LO
QUE SE DIJO DE LA HNA. MARÍA CRESCENCIA
Del
Libro “Virtudes Heroicas practicadas por nuestra Beata
1- Sra. Assunta
Julia Parodi de Colombo, alumna
interna en el Hogar de Jesús de Pergamino: “Yo creo que su vida fue realmente
fuera de lo común; fue santa en serio y practicó en forma heroica sus virtudes,
especialmente la humildad, el amor y la paciencia.”
2-
Hna. Ma. Celina Rohr: “Ya lo creo que ella era una santa. Ella pensaba
solamente en la santidad. Era verdaderamente una santa”.
3-
Hna. Ma. Ángela Quinodoz: “…la Hermana
estaba siempre pronta para cualquier cosa. Para mí eso es heroico, por
eso quiero hacerlo notar. Y no me extraña que llegue a la beatificación porque
es heroica”.
4-
Hna. Ma. Juana Corona: “La Hna. Crescencia, en la vida de la Comunidad
era muy ejemplar. Cualquier cosa le hacía muy bien. Respetaba mucho las órdenes
de la Superiora…
Era muy ejemplar y observante y el santo silencio
era para ella la orden más sagrada que debía haber entre nosotros…
En cuanto a la obediencia con los superiores era
ejemplarísima. No había nada que decir”.
5-
Sra. María Ester Chávez, Vda. de
Rivera: “Todos preguntaban por ella a cada momento porque la queríamos.
Toda la gente la sintió; fue un verdadero ejemplo y con el ejemplo nos enseñó.”
6-
Sra. Elisa Herrera Ocaranz: “Creo que su vida y su muerte no fueron nada
común y eso significa que sus virtudes eran realmente importantes”.
7-
Hna.
Ma. Diomira Santórsola: “Creo que
para todas las Hermanas que tuvieron la dicha de conocerla era estímulo para
amar a Dios y al Instituto, donde ella se había formado y al que pertenecía”.
8-
Madre Clotilde Astudillo, en una carta escrita a la mamá de la Hna. María
Crescencia: “…me es grato saludar a usted y a toda su apreciable familia,
felicitándola de lo íntimo de mi corazón, por la gracia tan grande que el Señor
le ha concedido de tener hijas tan santas, como nuestra querida Hna.
Crescencia, cuyo recuerdo está tan patente en toda la comunidad de Villa Devoto
…”
9-
Monseñor José M. Pérez: “Desde chica –lo sé por las referencias de mi
madre y hermanos- ella rezaba el Rosario en familia, tenía una verdadera
devoción al Señor, a Jesús Sacramentado, a la Santísima Virgen; el mundo de las
cosas de Dios realmente le atraía;… es evidente que ella cultivaba
verdaderamente el espíritu de fe.”
10- Pbro.
Carlos A. Pérez: “…no se ven en
su vida grandes acontecimientos importantes a los ojos de los hombres, sino una
actitud de sencillez, de infancia espiritual que al modo de Santa Teresita,
intenta realizar para la gloria de Dios y la salvación de las almas”
11- Sra. Delfina
Ortiz: “Creo que lo más difícil que tuvo que soportar en su vida fue su
enfermedad y la lejanía de su patria; ella me decía a veces: `Me gustaría
volver a la Argentina… Creo que allá estaría mejor, pero no se lo digas a
nadie…”
12- Delfina
Ortiz Monardes: “…esta enfermedad
que la postró en cama por cuatro largos meses fue para ella una verdadera
prueba…, sin embargo no perdió su alegría, rezaba más que antes y sufría en
silencio y paz… Ella dejó de trabajar cuando ya no dio más físicamente, pero en
su vida espiritual no la vi decaer jamás.”
13- Luisa
Juana Biglieri de Pérez: “…la
perseverancia, la fortaleza, la alegría, las dificultades que tuvo que
sobrellevar…son todos signos de una acción de la gracia en su vida y de una
respuesta con que ella devolvió al Señor tantos regalos que de Él había
recibido.”
14- Pbro.
Carlos A. Pérez: “… estaba
acostumbrada a repetir la jaculatoria que les había enseñado la Madre Maestra
en el noviciado, eso la llenaba de amor, ella la repetía permanentemente y ella
vivía en unión con Dios; no sólo lo intentaba sino que realmente lo vivía”.
15- Delfina
Ortiz Monardes: “Ella vivía
siempre en unión con Dios; era su esfuerzo permanente,…ella escapaba a la
Capilla siempre que podía, siempre que tenía un rato libre y eso significaba
que a Dios lo tenía siempre presente.”
16- Sra.
Otilia Pérez Flores: “Cuando
rezaba tenía su vista fija en el Señor. Especialmente en la Capilla se veía su
unión con Dios”
17- Pbro.
Carlos A. Pérez: “La oración era
tan profunda como sencilla… Ella rezaba siempre sobre todo vivía en unión con
Dios…”
18- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Su oración, su
vida de oración fue la clave de su encuentro con Dios… Siempre se la veía
rezando; la oración sustentó su vida y los difíciles momentos de su enfermedad
final”.
19- Sra.
Delfina: “Ella en los últimos
días, en su cama yo la recuerdo con mucha oración; se lo pasaba rezando como si
hablara con Alguien…Ella rezaba y se murió como si hablara con Alguien”.
20- Monseñor
José M. Pérez: “Sí, ejercitó y
desarrolló el espíritu de fe sobrenatural buscando en todo momento la gloria de
Dios y preocupándose específicamente por la salvación de las almas”.
21- Pbro.
Carlos A. Pérez: la Sierva de
Dios se unía a Cristo en su propio calvario “…para ayudarle a redimir muchas
almas. Era su gran preocupación salvar muchas almas y en primer lugar
santificar la propia”.
22- Delfina
Ortiz Monardes: “A los enfermos
que llegaban al hospital les enseñaba el catecismo. No tenía horario, por eso
se agotó; estaba pendiente de la gente y les enseñaba las cosas de Dios”.
23- Hna.
Ángela Quinodoz: Preparaba a las
niñas para la Primera Comunión y como ella amaba tanto a Jesús, infundía ese
amor, pero así, como digo, suavemente…”
24- Sra.
Delfina Ortiz Monardes: “Ella era
muy devota del Sagrado Corazón de Jesús… y nos enseñaba a hacer actos de amor y
a ofrecer nuestros sufrimientos al Señor”.
25- Pbro.
Carlos A. Pérez: “…en los últimos momentos de su vida ella
manifestó ver el Sagrado Corazón de Jesús que le hablaba y le enseñó una
jaculatoria…”
26- Su hermano
Agustín nos recuerda que, antes de morir, la Sierva de Dios: “…recomendó a sus familiares que
buscáramos la salvación en el Sagrado Corazón… murió alegremente contemplando
la gloria que Dios le tenía preparada”.
27- Su hermano
Agustín recuerda los años de su
infancia: “Todo lo que recuerdo de ella es una gran piedad que bebió primero en
la casa y luego en el Asilo de Jesús; le gustaba rezar, le gustaba el silencio
en el campo; demostraba su amor a la Virgen de un modo especial en el rezo del
Rosario familiar”.
28- Hna. Ma.
Luisa Sack, alumna de la Hna. Inmaculada Mariño, escuchó
que se decía de la Hna. Crescencia: “… nos hablaba cómo quería a la Virgen del
Huerto en particular; le tenía una gran devoción. Era un alma profundamente
mariana”.
29- Hna.
Ángela Quinodoz: “… al Ángel de
la Guarda le tenía una especial devoción y la proyectaba a los niños cuando
tenía oportunidad de hablarles…”
30- Monseñor
José M. Pérez: “Toda la vida de
la Sierva de Dios fue un canto a la virtud de la esperanza”.
31- Pbro.
Carlos A. Pérez: “En todo momento
prevalece en ella un espíritu de dulzura, de serenidad interior, de paz en el
corazón.”
32- Pbro.
Carlos A. Pérez: “…como expresión
clara de la virtud de la esperanza, la vemos desprendida, despoblada de los
bienes de la tierra, como asumiendo permanentemente el morir de cada día, lo
cual la prepara muy bien para el momento de su muerte definitiva en el orden
físico y su ingreso a la eternidad.”
33- Delfina
Ortiz Monardes: “manifestó
tranquilidad en los contratiempos. Nunca dijo que quería sanar, decía: “Que se
haga la voluntad de Dios”.
34- Srta.
Elisa Herrera Ocaranz: “Lo que yo
recuerdo es que la soportó (la enfermedad) muy serenamente y con mucha
paciencia… Recuerdo que no se lamentaba de nada…”
35- Monseñor
José M. Pérez: “Durante todas las
etapas de su vida, la certeza de la gloria que la esperaba en la eternidad,
hizo que viviera con los pies en la tierra, en la sencillez de las cosas
diarias, despreocupada de los sufrimientos que ciertamente le tocaron muy de
cerca; en todo buscaba sobreponerse, no quedarse aferrada al dolor, sino al
contrario, enmarcar todo lo que padecía en la órbita de las cosas
sobrenaturales, del mundo de lo sobrenatural, sabiendo que un día gozaría
eternamente y que, como dice en sus cartas, en comparación, no son nada los
sufrimientos del tiempo presente”.
36- Monseñor
José M. Pérez: “Especialmente
esta virtud de la esperanza es muy clara en ella, muy visible en los momentos
en que debe soportar su enfermedad final… En todo momento sus testigos nos
dicen de la sonrisa de sus labios, de la oración que nacía del corazón, del no
quejarse, de la prontitud para hacer lo que se le pedía, de la alegría de su
corazón; estuvo siempre dispuesta para la hora de Dios…”
37- Delfina
Ortiz Monardes: “… más allá de
las alegrías o dificultades de su vida, ella confiaba mucho en Dios, y en la
Santísima Virgen; como rezaba mucho, tenía muy presente que Dios la llamaba a
vivir para siempre feliz en el cielo, y entonces este pensamiento la animaba
mucho en medio de sus dolores”.
38- Monseñor
José M. Pérez: “Las noticias que
nos han llegado a nuestra familia hablan de una gran paciencia con la cual fue
asumiendo las diversas etapas de su último período de vida,…; que esa fortaleza
interior estaba permanentemente alimentada con la oración, con la vida
sacramental, con la actitud de alegría permanente que ella mostraba a pesar de
sus dolores, con gran frecuencia disimulados por su gran virtud”.
39- Delfina
Ortiz Monardes: “En su última
enfermedad fue muy grande la manifestación de esa esperanza porque no perdía la
paz y la alegría, confiaba todo a Dios, rezaba mucho…y en la hora de la muerte
dejó un recuerdo muy especial, que anima mucho a confiar como ella en Dios y a
no desesperar, sobre todo cuando las cosas desde el punto de vista humano no
tienen esperanza de arreglo”.
40- Sra.
Otilia Pérez Flores: “La
esperanza la vivió heroicamente. Tenía una gran confianza en Dios. Creo que fue
heroica en la esperanza. Nunca dijo nada en contra por lo que ella sufría”.
41- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Cuando más
firmemente manifestó la virtud de la esperanza posiblemente haya sido en
ocasión de su enfermedad mortal… allí se evidencia su espíritu de fe y su
segura confianza en la eternidad feliz que le esperaba…en todo momento la
virtud de la esperanza venció en ella toda posible crisis de fe…”
42- Pbro.
Carlos A. Pérez: “…actuaba por
amor a Dios y con esa actitud interior de paz…profundamente dulce,
profundamente caritativa”.
43- Agustín
Pérez: “…creo sinceramente que
llegó a mar mucho a Dios y al prójimo y llegó a la santidad”.
44- Assunta
Julia Parodi: “No la recuerdo
ocupándose de cosas que no tenían importancia para su vida o la vida de su
prójimo a quien ella quería mucho”.
45- Mons.
José M. Pérez: “Su vida no tiene
las características de hechos extraordinarios que haya realizado… sino
simplemente con toda sencillez, ella realizaba de un modo fuera de lo común las
cosas ordinarias y es así como manifestó su amor a Dios, en la fidelidad de las
cosas pequeñas”.
46- Delfina
Ortiz Monardes: “ Yo veía que en
su vida Dios siempre tenía el primer lugar,… todo lo hacía con amor; eso a mí
me impactaba mucho, porque no hacía cosas que llamaran la atención, sino que
todas las cosas más simples las hacía por un motivo especial que se traslucía”.
47- Delfina
Ortiz Monardes: “Siempre lo hacía
todo con amor y con paciencia” “Ella tenía el corazón en el cielo, en la
eternidad y por eso decía que la otra vida era mejor. mucho mejor que ésta y
que los sufrimientos de esta vida no se podían comparar con las alegrías del
cielo; el deseo de ver a Dios eternamente la ayudaba mucho en sus momentos
difíciles y deseaba ese encuentro, pero con mucha paz”
48- Pbro.
Carlos A. Pérez: “…todo lo hacía
con tal de agradar a Dios… Y esto lo manifestó en la entrega profunda y en la
fidelidad de las pequeñas cosas de cada día, en el espíritu religioso que
animaba sus prácticas de culto a Dios, en el espíritu de fe que impregnaba su
vida y la llenaba de amor”.
49- Pbro.
Carlos A. Pérez: “en todo lo que
hacía se traslucía amor, paz y dulzura… Todos destacan la dulzura de su rostro,
la dulzura de su corazón, la amabilidad que la caracterizaba en todo momento”.
50- Sra.
Otilia Pérez Flores: “Era muy
bondadosa y amable”.
51- Delfina
Ortiz, se goza diciendo que la
Sierva de Dios era una mujer feliz: “…ella amaba mucho a Dios… y se veía que
todo lo hacía con amor… y este amor lo manifestaba en la alegría que ella
siempre irradiaba… El dolor de la enfermedad parece que la unía más todavía a Dios”.
52- Medelis
Ederlina Narbona González: “Manifestaba
mucho amor en lo que hacía. Amor a Dios y al prójimo…su rostro mostraba una
especial bondad que llamaba la atención… era muy cariñosa”.
53- Mons.
José M. Pérez: “La Sierva de Dios
amó a Dios por sobre todas las cosas, lo dejó todo por amor al Señor, dejó su
familia, su patria, el apego de su propia vida…”
54- Pbro.
Carlos A. Pérez: “En todo momento
su vida fue un acto de amor al prójimo. Cuando llega el momento de ejercitar su
apostolado en el colegio de las Hermanas del Huerto de la calle Rincón, en
Buenos Aires, se la ve siempre disponible para todo…”
55- María
Modesta Díaz: “Nunca vi que
tratara mal a nadie, daba ropa para la gente pobre. Cuando no podían pagar les
regalaba los remedios y la ropa”.
56- Otilia
Pérez Flores: “Ella decía:
tenemos leche de más para los enfermos, ¿por qué no la damos a los pobres?”
57- Delfina
Ortiz Monardes: “…trataba de
ayudar a todos en todo, con mucha sencillez… ella se brindaba más a quien la
necesitaba más; era muy dulce en su trato y esa humildad que supo cultivar fue
muy importante para vivir la caridad con el prójimo…”
58- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Era muy grande
su amor a los suyos y esto lo manifestaba en las cartas que le escribe,…”
59- Mons.
José M. Pérez: “Con las
Religiosas de sus Comunidades vivía en una actitud de fraterna comunión, ella
sentía un natural deseo de vivir en un clima familiar, ya heredado de su
familia…por las referencias que tenemos, en Chile le llamaban la Hermana dulce…
manteníamos una relación epistolar que ciertamente me hacía bien y me daba un
apoyo en estos primeros años de mi entrega al Señor en la vocación del
sacerdocio.”
60- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Tenía un
profundísimo amor por las religiosas de
su Congregación…dice la Hna. Rita que no favorecía de ninguna forma la crítica,
sino al contrario, desviaba la conversación”.
61- Delfina
Ortiz Monardes: “No tengo la
menor duda que ella veía a Cristo en su prójimo; esto lo deduzco de cómo ella
trataba a la gente y cómo le preocupaba la salvación de las almas”.
62-
Delfina Ortiz Monardes: “Con las demás personas del hospital era firme en
lo que tenía que exigir, pero sabía unir la firmeza con la bondad…” “Con
quienes tenía un trato frecuente por motivos de trabajos relacionados con el
apostolado era como una verdadera madre o hermana…”
63-
Josefa García de Volpati: “…siempre serena, alegre, tranquila. A mí me daba
la impresión de que ella siempre pensaba en Dios. Siempre trataba a la gente
con humildad y amor.”
64- Medelis
Ederlinda Narbona: “Todo eso lo
he visto en la Hna. Crescencia como algo natural en ella. Nunca hablaba mal de
nadie; siempre su carita risueña, con carácter alegre. En su sencillez y
alegría irradiaba mucho amor y esto era bien visible”.
65- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Cuando llegó a
Mar del Plata se encontró con estos niños enfermos de tuberculosis, cuando
llegó a Chile se encontró en Vallenar con un pueblo que hacía pocos años había
padecido un terremoto que exigió voltear todas las casas que habían quedado aún
de pie…”
66- Delfina
Ortiz Monardes: “Su amor a Dios
de reflejaba en el amor al prójimo, siempre; la alegría que proyectaba era un
modo de querer a su prójimo…”
67- Delfina
Ortiz Monardes: “Las grandes
muestras de amor al prójimo son todo lo que yo recuerdo de ella, no actuaba mal
contra nadie, no criticaba ni juzgaba…”
68- Delfina
Ortiz Monardes: “Era prudente
manifestando un verdadero equilibrio, por el cual evitaba posturas o
afirmaciones tajantes…”
69- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Para ella la
vocación era algo muy claro, ella sabía muy bien a dónde quería ir…la vocación
fue algo que vivió en su corazón…”
70- Delfina
Ortiz Monardes: “Para ella era
sagrado todo lo que significase observar el cumplimiento de sus votos
religiosos…”
71- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Su actitud de
justicia con los familiares, dándoles el afecto que ellos merecían, manteniendo
con ellos una fluida comunicación epistolar…”
72- M.
Josefa García: “Sí, era muy
querida por todos. Yo la apreciaba mucho porque era una persona muy justa, muy
accesible a cualquier pregunta, fácilmente ella se acercaba a los demás”.
73- Delfina
Ortiz Monardes: “…ella buscaba
hacer felices a los demás y para esto lo primero que deseaba era darles lo que
les correspondía y más aún si podía…”
74- Sra. Ma.
Josefa García de Volpati: “…siempre
serena, alegre, tranquila. A mí me daba la impresión de que ella siempre
pensaba en Dios… Siempre trataba a la gente con humildad y amor”.
75- Delfina
Ortiz: “Yo la veía siempre con un
gran dominio de sí misma y dueña de sus propios impulsos e inclinaciones…la
tengo muy presente como una religiosa dueña de sí misma. Yo la recuerdo muy
bien como una mujer muy paciente siempre y frente a situaciones difíciles,
imprevistas, molestas, ella reaccionaba con dulzura…”
76- Delfina
Ortiz Monardes: “Ella daba mucho
valor a las pequeñas mortificaciones, pero no conozco penitencias grandes; si las
hizo, no lo dijo; por otra parte su salud no creo que le permitiera mucho, pero
su salud pobre ya era un motivo de penitencia que ella aceptaba”.
77- Delfina
Ortiz Monardes: “También luchaba
así contra la pereza que le hubiera impedido proponerse metas propias de la
santidad… este dominio de sí misma era algo constante y heroico; siempre estaba
pronta para el ejercicio de las virtudes y en su mirada se veía la
transparencia de Dios”.
78- Elisa
Herrera Ocaranz, hablando de la
enfermedad de la Hna. Crescencia, manifiesta: “Lo que recuerdo es que la soportó muy serenamente y con mucha
paciencia, nosotras la visitábamos cuando estaba enferma, en algunos momentos
en que estaba sentada en la sala o tomando el sol… Recuerdo que no se lamentaba
de nada…”
79- Sra.
Antonia Verazia I. Sacchetto: “…y
aunque en su interior haya tenido sufrimientos importantes prevaleció en todo
momento una respuesta generosa, alegre y feliz a lo que Dios pedía.”
80- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Podría señalar
entre las cosas arduas, la muerte de su padre en el día de su profesión
religiosa. En segundo lugar la
creencia, cuando era todavía novicia, que a raíz de la fiebre tifoidea que
había dejado rastros en ella, tenía que dejar el noviciado. Esto la hizo sufrir mucho cuando pensó que
tendría que dejar la vida religiosa
por su enfermedad. En tercer lugar podría señalar su viaje a Mar del Plata…
sabía que se encontraría con niños enfermos de tuberculosis ósea…su viaje a
Chile fue nuevamente una gran dificultad que debió asumir. En todas estas
circunstancias, ella demuestra una verdadera fortaleza…”
81- Delfina
Ortiz Monardes: “Edificó a todos
los que la visitaron durante su enfermedad. No perdió la alegría a pesar de que
fuera perdiendo las fuerzas…ella todo lo esperaba de Dios y eso le daba paz y
paciencia.”
82- Sra. Otilia
Pérez Flores: “La Hna. Crescencia demostró la virtud de la fortaleza en
grado heroico, sobrellevando su última enfermedad con gran entereza. Ella
siempre dijo que estaba buena. Era muy humilde. Siempre con su carita risueña.
Nunca dijo que se cansaba de su enfermedad… decía: que se haga la voluntad de
Dios”.
83- Delfina
Ortiz Monardes: “… todo lo sufría
pacientemente; todo lo soportaba sin quejarse, rezaba mucho, se aferraba a la
cruz, vivía muy serena la soledad que se le impuso por su enfermedad, nunca
dijo que la soledad le costara, mantenía la serenidad y alegría de su rostro”.
84- Sra.
Medelis E. Narbona: “Todo lo
sobrellevó con gran entereza, con mucha resignación y paciencia, dando pruebas
de una admirable fortaleza. Ella nunca se quejó de sus dolores”.
85- Agustín
Pérez: “Es muy poco lo que
conozco de todo su tiempo en Chile; en sus cartas dice que su salud no es gran
problema; parece que no nos quería preocupar. Por otra parte siempre fue muy
paciente en todo tipo de molestias y hemos escuchado que esa paciencia la
acompañó en su última enfermedad”.
86- Delfina
Ortiz Monardes: “No se quejaba, rezaba mucho, no quería molestar a
nadie: no perdió la alegría a pesar del dolor y la soledad que debía soportar
por su enfermedad contagiosa. Hasta el último momento hizo esfuerzos para
trabajar hasta el final, aunque estaba muy enferma”.
87- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Estoy seguro de que ejercitó la fortaleza en
grado heroico en todos los momentos de su vida. Esto se manifiesta de una
manera especial en la última etapa de su vida, antes de morir”.
88- Pbro.
Carlos A. Pérez: “Denota una
verdadera entereza de alma, una verdadera actitud de fortaleza que la consigue
especialmente orando; ella vive en
oración; no se queja, no reclama nada, simplemente está como a la espera de la hora
del Señor para su vida; con verdadera fortaleza, con verdadera paz en el
corazón; así también acepta la noticia de la propia muerte como quien ya está
preparada para ese gran momento”.
89-