4 DE SEPTIEMBRE: DÍA DE LA SECRETARIA
“Si bien no existen datos
fehacientes sobre el origen de esta fecha, lo cierto es que los derechos y
reconocimientos por el trabajo administrativo de las secretarias —y también los
secretarios— fueron reconocidos en Argentina en concordancia con el
reconocimiento que la Asociación Nacional de las Secretarias de Estados Unidos
hizo en 1942 a este oficio. Esta fecha se celebra cada 4 de setiembre como
homenaje y reconocimiento a las personas que están en estos puestos de trabajo”[1].
“REZAMOS
POR TODOS LOS TRABAJADORES. POR TODOS. PARA QUE A NADIE LE FALTE EL TRABAJO Y
QUE TODOS SEAN JUSTAMENTE REMUNERADOS Y PUEDAN GOZAR DE LA DIGNIDAD DEL TRABAJO
Y LA BELLEZA DEL DESCANSO”[2]
PARA REFLEXIONAR
¿TRABAJO TANTO QUE PARECE UNA
ALIENACIÓN, O TRABAJO DE MODO COHERENTE CON MI FE?[3]
La palabra clave para no
equivocarnos en nuestra vida de cristianos es estar “enamorados” del Señor y
tomar de Él la inspiración para realizar nuestras acciones. Así era Pablo, el
Apóstol que hoy describe su vida en la Primera Carta a los Gálatas.
Un equilibrio, por lo tanto,
entre “contemplación y servicio”, dos cualidades que ilustra muy bien el
Evangelio de Lucas, centrado, en esta ocasión, en las figuras de Marta y María,
las hermanas de Lázaro de Betania, en cuya casa Jesús es huésped. “Son dos
hermanas que, con su modo de actuar”, explicó el Papa en su homilía, “nos
enseñan cómo debe ir adelante la vida del cristiano”. “María escuchaba al
Señor”, mientras Marta estaba “distraída”, porque se estaba ocupando de los
distintos servicios.
He aquí Marta, que es una de
esas mujeres “fuertes” – reafirmó Francisco – también capaz de reprochar al
Señor por no haber estado presente en la hora de la muerte de su hermano
Lázaro. Sabe “ir adelante”, es valerosa pero carente de “contemplación”,
incapaz de “perder el tiempo mirando al Señor”: “Hay tantos cristianos que sí
van el domingo a Misa, pero después están ocupados, siempre. No tienen tiempo
ni para los hijos, y ni siquiera para jugar con sus hijos: es feo esto. ‘Tengo
tanto que hacer, estoy ajetreado…’. Y al final se convierten en cultores de esa
religión que es el estar atareado: pertenecen al grupo de los ocupados, que
siempre están haciendo… pero detente, mira al Señor, toma el Evangelio, escucha
la Palabra del Señor, abre tu corazón… No: siempre el lenguaje de las manos,
siempre… Y hace el bien, pero no el bien cristiano: un bien humano. A estos les
falta la contemplación. A Marta le faltaba esto. Valerosa, siempre iba
adelante, llevaba las cosas en la mano, pero le faltaba la paz: perder el
tiempo mirando al Señor. Por el contrario, está María: de quien el Papa aclara
que no es que se dedica a “no hacer nada”. Sino que ella “miraba al Señor
porque el Señor tocaba su corazón y desde allí, desde la inspiración del Señor,
es de donde viene el trabajo que se debe desarrollar después. Es la regla de
San Benito, “Ora et labora”, que encarnan los monjes y las monjas de clausura,
los cuales, ciertamente no “están todo el día mirando el cielo. Rezan y
trabajan”. Y, sobre todo, es cuánto ha encarnado el Apóstol Pablo, como está
escrito en la Primera Lectura de hoy: “Cuando Dios lo eligió” “no fue a
predicar inmediatamente”, sino que “fue a rezar”, “a contemplar el misterio de
Jesucristo que le había sido revelado”: “Cada cosa que hacía Pablo la hacía con
este espíritu de contemplación, de mirar al Señor.
Era el Señor el que hablaba a
su corazón, porque Pablo era un enamorado del Señor. Y ésta es la palabra-clave
para no equivocarse: enamorados. Nosotros, para saber de qué parte estamos, si
exageramos porque vamos hacia una contemplación demasiado abstracta, también
gnóstica, o si estamos demasiado ocupados, debemos hacernos esta pregunta:
“¿Estoy enamorado del Señor? ¿Estoy seguro, estoy segura de que Él me ha
elegido? ¿O vivo mi cristianismo así, haciendo las cosas… sí, hago esto, hago,
hago, pero mira y el corazón? ¿Contempla?”.
Es como cuando un marido
regresa a su casa del trabajo y encuentra a su esposa que lo recibe: ella, que
verdaderamente está enamorada, no hace que se acomode y después continúa con
las tareas de la casa, sino que “se toma el tiempo para estar con él”. Así
también nosotros debemos tomarnos el tiempo para el Señor, para estar al
servicio de los demás: “Contemplación y servicio: éste es el camino de nuestra
vida. Cada uno de nosotros piense: ¿Cuánto tiempo al día dedico a contemplar el
misterio de Jesús? Y después: ¿Cómo trabajo? Trabajo tanto ¿que parece una
alienación, o trabajo de modo coherente con mi fe? ¿Trabajo como un servicio
que viene del Evangelio? Nos hará bien pensar esto”.
EL PLACER DE SERVIR
Fragmento
(Gabriela
Mistral)
Toda naturaleza es un anhelo
de servicio.
Sirve la nube, sirve el
viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que
plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que
enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que
todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del
camino, el odio entre los
corazones y las dificultades
del problema.
Hay una alegría del ser sano y
la de ser justo, pero hay,
sobre todo, la hermosa, la
inmensa alegría de servir.
Aquel que critica, éste es el
que destruye, tu sé el que sirve.
El servir no es faena de seres
inferiores.
Dios que da el fruto y la luz,
sirve.
Pudiera llamarse así: "El
que Sirve".
Y tiene sus ojos fijos en
nuestras manos y nos
pregunta cada día: ¿Serviste
hoy? ¿A quién?
[1]
Mendoza, Dirección General de Escuelas; Recuperado de:
https://www.mendoza.edu.ar/
[2] Papa
Francisco; Fiesta de San José Obrero; Recuperado de:
https://www.vaticannews.va/es/papa-francisco/misa-santa-marta/2020
[3] Papa Francisco; Homilías; Radio María;
Recuperado de: https://radiomaria.org.ar/