30º DOMINGO DEL DURANTE EL AÑO ‘A’
«No se puede amar a Dios sin amar al prójimo,
y no se puede amar al prójimo sin amar a Dios»
(Papa Francisco)»
En una religión de ritos, de ceremonias, de leyes y normas, como era la judía, el Señor nos coloca de lleno en aquello que es fundamental, central y vital en su seguimiento, aquello que debe identificar y caracterizar a los que lo siguen y buscan hacer vida su proyecto de amor.
Él sintetiza toda la Escritura en el mandamiento del amor a Dios y el amor al prójimo, dos actitudes que engloban todo el hecho de fe, donde el amor a Dios se expresa en el amor al prójimo y el amor al prójimo es manifestación y expresión del hecho de creer y amar a Dios.
El Señor coloca aquello que es esencial, no solo en la religión sino en la vida, como es el AMOR. Al revelarnos este mandamiento principal, nos está proponiendo el sentir según el corazón de Dios, a actuar como Él lo hace, vivir con sus mismas motivaciones.
Profundicemos este pasaje que nos debe cuestionar y a su vez nos debe ayudar a mirarnos a través de esto, para ver hasta qué punto nuestra vida es expresión y manifestación de este mandamiento.
Invocación al Espíritu Santo
Espíritu Santo,
Tu que nos aclaras todo, e iluminas nuestros caminos
para que cada uno alcancemos nuestros ideales,
Que nos llenas y regalas tu amor misericordioso,
te pedimos hoy que nos ayudes a ser dignos portadores
de ese mismo amor para llevarlo y compartirlo con otros
que necesitan sentirse amados.
Abre nuestra mente y corazón para que aprendamos
a amarte en nuestros hermanos. AMÉN.
LA PALABRA DICE:
TEXTO BÍBLICO MATEO 22, 34-40
“Los fariseos, al enterarse de que había hecho callar a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»
LA PALABRA ME DICE:
Muchos identifican todo el cristianismo con el precepto del amor al prójimo. Pero cuando se habla de amor al prójimo, la mente va en seguida a las obras de caridad, a las cosas que es bueno hacer por el prójimo: darle de comer, visitarlo cuando está enfermo o preso, etc.; en suma, ayudar al prójimo.
Pero esto no es el amor, sino un efecto del amor. Antes que la beneficencia está la benevo-lencia, o sea, antes que hacer el bien, está el querer bien. El Papa Francisco recomienda ver al otro con los ojos de Cristo: “Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita. En esto se manifiesta la imprescindible interacción entre amor a Dios y amor al prójimo”.
El amor a Dios y al prójimo
¿es para ti sólo un simple y emocional sentimiento, un movimiento pasajero, o es una realidad que invade toda tu persona: corazón, voluntad, inteligencia y necesidad humana de darte a los demás?
Hemos sido creados para amar.
¿somos consciente de que nuestra realización consiste en amar a Dios con todo el co-razón, con toda el alma y con toda la mente?
A LA PALABRA LE DIGO:
Jesús, gracias por recordarme que lo más importante es amarte en los demás.
El mantener una relación personal contigo en la oración debe ser la prioridad
en mi vida. Creo, espero y te quiero,
ilumina mi oración para que el amor me transforme.
Señor, quiero que seas Tú el fondo y el sentido de todo lo que hago.
Que mi trabajo, mis amistades, mis pasatiempos sean para Ti y por Ti en primer lugar.
Quiero amarte con todo mi corazón, y por eso te ofrezco todo lo que hay en él:
mis intereses, mis deseos, también mi necesidad y mi pecado…
Señor, ayúdame a amar como Tú amas, extendiendo mi corazón en los dos horizontes que me muestras. Enséñame a amar hoy un poco más, a darme un poco más, y así contribuir en la edificación de tu Reino en mi vida.
LA PALABRA ME INTERROGA
En medio de la selva de preceptos y prescripciones Jesús, nos entrega un solo rostro, el de Dios que se refleja en muchos rostros, porque en el rostro de cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios. Deberíamos preguntarnos, cuando encontramos a uno de estos hermanos, si somos capaces de reconocer en él el rostro de Dios: ¿somos capaces de hacer esto? (Papa Francisco)
Tu actitud con los que te rodean,
¿es de sensibilidad, cercanía, compromiso y preocupación por el bien de ellos?
¿Buscas ser cercano con todos los que tienes a tu lado y buscas así amarlos con todo tu corazón?
Cuando algo está a tu alcance,
¿das todo de ti para ayudar a los otros?,
¿te esfuerzas por actualizar en tu vida el amor de Dios con los que te rodean?,
¿eres presencia de Dios para los que tienes a tu lado?
Tu amor hacia el otro,
¿es sincero y auténtico, hasta sacrificar lo tuyo para ayudarle, sabiendo que dando se recibe y que el dar es un acto de confianza en el Señor, porque Él da al que es gene-roso?
En una palabra,
¿de qué manera vives el mandamiento del amor al prójimo?
DESDE LA PALABRA ME PROPONGO
++ Volver a mis obligaciones diarias pensando:
¿Qué tengo que cambiar en mi vida para mejor imitar a Nuestro Señor y aumentar mi Amor a Dios?
¿Qué medios me regala Dios para ello?
++ Quedarme con una frase que me acompañe durante el día para revivir esa presencia de Dios en mi vida