22 DE OCTUBRE
SAN JUAN PABLO II.
PAPA.
Memoria Libre
“Que se repita sin
temor: « Hemos pecado » (Jr. 3,
25), pero manteniendo firme la certeza de que « donde abundó el pecado
sobreabundó la gracia » (Rm 5,
20).”
San Juan Pablo II[1]
Karol Wojtyla
EN
LOS COMIENZOS... ¡EL MISTERIO!
¿Cuál es la historia de mi
vocación sacerdotal? La conoce sobre todo Dios. En su dimensión más profunda,
toda vocación sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera
infinitamente al hombre. Cada uno de nosotros sacerdotes lo experimenta
claramente durante toda la vida. Ante la grandeza de este don sentimos cuan
indignos somos de ello”[2].
CANONIZACIÓN DE SAN JUAN XXIII Y SAN JUAN PABLO II
“San Juan
XXIII y san Juan
Pablo II tuvieron el
valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado
traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron
de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf. Is 58,7),
porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos,
llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio
ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia. Fueron
sacerdotes y obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se
abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo
Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la
misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte, la
cercanía materna de María.
En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y
testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo
inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que
Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá
privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de
la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el
extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la
esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor
resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo
de él un reconocimiento eterno”[3].
[1][1] « Incarnationis mysterium » BULA DE CONVOCACIÓN DEL GRAN JUBILEO DEL
AÑO 2000. JUAN PABLO OBISPO SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS A TODOS LOS FIELES EN
CAMINO HACIA EL TERCER MILENIO, SALUD Y BENDICIÓN APOSTÓLICA. Roma. 1998.
[2] Juan Pablo II. Don y Misterio.
[3] SANTA MISA Y CANONIZACIÓN DE LOS BEATOS JUAN XXIII Y JUAN PABLO II
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO. 2014.