Antonio Gianelli nace en tierra de Liguria, en Cerreta, actualmente parte de Carro (Italia), en una familia paupérrima que cultiva tierras arrendadas. En la escuela para niños fundada por el párroco de Castello, realiza sus primeros estudios. Él fue quién fundó la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto (Italia)
Hasta los 18 años distribuye su tiempo entre el estudio, la oración, el catecismo, el servicio a las familias labriegas y las obras de caridad.
Una acaudalada genovesa, propietaria de los terrenos que sus padres cultivaban, le facilita la entrada al Seminario de Génova. Continúa con éxito sus estudios, pero sobre todo cultiva la piedad y la mortificación.
En 1813, después de haber recibido la ordenación sacerdotal, es destinado como ayudante del Abad de la Iglesia de San Mateo en Génova, donde permanece por dos años.
En Carcare (Savona), diócesis de Acqui, se desempeña como profesor modelo, en el Colegio de los Escolapios durante el curso escolar 1815-1816.
Conocido y apreciado por el Cardenal Spina es llamado al año siguiente al Seminario de Génova y se le confía la Cátedra de Retórica, que Gianelli ejerce por 10 años. Años plenos de intenso trabajo y responsabilidad al servicio de futuros sacerdotes de los que quiere: "Sean doctos, sí, pero por sobre todo santos".
Al quedar vacante, en 1826, la colegiala de S. Juan Bautista en Chiavari, el nuevo Arzobispo de Génova, Mons. Luis Lambruschini escribe a los Chiavareses: "Os envío la más bella flor de mi jardín". Y vuelto a Gianelli: "haga de cuenta que emprende una misión, no de pocos días, sino de 10 o 12 años..."