6ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 12-18 de febrero

6ª SEMANA DEL TIEMPO  ORDINARIO  12-18 de febrero

Lunes 12 de febrero 

Marcos 8,11-13: “Les aseguro que no se les dará ningún signo". Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla”.

En el Evangelio de hoy vemos que el mismo Cristo suspira tristemente asombrado al verificar la ceguera con que los fariseos se niegan a ver los signos realizados por Él. Los en-fermos, los extranjeros, los leprosos se acercaban a Jesús con mucha confianza. Pero los fariseos piden una señal para probar que su misión venía de Dios. Su incredulidad contrastaba con la fe del pueblo sencillo. El suspiro profundo de Jesús ante los fariseos muestra la indignación que no podía ocultar ante esa hipocresía. Ellos, en realidad, estaban pidiendo algo que no deseaban, ya que no estaban dispuestos a creer en Jesús y les molestaba su fama. Ante esta narración sería bueno preguntarnos cómo está nuestra fe. Recorramos, con los ojos de la Fe, nuestra vida y veremos que Dios ya ha querido regalarnos signos más que elocuentes de su presencia en nuestra vida y de su amor por nosotros. Se trata, entonces, de abrir los ojos y no tanto de pedir más signos, sino de ser capaces de descubrir los que ya están, los que ya han sido, los que en este mismo momento son. El Evangelio termina dura-mente, diciendo que Cristo se marchó y se fue, literalmente, a la orilla opuesta. Quiera Dios que también nosotros partamos con Cristo hacia la orilla opuesta y que vivamos con Cristo en la orilla de la fe, de la confianza en Dios, donde los signos, ya existentes, se dejan ver con claridad. 


Martes 13 de febrero

Marcos 8,14-21: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Hero-des".

Jesús nos hace una advertencia contra la actitud de los fariseos que, aunque había signos, no querían entender. La levadura de los fariseos es la desconfianza. La levadura pe-netra toda la masa y la desconfianza infecta todo. Cuando los discípulos comentaban que no tenían pan, Jesús temía que se contagiaran de esa incredulidad. Por eso le hace ver que, después de haber presenciado la multiplicación de los panes, no deberían estar preocupados por la falta de pan. El Maestro que los llamó no podría dejarlos sin el sustento. Jesús usa el lenguaje de la levadura, para referirse a los poderosos de su época. La levadura de ellos es la incredulidad que se convierte en necesidad de controlarlo todo con sus fuerzas humanas. También los creyentes, sin darnos cuenta, podemos construir nuestra vida sin el Señor, con-fiando sólo en nuestros cálculos limitados. Pero Dios no es un ser lejano y su providencia nunca nos abandona. Es un padre, que está pendiente de cada uno de nosotros y que ha puesto un ángel para que nos guarde en todos nuestros caminos. Por eso la pregunta: “¿To-davía no comprenden”? del evangelio de hoy es también para cada uno de nosotros.


Miércoles 14 de febrero    MIÉRCOLES DE CENIZA

Mateo 6,1-6.16-18: “Guárdense de las buenas acciones hechas a la vista de todos, a fin de que todos las aprecien. 

Con la imposición de la ceniza comenzamos el Tiempo de Cuaresma, tiempo fuerte que nos irá preparando para la gran fiesta de la Pascua. Las lecturas de este día nos dan la pauta a seguir para todo este período cuaresmal.  En el Evangelio, Jesús da instrucciones de cómo realizar bien el ayuno, la oración y la limosna.  Hoy nos  dice: No hagas el bien para que te vean los demás, si das limosna, no lo anuncies, no lo muestres, sino hazlo en lo secreto, cuando ores, no te hagas notar, sino ora en la intimidad, cuando ayunes, no te hagas el pobrecito, perfúmate, para que sólo Dios sea el motivo de tu amor; para que se alegre y haga fecundo tu obrar, tu vida,  y te recompense. Qué Bueno que el Señor nos sacuda un poco en nuestra motivaciones, que nos haga cuestionar el por qué y el motivo de nuestras obras o modo de vida, que nos lleve a preguntarnos si somos buenos para que los demás nos vean y nos pongan “me gusta” o porque “El es bueno” y para su Mayor Gloria. Linda Palabra nos deja hoy el Señor para que mirándolo y escuchándolo a Él podamos renovar nuestras motivacio-nes. ¿Por que soy bueno, generoso, servicial? ¿Busco el aplauso o el “me gusta” o el agradar y parecer al Padre que está en el cielo y que ve en lo secreto?

Gracias Señor porque nada escapa a tu mirada, porque todo lo que se hace por amor a ti y para tu gloria y aunque nadie lo sepa o lo vea se hace fecundo, que siempre busque agradarte y ¡siempre seas el importante! Danos un corazón semejante al tuyo.


Jueves 15 de febrero

Lucas 9,22-25: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. …¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?"

Jesús anuncia su pasión y resurrección y pide a sus discípulos que ellos también refle-jen este misterio en sus vidas. Todo discípulo tiene que cargar con la cruz: las molestias, los cansancios y las renuncias de la existencia. Cuando se comparte la pasión del Señor, la vida no se arruina, sino que se salva. Aceptando la cruz de cada día, se vive con mayor profundi-dad, con un sentido especial. Pero Jesús, cuando habla de la cruz de sus discípulos, se refiere, sobre todo, a los sufrimientos que ocasiona el anuncio del Evangelio: la incomprensión, los desprecios, las burlas, las persecuciones. Por eso ruega a los discípulos que no se aver-güencen de él y de sus palabras, cuando el mundo los rechace. Hoy nos pide lo mismo a no-sotros y nos dice ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde y arruina su vida?. 


Viernes 16 de febrero

Mateo 9, 14-15: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?"… "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el mo-mento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán”

El texto de hoy nos cuenta que los discípulos de Juan el Bautista, seguían aferrados a las viejas normativas, aferrados a las penitencias, con una mirada pesimista de la vida. Jesús les quiere hacer ver que tienen que estar de fiesta, porque el Reino de Dios está entre ellos. Jesús les quiere demostrar que lo más importante no son las prácticas que ellos hacen, sino vivir en el amor.   En este tiempo de Cuaresma, la liturgia nos invita a no estar buscando sa-crificios extras a lo que ya vivimos en la vida cotidiana; el Señor nos invita a través de su Pa-labra a llevar y soportar con amor y con paciencia las molestias que forman parte de nuestra vida. Estas prácticas que nos propone la Iglesia del ayuno, la limosna, la oración no tendrían sentido si uno no lo vive desde el amor. Le vamos a pedir a Jesús en este tiempo de Cua-resma que estas prácticas no sean para tener una actitud pesimista ante la vida, sino que nos despierte una actitud de amor para con los hermanos. Aprovechemos esta Cuaresma, no tanto para refugiarnos en prácticas exteriores, sino para descubrir en qué tiempo estamos, y qué de nuestras vidas necesita una profunda y honda conversión. Todas y cada una de las invitaciones que la Liturgia de la Iglesia nos hace en Cuaresma, persiguen un mismo fin: la conversión del corazón, la vuelta a Dios y a su Evangelio. No caigamos en el error de concen-trarnos en los medios y olvidarnos del fin: ¡la conversión del corazón!


Sábado 17 de febrero

Lucas 5, 27-32: “Jesús y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. 

Seguramente muchos de los amigos de Leví, no cabrían en su asombro al saber lo que estaba pasando. Leví, el publicano, ofrecía un banquete de despedida porque iba a dejar todo lo que tenía, para seguir a un rabí llamado Jesús y que no tenía dónde reposar la cabeza.  La decisión la había tomado en la mañana, cuando, quién sabe por qué, Jesús había pasado por la recaudación de impuestos y le había invitado a seguirle. “Ven y sígueme”, eso es todo lo que nos dice el evangelio. No sabemos si ya lo conocía, si le había oído en alguna ocasión... nada, tan sólo que dejándolo todo lo siguió.  Eran muchas las cosas que Leví debía dejar abandonadas en el baúl de los recuerdos para siempre. Pero Leví no puso cara triste, quejándose y lamentándose por qué le había tocado a él. Al contrario de todas las expectati-vas, organiza una fiesta. Cuánto tenemos que aprender de Leví. Él sí se dio cuenta de que nada en la vida, ni placeres, ni riquezas, ni nada de nada, podían compararse con el Tesoro que había encontrado. Y como buen recaudador supo venderlo todo para adquirir una ganan-cia infinitamente mayor. Que en esta Cuaresma también nos encontremos nosotros con Cristo y sepamos dejarlo todo para seguir al único por el que vale la pena dejarlo todo: un rabí llamado Jesús.


Domingo 18 de febrero      PRIMER DOMINGO DE CUARESMA “B”

Marcos 1,12-15: “…el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó allí cuarenta días,… dejándose tentar por Satanás. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: conviértanse y crean en el Evange-lio.»

El miércoles de ceniza, iniciamos el camino cuaresmal. Como preparación, debería-mos haber mirado todo lo que hemos hecho, y lo que no hemos hecho, durante todo este tiempo, porque sólo así podremos hacer el acto de reconciliación con Dios, porque el camino de la cuaresma es un camino de perdón y reconciliación.  Un perdón y una reconciliación que nos llevarán a recibir con júbilo la oportunidad que, con su muerte y resurrección, Dios nos traerá de la mano de Jesús. Para ello, todos nosotros debemos pasar nuestros 40 días de desierto, como Jesús hizo. 40 días que nos servirán para la reflexión, la introspección y la reconstrucción. 40 días para mirar hacia atrás, repasar nuestros actos y corregir nuestras faltas. 40 días para prepararnos, para estar dispuestos a aceptar ese nuevo pacto firmado con la sangre de Cristo, el pacto del sacrificio mayor, el pacto que Dios hizo con nosotros firmado con Amor. 

Atravesaremos nuestro desierto personal, esperaremos que escuche nuestras suplicas, en-tonces nos purificaremos con el perdón y atravesado el desierto acompañaremos a Jesús hasta la cruz para resucitar con Él, llenos del amor del Padre y de la luz de su Palabra.

No es este el único pacto que Dios ha hecho con nosotros. A lo largo de la historia se acerca y nos brinda cientos de oportunidades para cambiar, nos perdona, nos ofrece luz para nuestro camino. Nos toca a nosotros ahora cumplir, esforzarnos y usar los dones que nos regala para hacer de su sacrificio de amor una realidad diaria. Nuestra realidad.