de su fallecimiento.
Los padres de la Hna. Crescencia eran inmigrantes españoles que llegaron a Argentina.   A pesar de su pobreza de origen, llevaban la riqueza de sus tradiciones católicas. En Córdoba, a mediados de di-ciembre de 1889, Agustín Pérez se casó con Ema Rodríguez, ante el altar de la Virgen del Pilar.


Debido a los momentos agitados que vivía la Argentina por esos tiempos, que hacían alternar parti-dos conservadores y liberales en el gobierno de las ciudades, sin apoyo alguno, la joven pareja se vio obli-gada a emigrar a Montevideo. Como extranjeros, sufrieron la soledad en el nuevo país.
En la capital uruguaya nace su primer hijo, que muere a los tres años. Otro hijo se apaga al nacer. Sobreviven Emilio y Antonio. Al no encontrar horizontes de progreso, en Uruguay, deciden retornar a la Argentina.
En San Martín, Buenos Aires, en agosto de 1897, nace nuestra María Angélica. Al nacer la peque-ña, las condiciones de la familia mejoraron, porque el padre, ya de treinta años, logra finalmente un trabajo en la Compañía Alemana de Electricidad.
Fue una familia rica en fe y en hijos.  Al enfermarse la mamá Ema, el médico recomienda buscar un clima más templado, y es así que parten hacia Pergamino, con las pocas cosas que poseen.
Al atardecer, toda la familia rezaba el Santo Rosario. Día tras día, la familia transmite, casi incons-cientemente a sus hijos el concepto de la fe.
Y así crecieron estos niños, con esa madre, que enseña con el ejemplo, más que con palabras, a responder con amor al amor de Dios, a transformar alegrías y dolores en momentos de Gracia.  La Hna. Crescencia aprendió el amor de Dios en su familia.
Crecieron con profundas convicciones religiosas, aunque al templo iban ocasionalmente porque es-taban a tres horas de distancia.  La Hna. Crescencia dijo de su familia:

"Vivíamos nuestra pobreza con alegría; cada pequeño suceso nos entusiasmaba. No conocíamos demasiado, no añorábamos la falta de tantas cosas… El ejemplo de nuestros padres simples y fuertes, ricos en fe y en amor, nos hacía crecer laboriosos. Tío José, hermano de mamá nos ayudaba, indicándo-nos una u otra posibilidad de trabajo, sugiriéndonos un patrón dispuesto a acogernos…"
Hermoso ejemplo para nosotros y nuestra familia para asemejarse a la familia Pérez.

Este año dedicado a San José meditaremos algunas virtudes que ella vivía y nos van a ayudar a nosotros en nuestra vida familiar y espiritual.
Por ejemplo, el amor al trabajo y la dignidad de los trabajadores.
Hermoso ejemplo de San José modelo de trabajador y protector del trabajo.

PRECES:

A cada oración decimos: “Padre Bueno, escúchanos”.

•    Por el don de la vida, para que siempre sea cuidada y respetada. Oremos…
•    Por cada familia de nuestras comunidades, para que reine en ellas la paz, el amor, el perdón y la unidad. Oremos…
•    Por las personas que buscan trabajo, para que el Señor los fortalezca en la esperanza. Oremos…
•    Por los pobres y marginados, para encuentren en Jesús un abrazo de amor, y en nosotros una mano solidaria. Oremos…


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Pidiendo la canonización de nuestra Beata María Crescencia Pérez.

Padre de Jesús y nuestro, que por tu Divino Espíritu haces florecer la santidad en la Iglesia, te damos
gracias por la Beata María Crescencia que te amó con sencillez y te rogamos que la glorifiques,
para que su ejemplo e intercesión sirvan a la extensión de tu Reino y a la multiplicación de las vocaciones a la vida consagrada.
Concédenos, por su intermedio, la gracia que con humildad te imploramos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

“Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu Divino Corazón, ten misericordia de nosotros”.