SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
8 de diciembre
Celebramos
hoy, con a la Iglesia universal, la solemnidad de la Inmaculada Concepción de
la Santísima Virgen María. Esta
significativa fiesta mariana se sitúa en el marco del Adviento, tiempo en el que María nos acompaña y nos indica cómo
hacer vivo y activo nuestro camino hacia la Noche Santa de Belén. Y hoy el Señor nos anuncia, en las palabras
del Ángel, la salvación que ya está cerca: su Hijo se hace hombre para que el
hombre sea hijo de Dios. Y María es la mujer que acogió en sus entrañas a Aquel
que se anunció durante siglos. Es la mujer que, transparente en cuerpo, alma,
vida y actitudes, nos enseña que el camino para llegar a Dios no es otro que el
de la confianza y la esperanza en Él.
ACTO PENITENCIAL
María
fue concebida sin sombra alguna de pecado. Nosotros, en el Bautismo, fuimos
hechos criaturas nuevas, e iniciamos el camino de la santidad. Pidamos la
misericordia del Señor para ser fieles a este designio de Dios.
ü Tú nos das aliento para construir un
mundo más humano y vienes a reforzar nuestra
esperanza: Señor, ten piedad.
ü Tú nos invitas a seguir el camino de
la fe; porque aún debemos anunciar el evangelio en nuestros ambientes: Cristo,
ten piedad.
ü
Tú
nos llamas a una vida nueva, vivida en la caridad; por nuestras faltas de amor:
Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga
misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida
eterna. Amén.
1ª. LECTURA: Gn 3, 9-15. 20
Ya
en los albores de la creación, Dios anuncia la salvación. Es el primer anuncio
de la Buena Nueva: el Hijo de Dios que compartirá nuestra condición humana.
2ª LECTURA (Ef 1, 3-6. 11-12):
Pablo
proclama que Dios nos ha bendecido en Cristo para que seamos santos y herederos
de su Reino.
EVANGELIO: Lc 1, 26-38
El
mismo Señor, en las palabras del Ángel, nos devuelve la esperanza de la
salvación. Aclamémoslo con el canto del Aleluya.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
GUÍA: A cada petición respondemos:"QUE
LA LLENA DE GRACIA INTERCEDA POR NOSOTROS"
Ø
Para
que la Santa Iglesia y el Santo Papa Francisco siga siendo signo del amor de
Dios en medio de los hombres, mientras esperamos al Señor que ya viene a salvarnos,
oremos...
Ø
Para
que nuestra Iglesia diocesana, en íntima unión con su Obispo, asuma con responsabilidad
el compromiso de ser anunciadores de la Buena Noticia de Jesús, oremos...
Ø
Para
que la paz en el mundo, que tanto necesitamos, se convierta en una realidad,
por la conversión sincera del corazón de todos los hombres, oremos...
Ø
Para
que los más necesitados, los pobres de este mundo, encuentren en María Santísima
su protección maternal, y que sea en sus vidas un motivo para seguir esperando,
oremos...
Ø
Por
todas las familias de nuestra comunidad, para que por la auténtica conversión
de nuestras vidas, apartándonos del pecado y la soberbia, nos preparemos
convenientemente para recibir al Señor y celebrar con un auténtico espíritu
cristiano la Navidad, oremos...
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
En
este pan y en este vino que ahora presentamos a nuestro Padre, ofrezcámosle nuestro
humilde y perseverante trabajo de transformación de nuestro corazón, como señal
de su presencia salvadora en nosotros.
COMUNIÓN:
En
el Evangelio hemos escuchado el anuncio del Señor que viene a salvarnos: el Emmanuel,
el Dios con nosotros; ese mismo Dios que ahora se nos ofrece en el sacramento
del altar, y que así quiere ser nuestro alimento en esta espera.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión
Hermanos: Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a
Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente
oración:
Creo
Señor mío que estás realmente presente
en
el Santísimo Sacramento del altar.
Te
amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente
recibirte dentro de mi alma;
pero,
no pudiendo hacerlo ahora
sacramentalmente,
ven
al menos espiritualmente a mi corazón.
Y
como si te hubiese recibido, me abrazo
y me
uno todo a Ti;
Oh
Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Necesitamos
un poco de luz en medio de la oscuridad y de la realidad del mal del mundo.
Necesitamos, un modelo como María, que nos ayude a recuperar el sentido
cristiano de la Navidad: limpios por dentro y bien dispuestos por fuera. ¡Viene
el Señor! ¡María nos acompaña!