BREVE CRONOLOGÍA DE LA VIDA DE LA
HERMANA MARÍA CRESCENCIA PÉREZ
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Vivió 35 años, entre el 17 de agosto de 1897 y
el 20 de mayo de 1932. María Angélica fue la quinta de los once
hijos de Agustín Pérez y de Ema Rodríguez, entrambos emigrados en Argentina de
la nativa España.
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En
san Martín de la Provincia de Buenos Aires, vive hasta marzo de 1928 cuando se
traslada a Chile.
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Fue
bautizada con el nombre de María Angélica, el 12 de septiembre de 1897, en
la parroquia de Jesús Amoroso de la ciudad de Buenos Aires.
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María
Angélica había comenzado a frecuentar la escuela, primeramente en un colegio
del estado y luego, presumiblemente a partir de 1907 y como interna junto con
su hermana Aída, en el Instituto que en Pergamino tenían y tienen todavía las
Hijas de María Santísima del Huerto.
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Recibe
la Primera Comunión y en septiembre de 1910 fue confirmada.
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El
13 de diciembre de 1914: obtiene el diploma de maestra de labores.
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Vistió
el santo hábito el 21 de septiembre de 1916, cambiando su nombre por el de
María Crescencia, según costumbre de la época.
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Emitió
los primeros votos el 7 de setiembre de 1918.
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Su
padre Agustín, fallece en Pergamino el 7 de septiembre de 1.918.
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Después
de la profesión religiosa, la Hermana Ma. Crescencia permaneció un tiempo en la
Casa Provincial de Buenos Aires, trabajando en el Colegio
anexo. Después pasó al colegio de la calle Rincón.
Debió de ser en los comienzos de 1919.
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1919:
fallece su hermana menor, María Luisa, quien había iniciado la vida religiosa
como postulante de las Hermanas Adoratrices españolas.
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En 1924, la Sierva de Dios fue admitida a la
emisión de los Votos Perpetuos que la ligarían fuerte y dulcemente a su divino
esposo Jesús.
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A
fines de 1924 la Hermana María Crescencia fue destinada a integrar la comunidad
del Solarium de Mar del Plata. Estuvo allí hasta que, en marzo de 1928, pasó a
Chile por disposición de la madre provincial en busca de aires mejores para su
quebrantada salud. Allí cumplió tareas de atención a niñas con tuberculosis
ósea.
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En
Vallenar de Chile pasó la Sierva de Dios los últimos cuatro años de su vida,
con algunos intervalos en Quillota y Freirina, en busca de lo humanamente
imposible: la reposición de su organismo irremediablemente quebrantado.
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Murió
santamente en Vallenar (Chile) el 20 de Mayo de 1932.