2ª semana durante el año
Lunes 17 de enero San Antonio Abad MO
Marcos 2,18-22: “¿Por qué los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan y tus discípulos no ayu-nan?” Jesús les respondió: “¿Pueden los invitados a la boda ayunar mientras el novio está con ellos? …
En la época de Jesús se daba mucha importancia a determinadas prácticas religiosas. Los fariseos, controlaban que la gente ayunara, y ellos mismos ayunaban dos veces por semana,; pero distraídos con esas prácticas, que los hacían sentir superiores, no estuvieron atentos para descubrir que el Mesías estaba entre ellos.
Por eso Jesús dice: "a vino nuevo, odres nuevos". Jesús quiere mostrar que el estilo de vida y la riqueza que él viene a traer es superior a las prácticas judías tradicionales. El quiere mostrar que lo importante no es controlar que la gente cumpla con esas prácticas sino que reciba la nueva vida que trae el Mesías.
Esto no significa que Jesús anulara todas esas prácticas. Responde así porque los fariseos, que se sentían más importantes porque cumplían al pie de la letra el ayuno y otras prácticas, querían hacer aparecer a los discípulos de Jesús como imperfectos porque no ayunaban.
Jesús se presenta como el novio que está celebrando sus bodas, de manera que no corres-pondía que sus amigos ayunaran en medio de esa fiesta, sino que gozaran de su presencia.
"Señor Jesús, danos la gracia de recordar que tu Persona es más importante que todas nues-tras prácticas religiosas, que es tu presencia lo que le da sentido a todas esas prácticas, y que tenerte como amigo es una fiesta en medio de todas las dificultades de la vida "..
Martes 18 de enero
Marcos 2,23-28: “El Hijo del hombre tiene autoridad también sobre el sábado”.
Los fariseos le preguntaron a Jesús por qué permitía que sus discípulos quebrantaran la ley del día de reposo. El Señor les respondió dejando en claro que esa forma de pensar acerca de su Persona y su ministerio era demasiado estrecha y mezquina. Además, él era dueño del sába-do. Jesús permitió que sus discípulos, que tenían hambre, recogieran y comieran los granos en día sábado, porque él era el Mesías prefigurado por David, con autoridad para atender a las necesidades de quienes lo habían dejado todo para seguirlo como discípulos.
En esta ocasión, el Señor dejó en claro que Dios había instituido el día de reposo para favore-cer a los seres humanos, por eso dijo: “El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado.” Por lo tanto, la ley debe interpretarse y observarse a la luz del doble mandamiento del Señor, de amar a Dios y amar al prójimo, que es el espíritu de la ley. Jesús resumió su autori-dad en la declaración final de que él es incluso “dueño del sábado”, con lo que no anulaba la ley del día de reposo sino la aplicaba a la luz de su obra de salvación.
“Señor Jesús, ayúdanos a reconocer tu autoridad y tu señorío claramente, para que abando-nemos todos los conceptos erróneos que tengamos sobre tu Persona. Queremos vivir según tu ley del amor.
Miércoles 19 de enero
Marcos 3,1-6: “ Jesús dijo al hombre de la mano paralizad: Extiende tu mano, y su mano quedó cura-da”
La mano, que simboliza el trabajo, la creatividad, la iniciativa del hombre, estaba atrofiada. Por eso Jesús, al curar al enfermo, lo impulsa a moverse, a dar un paso a la vista de todos, y a extender su mano, y así no solamente sana la parálisis de su mano, sino su desconfianza ante la vida, su ensimismamiento, su inseguridad interior y sus miedos.
Jesús indica que hacer el bien al hermano necesitado está por encima de las demás leyes, y se presenta como un amante de la vida, dador de vida para el hombre. Pero los fariseos, que debían buscar el bien del pueblo, son incapaces de alegrarse por el bien de la persona curada. Esta insensibilidad indigna a Jesús, que los mira lleno de dolor por la obstinación de sus cora-zones, encerrados en las propias ideas y preocupados por su poder en la sociedad. Los fari-seos advirtieron el cuestionamiento de la mirada de Jesús, y a partir de ese momento decidie-ron que esa mirada cuestionadora debía ser eliminada. El hombre enfermo reconocía su nece-sidad de ser curado, y Jesús pudo liberarlo; pero los fariseos, enfermos de envidia y de egoís-mo, que no se sentían necesitados de nadie, no pudieron ser curados. Jesús no obligaba a na-die a recibir su oferta de salvación.
"Señor, danos la gracia de dejarnos cuestionar por tu mirada, sobre todo cuando nuestro co-razón se vuelva indiferente ante el dolor de los hermanos, cuando ya no seamos capaces de alegrarme por el bien ajeno, cuando la envidia nos carcoma el alma. Míranos Señor ".
Jueves 20 de enero
Marcos 3,7-12: “Como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal. Se arrojaban sobre él, para tocarlo…”
Después de mostrarnos la ceguera y la obstinación de los fariseos, el evangelio nos muestra un pueblo que se deja seducir por la irresistible atracción de Jesús. Los pobres no tenían motivos para envidiar a Jesús o tenerle miedo. Sólo sabían que lo necesitaban, y se le echaban encima llenos de confianza.
Este texto muestra que no eran los miembros del pueblo sencillo, sino las autoridades celosas de su poder y de sus costumbres, los que buscaban la muerte de Cristo y rechazaban su mi-sión. Eran fanáticos religiosos que en realidad usaban la religión para sus fines, como un ins-trumento de dominio social, y no querían abrir el corazón a la novedad de Dios.
Este texto, rebosante de fervor popular y de confianza en Jesús, puede leerse junto con otro
texto de Juan, donde vemos que las autoridades religiosas mandan a sus guardias para que tomen preso a Jesús. Pero los guardias no lo toman preso y vuelven fascinados, y cuentan que la gente está maravillada con Jesús. Las autoridades responden entonces que esa multitud ignorante es la que cree en Jesús, pero que ninguna de las autoridades religiosas ha creído en él.
"Dios mío, danos un corazón sencillo, abierto a tus planes siempre nuevos y muchas veces desconcertantes. No queremos aferrarme a nuestros planes, a nuestras costumbres, a nues-tras decisiones, sino que Tú nos ilumines y bos guíes por tu camino con las manos abiertas a los hermanos. Libéranos, Espíritu Santo, de encerrarnos en nuestros esquemas ".
Viernes 21 de enero Santa Inés MO
Marcos 3,13-19: “Después, Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia Él y Jesús instituyó a los doce para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar y sanar…“
Esta escena del llamado a los doce apóstoles nos muestra que la iniciativa es de él, ya que "llamó a los que él quiso". Nadie puede sentirse digno de este llamado, ni creer que es llamado porque ha cautivado a Dios con sus dotes personales, con su santidad o con sus obras.
En ese pequeño grupo de elegidos podemos descubrir una gran variedad: conservadores y progresistas, vasallos de los romanos y revolucionarios. De esas historias variadas Jesús quiso hacer una comunidad que transformara el mundo, y a pesar de las diferencias logró unirlos en una misma misión.
El sentido del llamado era enviarlos a predicar, pero también con poder para liberar a la gente de sus males. No se trataba sólo de predicar, sino de ser instrumentos de un poder divino que libera a la gente de sus angustias.
Sin embargo, el texto dice, en primer lugar, que los llamó "para que estuvieran con él". Es la intimidad con él lo que da sentido y vigor a la tarea que les encomienda, intimidad que luego de su partida se convertirá en una presencia poderosa que seguirá actuando a través de ellos. No se trata sólo de una relación afectuosa que se queda en la conciencia de los discípulos, sino de un encuentro de amor que impulsa a la misión, que debe ser comunicado a los demás. Pode-mos preguntarnos si en nuestras vidas están presentes estas dos dimensiones sin oponerlas entre sí: la contemplación íntima y la actividad. Más aún, tendríamos que intentar que el en-cuentro íntimo con Jesús nos ayude a descubrirlo presente en la actividad, a darle una "místi-ca" a la actividad, a vivir una "espiritualidad en la acción".
"Queremos escuchar una vez más tu llamado Señor, y volver a entusiasmarnos llevando tu Palabra y haciendo el bien con tu poder, viviendo tu presencia sublime en medio del trabajo y la lucha cotidiana, sabiendo que estás, que siempre estarás ".
Sábado 22 de enero
Marcos 3,20-21: “Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los deja-ban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus caba-les”
Este es uno de los textos donde aparece la riqueza de la personalidad de Jesús. Por un lado era tan atractivo que se amontonaban multitudes a su alrededor. Pero por otra parte, su modo de hablar y de actuar era desconcertante, y algunas personas, incluso dentro de su familia, lo consideraban fuera de sí, exaltado, loco. Sus familiares llegaban al punto de querer "sujetarlo". De este modo vemos al Hijo de Dios hecho semejante a nosotros en todo, hasta el punto de convertirse en blanco de todo tipo de acusaciones y de sospechas. Porque él no entraba en los cánones de la "normalidad" de la sociedad, y tampoco será normal la entrega total de su vida en la cruz, esa entrega que lo convertirá en "escándalo y locura".
Quizás hoy nuestra fe no nos convierta en objeto de sangrientas persecuciones, aunque en algunos lugares del mundo todavía hay mártires. Lo más común entre nosotros es que tenga-mos que soportar otro tipo de persecuciones, que son como aguijones frecuentes para nuestro orgullo. Se trata de las burlas de los que intentan ridiculizar nuestra fe y hacerla pasar por tonta, irracional, atrasada, fuera de lugar.
Pero si Cristo mismo tuvo que sufrir ese tipo de agresiones verbales, de comentarios y sospe-chas, si a él mismo lo consideraban un "loco", ninguno de sus discípulos puede pretender una vida más tranquila y un reconocimiento social.
Domingo 23 de enero 3º durante el año ‘C’
Lucas 1,1-4; 4,14-21: “Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abrién-dolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha con-sagrado por la unción. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír".
Jesús ha vuelto a su ciudad natal. Ya ha comenzado su vida pública y a sus conciudadanos ha llegado su fama. Se siente enviado por Dios para predicar el Reino de Dios. Cuando entra en la sinagoga, lo invitan a hacer una lectura de los profetas. Jesús escoge un texto que habla de él mismo y de su misión. Jesús se sirve de un texto del profeta Isaías para explicar a sus conciu-dadanos, y de paso también a nosotros, cuál es el contenido de su misión, por qué está predi-cando por los pueblos y los caminos de Galilea. Es que Jesús se siente dominado, poseído, por el Espíritu de Dios. Ese espíritu no hace de él alguien superior a los demás. Él ha sido enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, liberar a los cautivos y devolver la vista a los cie-gos. Ésa es su misión. Jesús viene a hablarnos de un Dios que nos trae la salvación, que quie-re que seamos libres, que seamos felices. Ésa es la misión de Jesús. Los que hoy formamos su comunidad, somos los encargados de llevar esta buena nueva a los que sufren, a los opri-midos, a los cautivos, a los pobres. Para que todos conozcan al Dios que nos ama y nos salva.
Te damos gracias, Jesús, porque anunciaste la buena noticia a los pobres, y nos trajiste la verdadera libertad. Gracias porque en ti se manifiesta el rostro misericordioso del Padre, que ofrece gracia y perdón, .que siempre da una nueva oportunidad.