Jesús
se manifiesta en el Tabor, más que en ninguna otra ocasión, como el esplendor
de la gloria del Padre. Nadie ha visto la gloria interna de Dios. Pero mirando
a Jesús envuelto en una luz que opaca y anula del todo la luz del sol, nosotros
llegamos a imaginar lo que es ese Dios que un día veremos cara a cara y que nos
envolverá con sus esplendores. Esplendores que son ya ahora una realidad que
llevamos dentro, aunque no los vemos. La Gracia del Bautismo nos ha
transformado en esa luz que nos hace gratos, a los ojos divinos...
¡Señor
Jesucristo! ¡Qué grande, qué amoroso, y qué humilde, te muestras en el Tabor!
¿Cuándo nos será dado gozar de aquel espectáculo que enloqueció a los discípulos?...
Ya
vemos que nos preparas cosas buenas de verdad. El caso es que sepamos merecerlas....
ORACIÓN INICIAL
¡Oh
Dios!,
que
en la gloriosa Transfiguración de tu Hijo,
confirmaste
los misterios de la fe
con
el testimonio de la ley y los profetas
y prefiguraste
maravillosamente
nuestra
adopción como pueblo tuyo:
concédenos,
te rogamos,
que
escuchando siempre la palabra de tu Hijo,
seamos
un día coherederos de su gloria.
AMÉN.
LECTURA TEXTO
BÍBLICO Mateo 17,1- 9 La transfiguración de Jesús
La
transfiguración de Jesús está íntimamente unida al comienzo de su camino hacia
la cruz. Los discípulos se sienten desanimados después de escuchar el anuncio
de la pasión de Jesús y de conocer lo que pide a aquellos que quieren seguirle.
En este momento, la transfiguración es una palabra de ánimo, pues en ella se
manifiesta la gloria de Jesús y se anticipa su victoria sobre la cruz, como
muestran las numerosas referencias a la resurrección. Jesús pide a sus
discípulos que guarden en secreto esta manifestación hasta que resucite de
entre los muertos. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a
Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y se fue aparte con ellos a un cerro
muy alto. Allí, delante de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su cara
brillaba como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. En esto vieron a Moisés y a Elías conversando
con Jesús. Pedro le dijo a Jesús: Señor,
¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías. Mientras Pedro estaba hablando, una nube
luminosa se posó sobre ellos, y de la nube salió una voz, que dijo: «Éste es mi
Hijo amado, a quien he elegido: escúchenlo.» Al oír esto, los discípulos se postraron
con la cara en tierra, llenos de miedo. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les
dijo: Levántense; no tengan miedo. Y cuando miraron, ya no vieron a nadie, sino
a Jesús solo. Mientras bajaban del cerro, Jesús les ordenó: No cuenten a nadie
esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado.
Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda
penetrar en nuestros corazones. Terminar
cantando: «Tu Palabra me Da Vida».
Algunas preguntas para ayudarte en la
lectura atenta…
¿Qué discípulos acompañaron a Jesús al cerro?
Estando en el cerro
¿Quiénes aparecen conversando con Jesús?
¿Qué sucedió mientras Pedro estaba hablando con Jesús?
Cuando bajaban
¿Qué les ordenó el Señor a los discípulos que lo acompañaban
Algunas consideraciones para una
lectura provechosa…
Así
como la semana pasada veíamos a Jesús en su naturaleza humana siendo tentado
por el Diablo, hoy contemplamos al Señor en su naturaleza divina, es decir en
su manifestación real como Mesías, Dios y Señor a través de este episodio que
acabamos de leer llamado la "Transformación" o la “Transfiguración
del Señor”.
En
este momento particularmente intenso de la vida de Jesús, Él se quiere dar a
conocer a tres de sus discípulos más cercanos, Pedro, Santiago y Juan, como
verdadero Dios lleno de gloria y de poder. Todo esto acontece en la montaña
santa donde el Padre Eterno de los Cielos confirma la misión de su Hijo
Jesucristo.
Este
encuentro de Jesús con su Padre manifiesta de antemano cómo será la resurrección
y la glorificación de Jesús. Todavía no se ha dado, sin embargo el Señor regala
este momento a estos discípulos para poder sostenerlos en la fe. A pesar de que
se encamina para sufrir la pasión, ser maltratado y morir en una cruz, Jesús es
realmente Dios, Mesías y Señor. Estas formas resplandecientes y esta
confirmación de su divinidad en la voz del Padre (versículo 5), deben
fortalecer la fe de aquellos que luego lo verán muerto en una cruz.
Por
otra parte se encuentra con Moisés y Elías que representan a dos grandes partes
de la historia del Pueblo y del Antiguo Testamento: la Ley y los Profetas.
Así
entendida, la Transfiguración del Señor, es una anticipación de la Pascua de
Jesús y, también, de La pascua de cada uno de nosotros en cuantos fieles discípulos
del Señor. Es un texto que invita a la esperanza, a la confianza y a la total
entrega al Señor.
¡Que
en todos los momentos de nuestra vida, como a Pedro, Santiago y Juan, el Señor
nos manifieste siempre su rostro glorioso y su poder!
MEDITACIÓN (¿Qué nos dice el Señor en este
texto?)
El
Evangelio de hoy nos dice que Jesús se acerca a los discípulos, los toca y les
dice: "Levántense, no tengan miedo". El Papa Francisco en la
exhortación apostólica “La Alegría del Evangelio” (n. 141) también nos anima a
no tener miedo a los desafíos del hoy:
“Uno se admira de los recursos que tenía
el Señor para dialogar con su pueblo, para revelar su misterio a todos, para
cautivar a gente común con enseñanzas tan elevadas y de tanta exigencia. Creo
que el secreto se esconde en esa mirada de Jesús hacia el pueblo, más allá de
sus debilidades y caídas: «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le
ha parecido bien daros el Reino» (Lc 12,32); Jesús predica con ese espíritu.
Bendice lleno de gozo en el Espíritu al Padre que le atrae a los pequeños: «Yo
te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado
estas cosas a sabios e inteligentes, se las has revelado a pequeños» (Lc
10,21). El Señor se complace de verdad en dialogar con su pueblo y al
predicador le toca hacerle sentir este gusto del Señor a su gente.”
Ahora preguntémonos:
El Padre nos pide que escuchemos a su Hijo,
¿Qué cosas me impiden escuchar diariamente a Jesús?¿Cómo se ha revelado el Señor en mi vida?
¿Cómo puedo ser presencia pascual de Jesús en medio de mi familia, estudio o trabajo?
ORACIÓN (¿Qué le respondemos al Señor que nos
habla en este texto?)
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor:
Gracias
Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias
porque nos invitas a reconocerte como Dios y Salvador.
Te
pedimos la gracia de saber escucharte, de conocer cada vez más tu Palabra.
Permite
Señor que sea dócil a tu Palabra, que realmente mi vida sea la de un “escucha
atento” a todo lo que me dices.
Señor,
al igual que los discípulos tengo miedo. Quisiera que tú también te acerques a
mí, que toques y me recuerdes esa frase “no tengas miedo”. Quiero seguirte
Señor
Quiero
ser tu Discípulo, quiero que en este seguimiento, entienda que debo
transformarme también en anunciador de la Buena Noticia. Amén
CONTEMPLACIÓN (¿Cómo
hacemos propias en nuestra vida las enseñanzas del texto?
El monte
Tabor como el Sinaí, son fueron lugares de la cercanía con Dios. Es este
espacio elevado, con respecto a la existencia diaria, de donde se respira el aire puro de la
creación. Es el lugar de la oración, donde se está en la presencia del Señor,
cierra ahora tus ojos, y ve a ese espacio elevado, donde te encontraras frente
a frente con Dios, habla con Él, adóralo, dale gracias, pide, Él está ahí para
ti, escuchándote, aprovecha este momento de silencio para comunicarle lo que
quieras.
ACCION (¿a qué nos comprometemos para
demostrar el cambio?)
Si
estoy solo, volver sobre este texto, y preguntarme seriamente qué puedo hacer
para no tener miedo y aceptar el desafío de transformarme en un discípulo de
Jesús y en su misionero. Descubre a
algún amigo en especial con quien quieras animarlo a no tener miedo, comparte
con él este texto del Evangelio.
En
el grupo proponerse una actividad para
ser discípulos y misioneros. Puede ser una representación de cuáles son los
miedos que hoy tenemos en la escucha y el seguimiento de Jesús. Como grupo
realizar una actividad concreta para ayudar a otras personas a no tener miedo y
seguir a Jesús.
ORACIÓN FINAL:
Dios
nuestro, en la vida de Jesús,
Tú
mismo nos hablas.
Haz
que podamos transfigurar y mirar de un modo nuevo
las
realidades que hemos de transformar iluminadas por tu Palabra.
Danos
esperanza para comprender que «otro
mundo es posible»
y
ayúdanos a construirlo.
Padre
Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.