5° Semana de Cuaresma

Lunes 27 de marzo

Juan 8, 1-11:  “Jesús, levantando la mirada dijo: El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”.

 

El evangelio nos cuenta que Jesús regresó del monte de los Olivos. Al amanecer fue al templo y se encontró con la gente y allí se sentó. Es entonces que le traen a una mujer sorprendida en adulterio para ponerlo a prueba. Los escribas y fariseos que la traen, miran a esa mujer con desprecio.

Jesús baja la mirada; Él no entra en esta dinámica. Guarda silencio y se pone a escribir en el suelo mientras los acusadores lo interpelan buscando ponerlo a prueba.

Los silencios de Jesús son elocuentes porque hablan sin palabras. ¿Qué habrá escrito Jesús en el suelo?

Ante su insistencia, Jesús se incorpora y mira a los acusadores. Es una mirada fuerte que penetra hasta el corazón. Los invita a mirar de una manera diferente: “El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Y baja nuevamente la mirada.

 

Cuando todos se han ido y solo queda la mujer, entonces Jesús la mira. La mirada de Jesús es creadora. La restituye a la existencia. Despierta lo más auténtico de ella. Saca a la luz lo bueno que hay en su corazón. Es una mirada sanadora que ofrece el perdón. Es una mirada que hace libre y permite a la mujer emprender un nuevo camino en la vida.

Jesús no condena, sino que enseña a mirar hacia adelante para que transitemos la vida sin pecado y en paz. ¿A qué me siento interpelado hoy con esta escena del evangelio?

 

Martes 28 de marzo

Juan 8,21-30: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy  y que no hago  nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó”.

 

Moisés levantó la serpiente de bronce y quienes la contemplaban experimentaban la misericordia de Dios, porque todos los que la miraban se sanaban. Del mismo modo, cuando nosotros miremos fijamente a Cristo crucificado, nos veremos más claramente a nosotros mismos y también al propio Jesús.

Mirando fijamente al crucifijo, vemos a Dios que se hizo hombre porque nos ama; vemos a Jesús que nos mira a cada uno con gran ternura y compasión. Le oímos decir que promete el perdón y la vida eterna a todo el que se acerque a él arrepentido. Vemos a un Dios que nos ama tanto que está dispuesto a vencer, no solo nuestros pecados, sino la muerte misma.

 

Dediquemos hoy un tiempo  para contemplar un crucifijo. No nos preocupemos si tenemos o no algo que decirle al Señor. Solo arrodillémonos allí y fijemos la mirada en él con gratitud. Tengamos el coraje de entender lo que él nos haga ver sobre nosotros mismos, pero no nos detengamos allí. Sigamos contemplándolo fijamente hasta que sintamos que su amor es más poderoso que nuestro pecado.

   “Señor Jesús,  gracias infinitas por amarnos tanto que aceptaste ser levantado en la cruz para salvarnos.”

 

Miércoles 29 de marzo

Juan 8, 31-42: Jesús dijo a los judíos: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres.”

 

Jesús nos invita a permanecer fieles a su palabra,  fieles a Él que es la Palabra. Esa es la condición primera y principal para ser verdaderamente discípulos del Señor. ¿Qué lugar ocupa la palabra de Jesús en mi vida?

La frase que sigue describe el resultado de ser realmente discípulo del Maestro: ‘conocerán la verdad y la verdad los hará libres’. Todos anhelamos ser libres. Muchas veces queremos lograrlo por caminos equivocados. Aquí tenemos el verdadero camino para lograrlo. En Jesús, y solo en Jesús, se encuentra la verdad.

La verdad de la propia vida, la verdad de la historia, la verdad equilibrada de lo bueno y frágiles que somos a la vez. Por algo el Señor mismo se define como la Verdad.

La Escritura enseña que Jesús es el camino, la verdad y la vida; él es el camino al Padre y cuando creemos en Cristo y lo seguimos por el camino del amor y la obediencia, encontramos la verdad y la libertad.

“Padre celestial, concédenos la gracia de seguir a Jesús, el camino, la verdad y la vida; y enséñanos a rechazar el pecado que nos impide experimentar la verdadera libertad. Fortalece nuestra fe, Señor, para seguir fielmente a tu Hijo en todas las situaciones y circunstancias de la vida.”

 

Jueves 30 de marzo

Juan 8,51-59: “.Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría»… «Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?»… «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo."

 

Abram recibe una misión de parte de Dios y se transforma  en Abraham, padre de una multitud. Todo porque Dios es el Dios de la alianza, el Dios que quiere establecer un vínculo con su pueblo, al que ama profundamente y siempre acompaña. Por parte de Dios la alianza es perfecta, por parte de la humanidad siempre estará sujeta a los vaivenes de la fragilidad. Así vemos a estos judíos del Evangelio de hoy, cerrados ante Jesús al que quieren apedrear, cerrados ante la verdad que se impone a sus ojos, insensibles ante el Dios de la alianza.

A nosotros este texto nos invita a la alegría, a gozar porque el Mesías ya ha venido y es Jesús nuestro amigo, nuestra fortaleza. Teniéndolo a Él nuestra vida está a salvo y siempre hay una esperanza. Jesús quiere  que seamos hombres y mujeres de la alianza, de los que responden con generosidad y alegría al Dios fiel que sale a nuestro encuentro para que seamos sus amigos.

Coloca, Señor, en nuestro corazón, una sana alegría porque ya no tenemos que esperarte. Ya has venido, ya te has hecho presente en nuestro mundo y nos has salvado y estás resucitado en nuestras vidas.

 

Viernes 31 de marzo

Juan 10,31-42: “Los judíos tomaron piedras para apedrearlo y Jesús les dijo: Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre, por cuál de ellas me quieren apedrear? No queremos apedrearte por las obras buenas sino porque blasfema, porque siendo hombre te haces Dios“

 

El texto del evangelio muestra que, mientras muchos abren su corazón a Jesús, los fariseos ciegos y endurecidos, están empecinados en destruirlo y eliminarlo,  dándole muerte.

Intentan apedrearlo, pero no pueden detenerlo porque se les escapa de las manos.  Lo acosan con acusaciones, pero Jesús los domina con su Palabra. Porque Él no es uno más, Él es el Señor. Finalmente. Jesús se aleja de Jerusalén pero volverá más adelante para hacer su última entrada y entregarse a la pasión.

Este texto del Evangelio nos muestra hasta dónde puede llegar el endurecimiento del hombre cuando no quiere ver la luz, cuando quiere salvar a toda costa sus propios proyectos y rechaza que otro, aunque sea Dios, se interponga en su camino y modifique sus planes. 

Señor, no permitas que cerremos nuestra  mente y nuestra vida a las novedades que tú tienes para nosotros. Que no rehacemos la aventura de la vida que siempre trae nuevos desafíos que nos ayudan a crecer. No dejes que nos endurezcamos y cerremos nuestros oídos a tu Palabra.

 

Abril       Intención de oración del Papa Francisco

Por una cultura de la no violencia

Oremos por una mayor difusión de una cultura de la no violencia, que implica una reducción real

de las armas, tanto por parte de los Estados como de los ciudadanos.

 

Sábado 1º de abril

Juan 11,45-57: “ Al ver lo que Jesús había hecho, muchos de los judíos que habían ido a acompañar a María habían creído en Él.” …A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús”.

 

Jesús ha realizado su último y más elocuente signo: ha resucitado a Lázaro como anuncio de su propia resurrección. La suerte está echada. Las autoridades religiosas toman la decisión de eliminarlo porque consideran que es una amenaza a su poder. Es inaudito e inaceptable para ellos que Jesús pretenda  interpretar lo que Dios quiere. Por eso debe morir, Para ellos todo es política y así debe resolverse. Sin embargo, Dios es el verdadero Señor de la historia: a través de las maquinaciones de los sumos sacerdotes y de los fariseos reunidos en consejo, Dios realizará su obra de salvación. Jesús morirá por todos. No sólo por los judíos, sino por todos los hombres, también por cada uno de nosotros. Dios sabe abrirse paso en la historia humana. Su sabio designio de amor prevalecerá siempre.

Señor, ayúdanos a valorar los instrumentos humanos que tú eliges, más  allá de las capacidades humanas que puedan tener; ayúdanos a descubrir tu voz que también nos habla a través de ellos.

 

Domingo 2 de abril   DOMINGO DE RAMOS

Mateo 26,3-5.14-27.66  “No se haga mi voluntad, sino la tuya”

 

El evangelista nos hace ver en los dolorosos momentos de la muerte de Jesús, los signos del nuevo tiempo en que se cumplen las profecías. El velo del templo era una especie de telón que resguardaba el lugar sagrado al que solamente accedían los sacerdotes, de modo tal que el pueblo no llegaba hasta allí. Con la muerte de Jesús ya no hay separación ni ocultamiento: Dios ha mostrado plenamente a la humanidad su supremo amor. Las tumbas que se abren y la noticia que se anuncia en Jerusalén son imágenes proféticas para describir el tiempo mesiánico. Al mismo tiempo que es injuriado y rechazado y mientras las tinieblas cubren la tierra, estos signos asombrosos nos dicen que el Mesías ha cumplido su misión cabalmente.

Es difícil ver en medio de las tinieblas. Es difícil perseverar en la fidelidad mientras muchos dicen que este hombre crucificado fue un impostor. Hoy, en medio de tantos que rechazan a Jesús y su Evangelio, queremos perseverar como el centurión romano, las discípulas y José de Arimatea. Queremos seguir encontrando a Jesús en cada ser humano humillado y sufriente.

Jesús Mesías, creemos que en ti el Padre nos ha revelado la Vida. Creemos que cada vez que acompañamos a un hermano humillado y sufriente estamos acompañándote en una nueva Pascua, donde la vida brotará.