El
mensaje de Jesús no es ingenuo, pisa tierra, conoce las necesidades de la gente,
quiere lo mejor para nosotros. Contra la angustia, la inquietud y el agobio,
Jesús propone una medicina nueva: la confianza en la providencia de Dios.
Llamar
a Dios Padre tiene consecuencias en la vida. Es posible vivir la realidad humana
de forma feliz, abierta, solidaria.
Jesús
nos dice: miren a los pájaros… Fíjense cómo crecen los lirios del campo. El
Padre apuesta decididamente por la vida y la belleza. Hay que mirar los pájaros
y los lirios para no caer en el vértigo del agobio. Porque todo es gracia,
buscamos el alimento como los pájaros, y lo hacemos cantando. Como los lirios,
cuidamos la belleza de la acogida, la escucha, la fiesta y la danza. Cuando la
vida es compartida en gratuidad, ésta se multiplica y surge, como una alegría
inesperada del Evangelio, un mundo más humano y solidario.
Cuando abro mis manos a Ti, Tú me llenas
de vida y me embelleces.
Busquen
el Reino de Dios y su justicia; y todo lo demás se les dará por añadidura. Todo
comienza luchando apasionadamente por el Reino y su justicia. Todo lo demás se
da como añadido. Más claridad, imposible.
INVOCAMOS
AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo,
Señor de la Vida,
llena de alegría y paz nuestro
corazón,
abre nuestros corazones y
da sabiduría a nuestra mente
para poder entender la
Palabra de Dios.
Amén.
Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Las
tres sentencias con que se abre esta nueva sección tratan de advertir sobre el
peligro que suponen para el discípulo las riquezas. El texto de hoy nos ayuda a
revisar nuestra relación con los bienes materiales y trata dos asuntos de
distinto peso: nuestra relación con el dinero y nuestra relación con la Providencia Divina. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra
de Dios.
Evangelio según San
Mateo 6, 24-34.
Dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede
servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará
por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al
Dinero.
Por eso les digo: No se inquieten por su
vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a
vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el
vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni
acumulan en graneros, y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los
alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho
que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué
se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin
fatigarse ni tejer.
Yo les aseguro que ni Salomón, en el
esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos.
Si Dios viste así la hierba de los campos,
que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes,
hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: ‘¿Qué comeremos?, ¿qué
beberemos?, o ¿con qué nos vestiremos?’.
Son los paganos los que van detrás de
estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por
añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí
mismo. A cada día le basta su aflicción.
Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes
que atraen tu atención, tu interés?
¿Cuál
es el dilema de la persona que tiene que servir a dos patrones? ¿Con qué relaciona
Jesús este hecho?
¿Por
qué no se debe tener una excesiva preocupación por su vida? ¿Qué ejemplos usa
Jesús para afirmar su enseñanza?
¿Qué
critica Jesús de sus discípulos?
¿Cuál
debe ser la primera preocupación en la vida?
MEDITACIÓN: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra
vida?
¿Quién
o qué ocupa el primer lugar en nuestra vida?
¿Cómo
entender hoy la afirmación: "No puedes servir a Dios y al dinero"?
¿Cómo
entender la recomendación de no preocuparnos por la comida, la bebida y la
ropa?
¿Cómo
entendemos y vivimos la confianza en la Providencia Divina?
Como
cristianos tenemos la misión de dar una expresión concreta a aquello que nos anima
por dentro.
¿Cuál es la expresión que estamos
dando a nuestra confianza en la Divina
Providencia?
¿Cuál
es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto
para que se haga realidad?
Siguiendo el mensaje del texto leído, ¿Cuál es tu meditación, tu
reflexión personal?
ORACIÓN: ¿Qué le decimos a Dios después de
escuchar y meditar su Palabra?
Señor,
cuán difícil es apropiarme y cumplir por completo esta Palabra que hoy me das,
es claro que hemos sido seducidos por la mundanidad y es difícil desaprenderse
y dejar muchas cosas, perdóname Señor, no tengo otras palabras más que pedir
perdón y pedirte que me ayudes, a cumplir como tu discípulo, que día a día,
vaya apropiándome de esta Palabra tuya.
Ponemos
en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre
nuestra vida. «Busquen primero el Reino de Dios y su
justicia…».
Siguiendo el mensaje del texto
leído, ¿Cuál es tu oración personal?
Cada uno expresa sus intenciones. …… Amén.
CONTEMPLACIÓN, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de
Dios?
“No
se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada
día le basta su aflicción”. (Repetimos este versículo)
Siguiendo el mensaje del texto leído, ¿Cuál es la palabra o frase o
párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?
ACCIÓN, ¿A que me comprometo con Dios
Hagamos
una lista de todas aquellas preocupaciones que nos inquietan y nos afligen, y
en una profunda contemplación dejémoslas en manos de Dios
Compromiso: ¿Qué debe cambiar en mi vida para que
el Reino de Dios y su justicia sea la primera preocupación en mi vida?
Hagamos
una lista de las palabras o frases que nos impactaron durante la oración.
Tratemos
de tenerlas en cuenta y busquemos un momento cada día para recordarlas y tener
un tiempo de oración donde volver a conversarlas con el Señor.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que
te invita a realizar?
ORACIÓN FINAL:
Hermano Jesús,
sabemos que los valores del Reino no
son aceptados por toda la gente.
Ayúdanos a ser solidarios, a trabajar
por la justicia, a buscar la paz,
a construir fraternidad y alimentar
con nuestras palabras,
gestos y actitudes, el fuego de tu misión.
Enséñanos a superar la división de
nuestro propio corazón,
que a veces toma otro camino y se
aleja de ti.
ü
Padre
Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.