GUION DE MISA - 28º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ‘C’ 13/10

28º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ‘C’     13/10


Queridos hermanos, con alegría les damos la bienvenida a esta celebración eucarística en el Vigésimo Octavo domingo del Tiempo Ordinario en el que también este año celebramos la Jornada Mundial por las Misiones.
La Palabra de Dios a veces nos anima, a veces nos corrige. Hoy nos da una gran lección de agradecimiento a Dios por todo lo que hace por nosotros. Dispuestos a dejarnos instruir por Dios, comencemos esta celebración. De pie, cantamos.

MONICIONES A LAS LECTURAS

OPCIÓN 1: MONICIÓN PARA TODAS LAS LECTURAS

La fe en el Poder de la Palabra de Dios y nuestro agradecimiento son el trasfondo de las lec-turas de hoy. Tanto el pasaje del segundo libro de los Reyes como el del evangelio proponen la confianza en la Palabra como actitud que conduce a la curación de la lepra y a una fe agradecida que alaba al Señor. El autor de la segunda carta a Timoteo habla de las cadenas que padece por el anuncio de un Evangelio que nadie puede encadenar. Con el salmo canta-remos y agradeceremos a Dios, a quien debemos escuchar atentos.

OPCIÓN 2: MONICIÓN PARA CADA UNA DE LAS LECTURAS
PRIMERA LECTURA (Reyes 5, 14-17)
El milagro realizado en Naamán nos muestra la sencillez con la que Dios hace las cosas y el Poder de su Palabra. Escuchemos.

SEGUNDA LECTURA (2 Timoteo 2, 8-13)
 San Pablo  instruye a Timoteo sobre el arduo y siempre difícil problema del sufrimiento humano.

EVANGELIO (Lucas 17, 11-19)
 Con el episodio de los diez leprosos curados S. Lucas muestra el poder de Dios y el agrade-cimiento con el que se debe responder a todo lo que Dios hace en nuestro favor. Preparémonos para recibir este mensaje, cantando el aleluya.

ORACIÓN DE LOS FIELES
A cada petición contestaremos: “SEÑOR, DANOS UN CORAZÓN MISIONERO.”

     Por la Iglesia, para que quienes nos sentimos llamados anunciar el Evangelio lo hagamos con un verdadero compromiso de hacer conocer y amar a Jesús  Oremos
     Por los países en conflicto, que sufren a causa de las guerras, el narcotráfico y el ar-mamentismo, para que el Señor ilumine a quienes gobiernan para que busquen solu-ciones concretas. Oremos.
     Por los que sufren a causa de la pobreza, el desempleo, las adicciones, la violencia y las enfermedades para que juntos, como Iglesia respondamos a las necesidades de quienes son los preferidos del Señor. Oremos
     Por un aumento de vocaciones a la vida consagrada, al laicado comprometido y al ma-trimonio cristiano, para que juntos hagamos posible la instauración del Reino en medio de nuestros pueblos. Oremos
     Por cada miembro de la Familia Gianellina para que, de la mano de María contagiemos el gozo del mandato misionero y la urgencia del anuncio del Evangelio. Oremos
     Para que de nuestro pueblo surjan misioneros dispuestos a entregar sus vidas por la causa de Cristo y su Reino. Oremos.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
 Llevemos ahora al altar el Pan y el Vino, como una muestra de acción de gracias con Jesús. Cantemos.

COMUNIÓN
 Ahora vayamos a compartir el cuerpo misterioso y pascual de Jesús. Cantando nos acercamos a comulgar.

COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
 
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
 
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo  ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.

FINAL
Fortalecidos y animados por la celebración que finalizamos, vayamos ahora a vivir nuestra vida siendo agradecidos con Dios, sabiendo que él siempre está de nuestro lado y nos acom-paña. Nos despedimos cantando…


El verdadero misionero es el santo:

La llamada a la misión deriva de la llamada a la santidad. La santidad es un presupuesto
fundamental y una condición insustituible para realizar la misión salvífica de la Iglesia.
No bastan los métodos, los conocimientos, la capacidad de oratoria, si no están
sustentados por el testimonio de vida cristiana y de santidad del misionero.