6 DE MAYO:
GIANELLI ES ORDENADO OBISPO DE LA DIÓCESIS DE BOBBIO
“Yo conozco mis
ovejas y las mías me conocen a mí” (Jn.10, 14).
“O romper el Evangelio y renunciar a él,
o seguirlo como conviene”.
San Antonio María Gianelli
MORIR EN LA BRECHA[1]
Mayo de 1838: Gianelli es Obispo
“¿Yo, que he nacido pobre, yo, de baja condición, yo, nada… yo, Obispo?” Gianelli se encuentra en
una de sus tantas misiones populares. La noticia lo toma por sorpresa como un
rayo en un cielo sereno. Deseaba renunciar, se siente indigno pero al final,
por obediencia a Dios y a la Iglesia, acepta el cargo de Obispo de la diócesis
de Bobbio, hoy unida a la de Piacenza.
Bobbio es una pequeña ciudad, rodeada de
bosques y montes y cargada de historia. En el lejano 614 el monje irlandés san
Columbano, recibió como donación del rey longobardo Agilulfo el territorio
donde nació la ciudad, el monasterio fundado allí por san Columbano fue
transformado en sede episcopal en el año 1014.
El paso de Napoleón en 1803 trajo el
desbarajuste en la diócesis: a la supresión del monasterio de san Columbano, le
siguió la de la sede episcopal. Con la eliminación del obispado, el cierre del
seminario y de las iglesias, la expulsión de las órdenes religiosas, la
persecución del clero y la falta creciente de buenos sacerdotes, se difundió la
ignorancia religiosa en el pueblo, al tiempo que cundían, y no sólo entre la
alta burguesía, ideas liberales con la consiguiente decadencia de la
moral.
Con la Restauración de las sedes
episcopales suprimidas durante los tumultuosos años de la revolución francesa y
del dominio napoleónico, las condiciones de la diócesis de Bobbio, cuando
Gianelli heredó su conducción, no eran precisamente las mejores. Gianelli fue
consagrado Obispo de Bobbio el 6 de mayo de 1838. “Hoy he asistido a
la consagración episcopal de un Santo”, comenta monseñor Cattaneo, exalumno
de Gianelli.
Bobbio, un campo por roturar
Rápidamente se da cuenta del enorme
trabajo que le espera y, como era su estilo, no pierde tiempo.
Gianelli espera sólo quince días a partir
de la entrada en la diócesis para anunciar, al clero y al pueblo su primera
visita pastoral. Descuidando los inconvenientes que le puede acarrear a su
salud, escala las montañas hasta llegar a la última casita incrustada en la
cima de los montes. Terminada la visita, elabora un esquema completo de reforma
de ésa su diócesis, tan pequeña como problemática.
En los casi ocho años de permanencia en
Bobbio, el obispo Gianelli, realiza otras dos visitas pastorales y celebra dos
Sínodos diocesanos. Está atentísimo para restablecer completamente aquel
terreno espiritualmente arruinado, sin temor de “arrasar y extirpar”,
combatiendo siempre “a visera alzada”, hasta “morir en la brecha”, como gustaba
decir, haciendo de Bobbio “el jardín de Dios”.
Incansable y firme, como de costumbre
disponible en el confesionario a cualquier hora, siempre presente en las
misiones populares, atento para escuchar a los necesitados de su pueblo,
Monseñor Gianelli hace revivir las parroquias debilitadas, enciende la llama
del amor por Cristo en muchos corazones y, ayudado por los “Oblatos de San
Alfonso” que había instituido en 1838, da impulso a todas las obras de bien.
Los “Oblatos de San Alfonso” tienen como
objetivo la dirección y la enseñanza en los seminarios. Precisamente al
Seminario y a su completa reforma, el obispo Gianelli dedicó sus mayores
esfuerzos, preocupado por formar una nueva generación de sacerdotes apasionados
y convencidos de la propia vocación, bien preparados a nivel cultural y
voluntariosos: buenos pastores del rebaño de Dios.
“Un buen pastor debe tener un gran amor por la fatiga”, decía. No quiere
hombres tibios: sin temer a las críticas, prescinde de cuantos no considera
dignos del sacerdocio. Bajo su guía y su ejemplo, el seminario de Bobbio renace
a una nueva vida.
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[1] Traducción de su original en italiano: “Antonio María
Gianelli” De Gaia Corrao Collana Testimoni Della Fede Edizione Il Nuovo
Giornale, Diocesi di Piacenza Bobbio, Piacenza 2008
Traducción a cargo de: Hna. María de la Paz Rausch Lic.
María Rita Magrini ; Diciembre 2009.