TERCER DOMINGO DE ADVIENTO ‘C’
Nuestra alegría proviene de la certeza de que el Señor
está cerca, con su ternura, su misericordia, su perdón y su amor.
Papa Francisco
Queridos hermanos, Celebramos hoy el domingo tercero de Adviento, denominado "Gaudete", por la primera palabra de la antífona de entrada de este día: "alégrense", y que es precisamente la invitación anticipada a la alegría y que traduce perfectamente el espíritu tan especial que anima a todo este domingo: "el Señor está a punto de venir en el misterio de la Navidad y esto nos llena de gozo." Juan el Bautista hoy nos indica concretamente que, la conversión debe llevarnos a vivir el amor a Dios y al prójimo cumpliendo nuestros deberes, respetando la justicia y practicando la caridad. Iniciemos con mucha alegrñia esta Santa Misa, cantando juntos el can-to de entrada. De pie…
MONICIONES A LAS LECTURAS
OPCIÓN 1: MONICIÓN ÚNICA PARA TODAS LAS LECTURAS
La liturgia de este tercer domingo de Adviento rebosa de alegría, porque ésa es la reacción típica de los que saben que la salvación de Dios está en marcha. En ello insiste el profeta So-fonías, el salmo tomado de Isaías, y las palabras de Pablo recogidas en la carta a los Filipen-ses. Anunciando la proximidad del Mesías, también Juan Bautista se hace portador de esa Buena Noticia, pero además recuerda las implicaciones éticas que supone acogerla en la pro-pia vida. Con mucha alegría dispongamos nuestro corazón a la escucha de las lecturas.
OPCIÓN 2: MONICIONES PARA CADA LECTURA
PRIMERA LECTURA (Sofonías 3, 14-18a)
La primera lectura de este domingo nos llama a la alegría con el texto del profeta Sofonías que escucharemos a continuación.
SEGUNDA LECTURA (Filipenses 4, 4-7)
La exhortación que San Pablo hace a los Filipenses es también para nosotros, por lo que la escucharemos muy atentos.
EVANGELIO (Lucas 3, 2b-3.10-18)
El Bautista, presenta hoy un programa de vida muy exigente para el cristiano. Preparémonos para escuchar este mensaje cantando el aleluya .
ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada petición respondemos: VEN, SEÑOR JESÚS.
Por la Iglesia, mensajera de la Luz en el mundo, para que, como Juan el Bautista, sepa decir a todos con signos y palabras que Cristo, el Mesías, es la Buena Noticia de la sal-vación. Oremos
Por los gobernantes y los que ostentan cargos de responsabilidad en las naciones, para que conduzcan a sus pueblos por los caminos de la justicia, la libertad y la paz. Ore-mos.
Por los que sufren por falta de vivienda, de pan y de trabajo, para que encuentren en nosotros, personas de buena voluntad, la acogida y ayuda que buscan. Oremos.
Por quienes, en medio de la dureza de la vida, saben transmitir a su alrededor esperan-za, alegría y confianza. Oremos.
Para que junto con nuestras familias proclamemos con gozo el saber ya cercano al Emmanuel, Dios con nosotros, que viene a salvarnos. Oremos
Por los difuntos, para que por la misericordia de Dios sean admitidos plenamente a la Casa del Padre. Oremos
Por los aquí presentes, para que llevemos a todos la esperanza y el gozo de la salva-ción, compartiendo nuestra vida, nuestra fe y los bienes materiales con nuestros her-manos. Oremos.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Este pan y este vino que ahora ofrecemos sobre la mesa del altar, deben ser un ofrecimiento de nuestras propias vidas, para que en ellas, y a partir de este día, nazca realmente el Salva-dor. Cantemos
COMUNIÓN
Juan el Bautista exhortaba al pueblo y lo preparaba para la pronta venida de Jesús. Hoy lo te-nemos en el pan y el vino, y viene a nosotros para que le recibamos en nuestro corazón. Acer-quémonos a recibirlo cantando.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos: Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que jamás me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA
Al terminar esta celebración llevemos a nuestros hogares el anuncio de alegría y de paz; pero que esta alegría no nos haga olvidar que la paz se construye en la justicia, en el respeto a los derechos de nuestros hermanos, en la oración profunda y en la solidaridad con los que sufren. Nos despedimos cantando...
Salid al encuentro de Jesús, estad con Él en la oración,
confiad toda vuestra existencia al amor misericordioso del Señor
Papa Francisco