LECTIO DIVINA - 2º DOMINGO DE CUARESMA ‘L’

La Iglesia nos propone para el 2º domingo de Cuaresma, el Evangelio de la Transfiguración de Jesús, según San Mateo.

 

 “En este acontecimiento –dice el Papa- vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1). (P. Francisco -Mensaje Cuaresma 2023)

 

Invocación al Espíritu

 

Ilumínanos, Espíritu Santo.

Transfigúranos.

Abre nuestros ojos para ver a Jesús.

Abre nuestros oídos para escuchar a Jesús.

Ayúdanos a bajar a la vida de cada día

llevando la luz del Evangelio.

 

CANTAMOS: Espíritu Santo, ven, ven  …..

 

LECTURA: EVANGELIO DE S. MATEO 17,1-9

 

“En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

 

LECTURA, ¿Qué dice el texto?

 

El Evangelio de este 2º domingo de Cuaresma, comienza diciendo “seis días después”, esto es, cuando Pedro pronuncia su profesión de fe en Jesús, el Cristo, el Mesías, el Salvador. Pero también inmediatamente des pues de la declaración de Pedro, Jesús les había anunciado la Pasión, y ellos quedaron confundidos, porque no entendieron el porqué del sufrimiento.

 

Y Jesús en persona, elige tres de ellos para llevarlos a un monte alto (recordemos que para Mateo, la montaña tiene un especial sentido, porque para el pueblo de Israel, las grandes manifestaciones de Dios se han dado en las montañas).

En este monte, Jesús se transfiguró, es decir, su humanidad, se vio envuelta en la gloria de la Divinidad. Es como un anticipo pascual para estos tres discípulos. Es mostrarles claramente lo que sucedería luego de la Pasión.

 

Pero en este monte, también hay un recuerdo del cumplimiento de las Sagradas Escrituras. Aparecen junto a Jesús, Moisés y Elías: los dos representan la síntesis del Antiguo Testamento, es decir, la Ley y los profetas.

 

Los tres discípulos están viviendo una experiencia “fuera de lo común”, están siendo partícipes de un adelanto de la Gloria, y es la confirmación que en Jesús se cumplen las Escrituras.

 

Pedro se dirige a Jesús con el título mesiánico de “Señor” y le pide autorización para hacer tres tiendas. Pero de repente los cubre una nube luminosa, que indica la presencia de Dios.

 

Pero de esta nube sale una voz que vuelve a revelar, al igual que en el Bautismo de Jesús, que éste es su Hijo amado, su predilecto, y dice escúchenlo (escuchar en el pueblo de Antiguo Testamento no sólo es oír, también significa prestar suma atención y obedecer).

 

Para un judío que había escuchado los relatos antiguos, sabía que quien veía a Dios moría. Por eso comienzan a tener miedo. Y Jesús realiza tres acciones: Se acercó, los tocó y les dijo: NO TENGAN MIEDO. Y cuando se incorporan, sólo ven a Jesús que les pidió que no lo dijeran a nadie hasta que Él hubiera resucitado de entre los muertos.

 

MEDITACIÓN, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

 

Para ayudarnos en la meditación, podemos  plantearnos las siguientes preguntas:

 

La vida en relación con el Señor, ser su discípulo, nos invita también a estar con Él.

      ¿Qué siento yo cuando Jesús me invita a estar con Él?

 

Jesús se muestra a sí mismo no sólo como el gran maestro, sino que muestra un anticipo de su gloria.

      ¿Creo de verdad que Jesús es el Señor

      ¿Qué significa en mi vida, que Jesús es el centro de las Sagradas Escrituras?

 

El Antiguo y Nuevo Testamento sólo se refieren a Jesús.

      ¿Cuál es mi relación con Jesús?.

      ¿Cómo vivo en mi vida personal esto que dice el Padre: “Este es mi hijo querido, mi predilecto, escúchenlo”?

      ¿En verdad escucho a Jesús en todos los momentos de mi vida?

      ¿Tengo miedo de acercarme a Jesús?

      ¿Tal vez escucharlo signifique para mí, dejar un estilo de vida que yo tengo muy instalado. No será eso lo que me pide el Señor?

 

 ORACIÓN, ¿Qué le decimos a Dios?

 

Señor, quiero subir contigo a la montaña para que me enseñes a orar.

Te pido, me ayudes a tener contigo esa experiencia de alegría,

de sentir tranquilidad y paz.

Cuando Tú rezas, todo cambia, todo se trasfigura.

Quiero que mi oración me lleve a la vida

y que la gente descubra  que yo no soy igual que antes,

que Tú me has tocado por dentro.

 

Ayúdanos Señor, a bajar a los caminos de la historia, como Pedro, Santiago y Juan,

con el rostro radiante y la luz en las manos,

para anunciar y hacer presente la buena noticia de tu Reino.

 

CONTEMPLACIÓN, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

 

Dejemos un espacio de silencio, mientras repasamos en el corazón el texto de hoy…

«Señor, ¡qué bien se está aquí!”

“Este es mi hijo predilecto, escúchenlo”

 

ACCIÓN, ¿A qué me/ nos comprometemos con Dios?

 

En lo personal,

      tomarnos un tiempo para reconocer la grandeza del Señor y nuestra propia pequeñez;

      Volver sobre este texto, y preguntarnos seriamente qué podemos hacer para no tener miedo y aceptar el desafío de transformarnos en discípulos de Jesús y en sus misioneros. 

Como grupo

      proponernos una actividad  concreta para ser discípulos y misioneros y  para ayudar a otras personas a no tener miedo y seguir a Jesús.