Familia Gianellina

JUEVES SANTO

JUEVES SANTO

“El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía».Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva”.

(Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto)

 

La liturgia del Jueves Santo es una invitación a profundizar concretamente en el misterio de la Pasión de Cristo, ya que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció “en la noche en que iban a entregarlo”.

 

¿Con qué pagaré al Señor

todo el bien que me hizo?

Alzaré la copa de la salvación

e invocaré el nombre del Señor”.

 

(Salmo Responsorial)

 

 

DE LOS ESCRITOS DE S. A. GIANELLI SOBRE LA EUCARISTÍA

... “¿Queremos riquezas? Las tenemos todas en Él; ¿queremos placeres? Él es el verdadero manantial; ¿queremos la ayuda, la consolación, la paz? Él es el autor dulcísimo.

¿Qué más queremos? ¿Queremos el paraíso también en la tierra? ¿Y no nos lo muestra la fe en el Santísimo Sacramento? ¿No recibimos dentro de nosotros mismos al autor de las delicias y las alegrías del Paraíso? ¿No lo conservamos dentro de nosotros mismos mientras duran las Especies Sacramentales? ¿Qué queremos entonces? ¿Qué más podía darnos el piadoso Señor?; parece decirnos: ¿Qué más podía daros y no os he dado? ¿Qué podía hacer por vosotros y no lo he hecho?

Y para acercarnos a una mesa tan grande, tan portentosa y tan excelsa, ¿no haremos todos los esfuerzos posibles? ¿No estaremos dispuestos a sacrificar cualquier interés, cualquier arrebato, cualquier placer mundano? ¿No nos encenderemos en aquellas vivísimas llamas, en las cuales fueron inflamadas tantas almas amadas de Dios que, con frecuencia, perdieron el uso de los sentidos por la vivísima fuerza de sus deseos hacia este alimento divino? ...(...)...

Venid, adorémoslo, porque el mar es suyo, Él lo hizo un día y también este mundo terreno fue creado por sus manos; venid a postraros delante de Él y adoradlo, porque es verdadero Dios; porque Él no es pan, no es criatura mortal, sino que es el Dios que nos hizo, creándonos un día de la nada.

Lloremos, lloremos de ternura y amor porque Él, que es nuestro verdadero Señor y buen Dios y nosotros somos su amado y bendecido pueblo, es más, el verdadero rebaño que tanto amó y tanto ama hasta alimentarlo de Sí mismo.¡Oh Pueblo! ¡Oh pueblo! ¡Oh alimento!

¡Felices de nosotros si sabemos adorar a este Dios y aprovechar tan grande don!

¿Puede el espíritu tener o desear más cercano, más amado y más amoroso a su Dios? ¿Puede desear mejor medio y tiempo para expresar todos sus afectos, sus deseos y desahogar su amor? ¿Hay alguna gracia o plegaria que aquí no se pueda requerirle mil veces? ¿No se puede aquí volverse mil veces inoportuno de tanto insistir, como nos dice el Evangelio, hasta que se obtenga la gracia?...

Para entender bien cómo Él nos quiere en torno a sí, bastará ver cómo se muestra con nosotros. Podría decirnos: Yo soy Dios que...  pero no -Yo soy el Pan vivo, bajado del cielo. Quien come de este Pan vivirá eternamente -

Él es el Pan, por tanto, no quiere otros que aquellos que desean saciarse de Él. Él es el pan vivo, o como entienden los Padres, es vivificante para que no nos olvidemos de su divinidad y de su gracia.

Él desciende del cielo para hacernos ver su amoroso empeño de llevarnos al cielo con Él. Casi nos dice: Vosotros que rodeáis mi trono, que me adoráis sobre este Altar, recordad que soy vuestro Dios bajado del cielo y por eso estad en mi presencia humildes y reverentes, pero recordad, que no estoy aquí para hacer ostentación de mi poder y de mi gloria.

Estoy aquí para mostraros mi grandísimo amor, aquel amor entrañable que, no contento de haberme llevado a ser mortal, a vivir y a morir sobre la cruz por vosotros, me ha enseñado también a hacerme vuestro alimento, para unirme más estrechamente a vosotros, identificarme con vosotros y no separarme más de vosotros.

-Yo soy el Pan vivo, Yo soy el Pan vivo”.[1]

 

 



[1] Hermana Paz Rausch. Recopiladora. II Formación Gianellina. Junio de 2010. Pág. 7.