23º SEMANA DUARNTE EL AÑO
Lunes 6 de setiembre
Lucas 6,5-11: “Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en sá-bado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo”. “Voy a hacerles una pregunta: ¿está permiti-do en sábado hacer el bien o hacer el mal? ¿salvar una vida o perderla?”.
Dejemos que Jesús nos mire como miró a los fariseos, dejemos que nos confronte en las mo-tivaciones e intereses que rigen nuestras decisiones y nuestro actuar de cada día. Dejemos resonar las preguntas de Jesús, dentro de nosotros y que surja con sinceridad nuestra res-puesta. El hombre del milagro que Jesús realiza, no había pedido nada. Simplemente estaba allí, como habrá estado tantos sábados de su vida. Jesús hace este milagro en la sinagoga con el objetivo de que sea una enseñanza para todos. Allí, en el lugar donde se meditaba la Palabra, él quiere que aparezca el cuestionamiento. La Palabra de Dios no fue dada para dejarnos para-lizados, sino para traernos vida en abundancia y salud. El Evangelio nos pone en camino, nos reta a hacer el bien, sin reparar en las dificultades o peligros que nos pueda acarrear. ¿Nos sen-timos urgidos por las palabras de Jesús? ¿Nos comprometemos al servicio de la vida?
Martes 7 de setiembre
Lucas 6,12-19: “Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Após-toles…”
La escena descrita en el evangelio nos muestra como Jesús, luego de un íntimo encuentro con el Padre, y seguramente luego de un hondo proceso de discernimiento, elige a doce hombres de entre un gran grupo de seguidores. No fue al azar, no fue impulsivamente, tampoco fue por amistad previa ni por beneficio personal o “acomodo”. Estas doce personas, llamadas por Je-sús para formar la primera comunidad, no eran santas. Eran personas comunes, como todos nosotros. Tenías sus virtudes y sus defectos. Los evangelios informan muy poco sobre la for-ma de ser o el carácter de cada una de ellas. Pero lo poco que informan es motivo de consola-ción para nosotros. Hoy podemos hacer memoria agradecida, teniendo presente a quienes han sido llamados a algún servicio en la comunidad (a algún asesor o catequista, por ejemplo) y agradecer a Dios por esa vocación y su contribución a la misión.
Miércoles 8 de setiembre: Celebramos hoy a nuestra Madre, la Virgen María en su Natividad, en su cumpleaños (F)
Mateo 1,1-16.18-23: “Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo”.
Cada vez que recitamos el credo evocamos esta página del Evangelio de Mateo: Jesús ha venido a nosotros y ha nacido de María, por obra del Espíritu Santo. Dios Padre, preparó a Ma-ría para esta misión única y trascendental: ser la Madre del Salvador.
La colmó del Espíritu Santo y la adornó con gracias y dones especiales..
Cada vez que celebramos a la Virgen, que es causa de nuestra verdadera alegría, volvemos a renovar nuestra fe, y tomamos conciencia de todos los dones que Dios nos viene regalando desde siempre..
Supliquémosle a Ella que, también nosotros, confirmados por el Espíritu Santo, vivamos nues-tra vocación de testigos de Cristo. Ofrezcamos también hoy nuestra oración por aquellos hom-bres y mujeres que, como María, sienten la llamada a ser totalmente de Dios en la vida consa-grada.
Jueves 9 de setiembre
Lucas 6,27-36: “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso”.
El Evangelio de hoy nos enseña que tenemos que ir más allá de lo correcto, que debemos lle-gar hasta lo que humanamente parece imposible: amar al enemigo.
Nos pide que en nosotros prevalezca siempre el amor, incluso en circunstancias difíciles y es porque sabe que si en nuestro corazón acumulamos odio, rencor, venganza, no podemos ser felices, porque nuestro corazón está hecho para amar. Pero sólo el corazón animado por la fe, que viene de Dios puede animarse a tanto. El mensaje de Jesús supera la justicia; va más allá, para ayudarnos a ser verdaderamente hijos del Padre del cielo, que es bueno también con los ingratos. Así, aunque nos parezca imposible, debemos recordar que sólo el amor del Padre puede provocar en nosotros semejante amor. Sólo porque nos experimentamos como hijos muy amados, podemos pedir al Padre que extienda su amoroso poder sobre todos, aun sobre los que no nos aman, porque Él es compasivo con todos, a todos ofrece su amor, su perdón.
¿Qué quiere decir “ser misericordioso como el Padre celestial es misericordioso»? ¿Cómo estoy mi-rando a mis hermanos, especialmente a quienes no han obrado bien conmigo?
Viernes 10 de setiembre
Lucas 6,37-42: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? … ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
En el Evangelio de hoy Jesús nos dice: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?
Nuestro egoísmo nos hace ver con mayor detención y facilidad, las faltas de nuestro prójimo. Pero el Señor nos recuerda que si queremos recorrer sus caminos (que conduce a la santidad, al Reino de los Cielos), debemos mirar nuestra vida… y hacer el firme propósito de no juzgar la actuación de las personas con las que compartimos la vida, porque muchas veces nos equivo-camos y caemos en serias injusticias e incomprensiones. Hoy, más que nunca necesitamos darnos cuenta de nuestras actitudes y lo que ellas pueden estar significando para los demás; necesitamos pedirle al Señor que nos enseñe a no caer en la crítica o el juicio fácil, que logre-mos tratar a los demás como Él nos trata: comprendiendo nuestras limitaciones, disculpando nuestras faltas, poniendo atención a nuestras necesidades, ayudándonos a ser mejores, porque nos ama.
A la luz del evangelio nos podemos preguntar hoy: ¿Soporto, comprendo, perdono o critico con dure-za los defectos y pecados de mis hermanos?
Sábado 11 de setiembre
Lucas 6,43-49: “¿Por qué ustedes me llaman: «Señor, Señor», y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquél que viene a mí, escucha mis palabras y las practica…”
El evangelio de hoy nos presenta la parte final del llamado Sermón de la llanura. Se nos dice que no basta decir Señor, Señor, pues lo importante no es hablar bien de Dios, sino hacer la voluntad del Padre para comunicar su presencia en el mundo. Así, escuchar y practicar, son los verbos claves en este texto y el mismo Dios se vuelve fuente de seguridad para nosotros, cuando tratamos de practicar su voluntad. Así se convierte para nosotros en el fundamento de nuestra vida, en la roca que nos sustenta en la hora de las dificultades y de las tormentas.
A la luz de este relato nos podemos preguntar ¿lo que estoy construyendo con mi vida se está sosteniendo en Dios?
Domingo 12 de setiembre (24 durante el año)
Marcos 8,27-35: ““¿Quién dice la gente que soy yo?”… “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas”.“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”. Pedro respondió: “Tú eres el Mesías”… Y Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser recha-zado por los ancianos, … que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días…”
Llegamos hoy al punto crucial en el que Jesús, después de haber verificado que Pedro y los otros once habían creído en Él como Mesías e Hijo de Dios "empezó a explicarles que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho..., y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día". Es un momento crítico en el que emerge el contraste entre la forma de pensar de Jesús y la de los discípulos. Pedro, de hecho, se siente en el deber de regañar al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final así de innoble. Entonces Jesús, a su vez, regaña duramente a Pedro, le marcó la línea, porque no piensa "según Dios, sino según los hombres" y sin darse cuenta hace la parte de Satanás, el tentador.
Sobre este punto insiste también el apóstol Pablo, que escribiendo a los cristianos de Roma, les dice: "No se ajusten a este mundo, no vivan con los esquemas de este mundo, sino transfór-mense con la renovación de la mente, para que puedan discernir lo que es voluntad de Dios". (Papa Francisco)