FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS - 7 de enero

FIESTA DEL BAUTISMO DE JESÚS                   7 de enero

Tú eres mi Hijo Amado, mi preferido


Juan habló de una nueva presencia del Espíritu en la tierra, vio una salida para la profunda crisis religiosa que vivía su pueblo, miró a los cielos cerrados y descubrió que se abría paso una esperanza. No estamos tan lejos de esa situación. En la oración acogemos el don del Espíritu, escuchamos su música callada, nos dejamos empapar y empujar por Él. Es hora de ser fieles al Espíritu. 

¿Qué caminos nuevos nos está proponiendo? 

¿Cómo quiere renovar la fe dormida? 

¿Cómo desea tocar esas dudas que tanto nos cansan? 


Jesús, el rostro humano de Dios, se pone en la fila con los pecadores, se abaja, se hace her-mano.  El Evangelio nos invita a recobrar un corazón contemplativo para leer asombrados esta historia de amor. ¡Qué grande es su humildad y dulzura! ‘Nunca se cansa de humillarse por nosotros’. Puestos ante Jesús, con el corazón abierto, dejamos que nos mire. ‘ ¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia!’ (EG 264). 

El Espíritu nos hace esperar el amor. Estas palabras, que solo puede decir el Amor, responden a nuestras necesidades más profundas.  Nuestra tristeza solo se cura con su infinito amor. ¡Amados, bendecidos en Jesús, llamados a vivir y comunicar el proyecto del Padre como una oferta de bondad para la humanidad! 


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

Ven Espíritu Santo, Ven a nuestra vida,

a nuestros corazones, a nuestras conciencias.

Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad 

para entender lo que el Padre quiere decirnos

a través de su Hijo Jesús, el Cristo.

Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida

y se haga vida en nosotros.  Amén


LECTURA.  Marcos 1,7-11


En aquel tiempo, proclamaba Juan: Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquie-ra soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a uste-des con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo». .En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección»."     Marcos 1, 7-11


¿Qué dice el texto?


Marcos presenta un escrito muy simple para detallar este momento, pero al igual que los otros sinópticos indica que la vida pública de Jesús comienza en el momento en que se presentó para ser bautizado por Juan.

Reconstruimos el texto:


  ¿Cómo comienza este relato?

  ¿Qué decía Juan sobre sí mismo?

  ¿Qué decía sobre el que vendría detrás de Él?

  ¿Juan se siente digno de anunciarlo? ¿Qué expresión usó?

  Juan bautizaba con agua ¿Con qué bautizará el que viene?

  ¿Qué hizo Jesús cuando llegó al Jordán?

  ¿Qué signos se vieron después que salió del agua?

  ¿Qué significa que el Espíritu Santo bajó sobre Jesús como Paloma?

  ¿Por qué es importante la voz del Padre sobre su Hijo? ¿A quién representa Jesús?

.

MEDITACIÓN   ¿Qué me dice el Señor a mí en el texto? 


Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:


? Te has dado cuenta que en algunas ocasiones los cristianos nos sentimos más seguros y con gran autoridad por conocer de Cristo, incluso a veces tristemente hasta despre-ciando a los demás ¿Está bien esta actitud?

? ¿Qué nos diría a nosotros Juan el Bautista cuando nos viera muy orgullosos frente al mundo por ser discípulos de Cristo?

? ¿Acaso no hemos puesto más fuerza en cosas externas como adornos, vestimentas, edificios… y sobre eso nos vanagloriamos?

? ¿Qué deberíamos decir hoy ante la presencia de Juan el Bautista? 

? ¿Hacemos el esfuerzo por imitarlo?


Jesús es Dios, merece toda la adoración y gloria, y aún así, fue a presentarse para ser bauti-zado por Juan  

? ¿A qué clase de humildad me invita hoy el Señor? 

? ¿Es posible imitar la humildad del salvador?


Volvamos sobre los privilegios que tenemos los cristianos… 

? ¿No será que hacemos demasiado alarde de los privilegios cristianos, y nos olvidamos de ser humildes?

? ¿Dejamos que el Espíritu Santo venga sobre nosotros? 

? ¿Lo invocamos con frecuencia? 

? ¿Le pedimos que nos asista en todas las actividades de nuestra vida? 

? ¿Somos dóciles a la acción del Espíritu Santo en nuestra vida? 

  ¿somos tercos y dejamos que nuestros caprichos manden?

? ¿Escucho la voz de Dios? 

? ¿Soy consciente que escuchar es también obedecer?

? ¿Reconozco todos los días de mi vida que Jesús es el salvador y redentor de la huma-nidad, en la que me incluyo?


ORACIÓN  ¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?


Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de de-cirle algo al Señor

 

Señor, Tú que nos llamaste para seguirte y estar contigo, ayúdanos a vivir lo que nos pides,

a hacer vida lo que nos enseñaste. Danos la gracia de tener en ti la alegría, de manifestar el amor del Padre con nuestras actitudes, con nuestras obras. Que todo lo que hagamos, Señor como lo has hecho Tú.


Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Añadimos unas inten-ciones de oración.

CONTEMPLACIÓN  ¿Cómo reflejo en mi vida lo que me dice el Señor en el texto?


Tener a Dios como Padre, implica vivir como Jesús, siendo hijo en el Hijo, ¿qué puedes hacer para vivir más plenamente la relación de tener a Dios como Padre?, ¿cómo lo puedes manifes-tar y exteriorizar.

El Espíritu Santo es el don que el Hijo nos promete para que vivamos como Él lo ha hecho, ¿qué puedes hacer para dejar que el Espíritu actúe en tu vida y te llene con tu presencia?

Jesús, el Hijo amado del Padre, nos hace tomar conciencia de que su Palabra son palabras de vida eterna. ¿Qué puedes hacer para hacer vida lo que el Señor quiere y espera de ti?, ¿cómo?

Sólo Jesús puede dar a la Iglesia un rostro nuevo. ¿qué caminos nuevos hemos de buscar para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo se encuentren con Dios?



ACCIÓN  ¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

  Vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Aunque ya conozca el texto desde mucho tiempo, quiero dedicarle mi oración fecunda. 

  ¿A qué me invita? Para demostrar que sí estoy haciendo lo que el Espíritu me impulsa y escucho la voz del Padre, voy a dejar de pensar en mí mismo, para hacer algo por los demás. Una acción concreta, como visitar a un enfermo, a un privado de libertad, o a alguien que lo necesite. Haré una acción que demuestre que estoy tomando en serio la voluntad del Señor.


  En grupo: Buscar lo que significa sumergirse en el misterio trinitario. Hacer un cartel para la comunidad intentando expresar lo que sentimos al ser cada uno parte de este misterio, al que nos rescató Cristo, y hacer una actividad festiva, que demuestre nuestra alegría cristiana.



Para pprofundizar

ESCUCHAR LO QUE DICE EL ESPÍRITU


Los primeros cristianos vivían convencidos de que para seguir a Jesús es insuficiente un bau-tismo de agua o un rito parecido. Es necesario vivir empapados de su Espíritu Santo. Por eso en los evangelios se recogen de diversas maneras estas palabras del Bautista: «Yo os he bautizado con agua, pero él (Jesús) os bautizará con Espíritu Santo».

No es extraño que en los momentos de crisis recordaran de manera especial la necesidad de vivir guiados, sostenidos y fortalecidos por su Espíritu. El Apocalipsis, escrito en los momentos críticos que vive la Iglesia bajo el emperador Domiciano, repite una y otra vez a los cristia-nos: «El que tenga oídos, que escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias».

La mutación cultural sin precedentes que estamos viviendo, nos está pidiendo hoy a los cristia-nos una fidelidad sin precedentes al Espíritu de Jesús. Antes de pensar en estrategias y recetas pastorales ante la crisis, hemos de preguntarnos cómo estamos acogiendo nosotros el Espíritu de Jesús.   En vez de lamentarnos una y otra vez de la secularización creciente, hemos de preguntarnos qué caminos nuevos anda buscando hoy Dios para encontrarse con los hombres y mujeres de nuestro tiempo; cómo hemos de renovar nuestra manera de pensar, de decir y de vivir la fe para que su Palabra pueda llegar hasta los interrogantes, las dudas y los miedos que brotan en su corazón.    Antes de elaborar proyectos pensados hasta sus últimos detalles, necesitamos transformar nuestra mirada, nuestra actitud y nuestra relación con el mundo de hoy. Necesitamos parecernos más a Jesús. Dejarnos trabajar por su Espíritu. Solo Jesús puede darle a la Iglesia un rostro nuevo.

El Espíritu de Jesús sigue vivo y operante también hoy en el corazón de las personas, aunque nosotros ni nos preguntemos cómo se relaciona con quienes se han alejado definitivamente de la Iglesia. Ha llegado el momento de aprender a ser la «Iglesia de Jesús» para todos, y esto solo él nos lo puede enseñar.

No hemos de hablar solo en términos de crisis. Se están creando unas condiciones en las que lo esencial del evangelio puede resonar de manera nueva. Una Iglesia más frágil, débil y humilde puede hacer que el Espíritu de Jesús sea entendido y acogido con más verdad.

(Carmelitas de Europa)