1º domingo de cuaresma ‘L’
El Evangelio de hoy está lleno de significado; simboliza y sintetiza la identidad del me-sianismo de Jesús, como Hijo de Dios. Jesús se dispone a empezar su anuncio del Reino. Y aquí se plantea qué es lo que ha de significar su misión.
Las tres tentaciones están bien caracterizadas. Lucas les da el siguiente orden: desierto, visión de todos los reinos del mundo, y alero del templo de Jerusalén. Son la propuesta del tentador a Jesús para que actúe por otros caminos diferentes o contrarios al contenido mismo de lo que quiere anunciar: el amor fiel, como única manera de vivir, que realmente humaniza y diviniza.
La posesión del Espíritu de Dios y su dominio de la Palabra lo conducirán a una triple victoria: victoria sobre la necesidad vital, victoria sobre su sed de poder y victoria sobre su propia con-ciencia de ser hijo de Dios.
El relato de las tentaciones condensan de modo ejemplar algo que no se produjo sólo en un momento de la existencia de Jesús, sino que lo acompañó toda su vida y su misión: la ten-tación de manifestarse de modo llamativo como Mesías e Hijo de Dios.
Nosotros, los bautizados tenemos que enfrentarnos a la tentación al igual que Jesús. Pero, co-mo él, también contamos con la fuerza del Espíritu y la luz de la Palabra de Dios. Éstas nos ayudan a superar todos los obstáculos que se nos presentan en nuestro camino de hijos de Dios, llamados a hacer la voluntad del Padre.
TEXTO BIBLICO; Lucas 4,1-13
“Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, du-rante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le respondió: Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre. Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya. Jesús le respondió: Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto. Le llevó a Jeru-salén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y: En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le respondió: Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios. Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno”.
LECTURA: Para comprender la Palabra
Ya es común que al inicio de la cuaresma escuchemos esta escena de las tentaciones de Je-sús en el desierto. En ellas se simboliza no sólo las amenazas que acecharon su camino, sino también las que amenazan a todo cristiano tras su bautismo.
Esta escena introduce su ministerio público. El evangelista ya ha presentado la condición de Jesús como Hijo de Dios y la presencia en él del Espíritu Santo. Lucas ahora destaca: el carác-ter itinerante de estos días: “durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto”; Jesús es itinerante y la historia salvífica, un camino; Jesús es presentado como “lleno del Espí-ritu Santo”; las tentaciones culminan en el templo, lugar santo donde Dios debe ser adorado.
Jesús tentado y victorioso es modelo e imagen de lo que la Iglesia se propone realizar durante la cuaresma: renovarse en el camino hacia la Pascua.
MEDITACIÓN Para escuchar la Palabra
Jesús fue tentado. El relato es evangélico. La tentación no es separación sino oportunidad para quedarnos con Dios. La tentación la tienen los hijos de Dios, no los extraños. Sólo los hijos ex-perimentan la tentación de renegar del Padre. Jesús experimentó como hijo dudas, rebeldías, ansias de libertad semejantes a las que nosotros tan a menudo sentimos. El creyente tentado no es el más débil sino quien más posibilidad tiene de mostrar su fortaleza. Quien ha sido pro-bado, ha probado su fidelidad.
¿Cuáles son mis tentaciones como hijo?
¿Creo que, como Jesús, yo también soy hijo de Dios y puedo vencer la tentación?
¿Cómo nos podemos ayudar unos a otros?
La manera como Jesús hizo frente saliendo victorioso
¿es mi manera de afrontarlas y superarlas?
¿A qué suelo recurrir para enfrentarlas?
Si la tentación es el camino para quedarnos de forma más consciente con Dios, nuestro Padre, hasta de ellas tendríamos que dar gracias.
¿Cómo ilumina este pasaje mi modo de vivir el compromiso cristiano?
ORACION Para orar la Palabra
Dios y Padre Nuestro, fija tus ojos en tu pueblo, contempla a tus hijos que,
como peregrinos hacia la tierra prometida, te invocan desde la prueba del desierto
y desde el desierto de la aridez de los tiempos.
Haz que no corramos tras el espejismo de los falsos dioses de nuestro pensamiento
ni de las quebradizas obras de nuestras manos.
Fortalécenos y guíanos con tu Santo Espíritu y concédenos servirte sólo a ti
con el corazón renovado por la conversión.
Desde el desierto de nuestras tentaciones elevamos
nuestro corazón para que nos eches una mano.
Sentimos hambre de tener cosas y más cosas,
ayúdanos a alimentarnos del pan de tu Palabra para que te sintamos cerca.
Sentimos también el deseo de mandar sobre los demás.
Danos tu Espíritu que nos haga capaces de servirte sólo a Ti
y a los que están cerca de nosotros con un corazón nuevo.
Muchas otras veces queremos destacar, aparentar ser de los mejores.
Danos la humildad de Jesús, sentirnos pequeños, entre tus manos,
acompañados por tu presencia en este lugar de desierto.
ACCIÖN Para vivir la Palabra
Haz un buen examen de conciencia y acércate al sacramento de la reconciliación.
Intensifica tu oración personal. Que crezca en ti el sentimiento de Misericordia y con-fianza en Dios y con las personas.
También tú, como Jesús, puedes ser tentado y seducido a partir de cosas buenas, pero desviando su sentido.
Reconoce tu fragilidad, tu debilidad, tu pecado y procura evitar lo que te separa del Se-ñor.