20 DE JULIO DÍA DEL AMIGO

20 DE JULIO DÍA DEL AMIGO

“Un amigo fiel es apoyo seguro; el que lo encuentra, encuentra un tesoro. Un amigo no se paga con nada… Un amigo fiel es bálsamo de vida”

(Eclo 6, 14-16)

En el día del amigo, los invitamos a pasar por el corazón estas palabras, que nos llevan a recuperar los rostros de los buenos amigos, los verdaderos, los que comparten y compartieron con nosotros esos grandes temas de la vida, los que no se negocian por aplausos pasajeros o con migajas de poder o dinero.

La amistad es una relación profunda, tanto que la palabra amigo aparece veintiocho veces en el Nuevo Testamento y su significado se realza en el Evangelio de San Juan.

Juan encontró en la persona de Cristo una experiencia maravillosa. De esa amistad compartida, sostuvo la alegría en toda su vida, por saberse amado: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó» (1 Jn 4,10).

Alegrémonos también nosotros por su amistad; somos amigos de Cristo, que nos quiere con el amor más grande y nos invita a la comunión de la mesa, tal como la compartió con su amigo más querido.

¿Qué podemos aprender de estos valores evangélicos?

“Tenemos que aprender a conocer y a apreciar los valores evangélicos a través del amor amistoso practicado con todos los hombres, tal y como nos lo enseña Nuestro Señor Jesucristo. Tenemos que tener la osadía de proponer la práctica de la amistad como fuente universal de conocimiento, para poder tener la experiencia que un autor cristiano anónimo de los primeros siglos nos dice: “Dios mío, haz que brille para mí, en la vida del otro, tu rostro; concédeme reconocerte también y sobre todo en lo que hay de más íntimo, perfecto y remoto en el alma de mis hermanos”[1].

La amistad con Cristo, se manifiesta en el sentir de los que se reconocen amigos en el encuentro fraterno.

El 30 de enero de 1979, otro Juan, nuestro Papa, ahora Santo Juan Pablo II, visitó México[2] y ante más de 135 mil jóvenes, en el Instituto Miguel Ángel, fue recibido por un coro de estudiantes con la canción Amigo[3]:

“Tú eres mi hermano del alma realmente un amigo,

que en todo camino y jornada está siempre conmigo.

Aunque eres un hombre aún tienes alma de niño,

Aquel que me da su amistad, su respeto y cariño.

Recuerdo que juntos pasamos muy duros momentos

y tú no cambiaste, por fuertes que fueran los vientos.

Es tu corazón una casa de puertas abiertas.

Tú eres realmente el más cierto en horas inciertas.

En ciertos momentos difíciles que hay en la vida

buscamos a quien nos ayude a encontrar la salida.

Y aquella palabra de fuerza y de fe que me has dado,

me da la certeza que siempre estuviste a mi lado.

Tú eres mi amigo del alma en toda jornada.

sonrisa y abrazo festivo a cada llegada.

Me dices verdades tan grandes con frases abiertas.

Tú eres realmente el más cierto de horas inciertas.

No preciso ni decir, todo eso que te digo.

Pero es bueno así sentir que eres tú mi gran amigo”.

Luego de escucharla y conmoverse con su mensaje, expresó que él aprendió con esa canción, que era el Papa “Amigo” y en ese modo y sintonía asumió su servicio de amor.

¡Cuánta presencia en la palabra, la escucha, la alegría y  el llanto! ¡Cuánto servicio sembrado en los corazones anhelantes de los que esperan llenar su soledad esperanzada, con una amistad verdadera!

El amigo no es el que sirve indiferentemente; al contrario, sabe y conoce la interioridad, el sentir, pesar y deseos del otro.

En la comunión interior de los amigos se funda la presencia y el perdón: “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado a conocer”. (Jn.15,15).

La gracia de la amistad nos anima a abrir el corazón, porque “el corazón del hombre ha sido formado por Dios para amar, para salir de sí y nada le es más connatural como amar verdaderamente”[4].

Nos interpela a entrar con delicadeza en la intimidad del otro y dejarnos deslumbrar por la maravillosa emoción de la cercanía, aunque estemos lejos, aunque ya no podamos vernos, porque la presencia del amigo no se borra con el tiempo ni el espacio, sino que permanece en las huellas del corazón que se dejó habitar. “Dejen que Él los guíe, que les desate la lengua, abra sus orejas, ilumine la mente, mueva sus corazones…”[5]

Para este diálogo de almas, sólo queda el agradecimiento, por la entrega generosa.

Gracias a los amigos que nos dieron su afecto; la palmada oportuna en la espalda; a los que interpretaron el silencio de la garganta ahogada; a los compartieron abrazos, risas y madrugadas; a los que perdonaron con una lágrima las faltas y a los que nos guiaron cuando erramos la pisada.

A todos: ¡gracias!

¡Feliz día del amigo!

*Nota: “En Argentina, Uruguay, Chile, España y Brasil se celebra el 20 de julio. La fecha surge del pensador argentino Enrique Febbraro, quien en 1969 se mostró sumamente conmovido por la llegada de Neil Amstrong a la Luna. Entendió que el acontecimiento hermanaba a todos los hombres, más allá de color, religión o ideologías. Paraguay es uno de los países que más importancia le dio al Día del Amigo. Las celebraciones tienen origen en la Cruzada Mundial de la Amistad, realizada en 1958. Desde ese momento, se fijó el 30 de julio como Día de la Amistad. La fecha llevó más adelante a que se declare en Naciones Unidas”[6].