28 DE NOVIEMBRE
TIEMPO DE ADVIENTO HASTA EL 16
DE DICIEMBRE
“Ven Señor no tardes, ven que te
esperamos…Al mundo le falta vida y le falta corazón; le falta el cielo en la
tierra, si no lo riega tu amor.”[1]
“Si bien el Mesías ya llegó, la
verdad es que lo estamos esperando. Porque este mundo no funciona bien, porque
nuestro poder humano puede terminar destruyéndonos. Necesitamos que él venga a transformar con su poder este
mundo, que venga a liberarlo definitivamente del mal y a llevarlo a su
plenitud. Estamos esperando al Mesías
porque deseamos el regreso de Cristo, que venga a completar su obra. La esperanza es una actitud que también se necesita para
sostener toda vida humana. Porque esperar es un secreto de la vida interior, de
la fuerza, de la alegría. Cuando alguien espera poco, vive poco. Cuando alguien
ya no espera nada, está a punto de dejarse morir, o simplemente está
sobreviviendo.
Pero si espera
mucho, tiene ganas de vivir y de seguir adelante. Esperar nos estimula,
consuela, anima, ilumina. Pero Jesús ya está, para siempre, está
inseparablemente unido a esta tierra que él ama, porque quiso fundirse con el
polvo de nuestra tierra. Por eso la
esperanza creyente no espera sólo la venida de Jesús, sino también un mundo
nuevo, una humanidad liberada, una sociedad transformada. Eso es lo que se pide en cada
Padrenuestro al decir: “Venga a nosotros tu Reino”. Es el Reino definitivo, cuando ya no habrá más llanto ni dolor.
Así podemos aceptar de modo realista y sereno que ningún anticipo de ese Reino
es la plenitud, y en definitiva, que somos caminantes, que disfrutamos del
camino sin pretender que sea la meta.
La Iglesia es la
comunidad que espera, vigilante, atenta, confiada, alimentando el deseo y la
apertura al Señor que llega. Los creyentes esperamos al Mesías. Pero la Iglesia
no es el Mesías. Por eso, para la Iglesia dejar de esperar es trágico. Ella no
puede sentirse dueña de Jesús porque él es siempre es más de lo que podamos
controlar y dominar. A Jesús lo poseemos, porque vive con nosotros, pero
también lo necesitamos, lo buscamos, lo descubrimos siempre mejor, y en
definitiva, lo esperamos. Somos
la comunidad de los que desean. Deseamos la presencia plena de Jesús, deseamos un mundo de
hermanos, deseamos una sociedad en paz y justicia, deseamos la felicidad para
los pobres. Estamos movilizados por grandes deseos, y por
eso esperamos que Jesús venga a transformar la tierra.
Cuando la
esperanza es intensa se convierte en ganas, en fervor interior, en anhelo
luchador. Y entonces uno deja de ser un muerto en vida. Por eso, cuando la
auténtica esperanza abre la mente y el corazón, eso nos moviliza a un
compromiso y a una entrega con Cristo y con este mundo. Porque cuando esperamos de verdad no nos evadimos, no nos aislamos,
no nos escapamos. Lo
que sucede es que sacamos lo mejor de nosotros mismos y nos ofrendamos a Jesús
para que eso que esperamos se haga realidad, para que venga él con su Reino
nuevo. ¡Ven Señor Jesús!”[2]
[1] Liturgia de las horas para fieles; Laudes Vísperas y Completas;
Versión Litúrgica Oficial; Desclèe de
Brouwer, SA; España. Pág.6.
[2] Radio María Argentina. Monseñor Víctor Fernández.
Recuperado de: https://radiomaria.org.ar/programacion/esperamos-al-mesias/