25 DE DICIEMBRE
NATIVIDAD DEL SEÑOR
“La Palabra se hizo carne, y nosotros
hemos visto su gloria”.
ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Cf. Jn. 1, 14[1]
MISTERIO ADORABLE DEL
VERBO ENCARNADO
“Junto
a ti, Virgen Madre, permanecemos en contemplación ante el pesebre donde está
acostado el Niño, para participar de tu mismo asombro ante la inmensa
condescendencia de Dios. Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que
se oculta tras la fragilidad de tu Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los
niños de toda raza y cultura. Ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de
paz y de amor, para que también los hombres y las mujeres de nuestro tiempo,
caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en
el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable
de la auténtica paz, a la que todos aspiran en lo más íntimo de su corazón”[2].
“Hoy brillará la luz
sobre nosotros,
porque nos ha nacido el
Señor; él será
llamado Dios admirable,
Príncipe de la
paz, Padre para
siempre, y su reino no
tendrá fin”.
ANTÍFONA
DE ENTRADA Cf. Is 9, 1. 5; Lc. 1, 33[3]
[1] Liturgia Cotidiana 2021. Editorial San Pablo.
[2] San JUAN PABLO II; MENSAJE URBI ET ORBI; Navidad, 25 de diciembre de
2002.
[3] Liturgia Cotidiana 2021. Editorial San Pablo.