EL
PENSAMIENTO DE S. A. GIANELLI
SOBRE LA ESPERANZA
El
pensamiento de Gianelli sobre la esperanza se expresa ampliamente en la homilía
hecha por el Santo el día de la Epifanía de 1841, donde habla de los Magos como
de “maestros de esperanza”. Se trata de un texto natalicio más que pascual,
pero es igualmente capaz de decir una palabra de esperanza a nuestro corazón.
Escuchemos algunos de sus pasajes que, más allá del lenguaje, son actuales,
hermosos y comprometedores.
“… Os diré que algunos reconocen en el
incienso, que los Magos, tan devotamente ofrecieron al Salvador del mundo, un
símbolo de la esperanza que por medio de la oración, se eleva a Dios ‘como
suave y oloroso perfume…’. Tres admirables cualidades se pueden reconocer
fácilmente en la esperanza de los Santos Reyes Magos y son precisamente las que
constituyen el carácter de la esperanza cristiana: fue grande, fue estable, fue
generosa.
Fue grande como convenía a quienes comenzaban
a creer en Dios; fue estable como convenía a los se apoyaban en Dios; fue
generosa como convenía a quienes no tenían otro objeto que Dios. Veámosla
primeramente en su grandeza.
…Los
Magos, llegados al conocimiento del verdadero Dios y de su infinita bondad
hacia los hombres, concibieron una esperanza digna del Dios que los había
llamado e iluminado. Y todo el saber humano al que se habían dedicado y las
riquezas que poseían, y el fasto del mundo, y los aplausos de los hombres y la
corona y el trono… todo lo consideraron vil y despreciable en el momento de
convertirse en súbditos y siervos del verdadero Dios…
¿Cómo se tienen en pié, confrontados con todo
esto nuestras esperanzas?; ¿cómo sabemos amar y honrar a este Dios que
conocimos desde niños y en quien, osamos decir, hemos puesto toda nuestra
confianza?¿Con qué prontitud lo servimos? ¿Hasta qué punto estamos prontos a
ofrecerle y sacrificar lo que tenemos, nuestras inclinaciones, nuestra vida?
¡Ay,
mis queridos! Nosotros somos antiguos en esta fe y parece que todavía no
conocemos a Dios. Aprendimos a invocarlo con el nombre de Padre y no lo amamos
nunca como verdaderos hijos, y decimos haber puesto en Él nuestra
esperanza y siempre esperamos del mundo
nuestro bien, nuestra fortuna… Aprendamos de una vez que si verdaderamente creemos
en Dios, en Dios debemos esperar, y con una esperanza grande, que sea digna del
gran Dios que adoramos, porque sólo a ella El promete sus socorros y su
asistencia…
Pero
no solamente debe ser grande nuestra esperanza; debe ser firme y tal como para
resistir a todo golpe, a todo contraste… Los Magos, así, verdaderos padres y
verdaderos maestros de nuestra esperanza, no miraron la humildad, la bajeza, la
miseria,… sino que creyeron, reconocieron y adoraron en el Niño Jesús nada
menos que cuánto tiene de grande el cielo y la tierra; creyeron, reconocieron,
adoraron a Dios…
Aquí
se demuestra cuánto puede y cuánto resiste la esperanza cristiana, si está
firme y bien enraizada. Lejos de abatirse y debilitarse, cuando es contrariada,
ella más bien se vigoriza y se dilata y se perfecciona… sabe que Dios no se
quiebra, sabe que Dios no cambia, sabe que Dios no falta, sino que puede y
quiere todo para el que verdaderamente confía en Él; …Y cuando la cosa
prometida parece alejarse o perderse o no queda
de ella más que la sombra, es el momento que más cree y con más
seguridad la espera: ‘ creer contra toda esperanza’
Para
tener una idea real de la esperanza de los Magos, es necesario que la veamos,
si bien, brevemente en su generosidad. Ya vimos que los Magos en todo se
mostraron generosos: generosos en el dejar sus reinos, sus casas, sus familias,
sus haberes, y en el aventurarse, con todos los riesgos, a hacer un viaje
desconocido; generosos en los dones que presentaron, no tanto por el oro, el
incienso y la mirra que ofrecieron como dones, sino por el corazón y los
afectos con que acompañaron estos dones, porque no pensaban otra cosa que
ofrecerse ellos mismos…
Ante
esto, ¿qué decís hijitos míos, de una esperanza tan generosa? … ¿Por qué no los
imitamos? ¿Por qué no aprendemos de ellos a llenar el espíritu y el corazón de
las cosas de Dios, de las cosas del cielo….? ¿ por qué, conociendo a nuestro
gran Dios, y creyendo en Jesús Salvador, no ponemos en Él, como los Magos
nuestras esperanzas, y con la viva esperanza del paraíso, no aprendemos a
vencer la impiedad, y los deseos mundanos y no nos entregamos a una vida
sobria, justa, devota…
…
como todos nosotros, profesamos la misma fe, tratemos de tener y nutrir todos
la misma esperanza.
Esperanza grande, esperanza firme, esperanza generosa que no sea indigna del Dios que adoramos…”