LECTIO DIVINA- 25º domingo DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C 22/09

25º  domingo DEL TIEMPO ORDINARIO  Ciclo C    22/09


Utilizando el género parabólico, Jesús retoma la cuestión de la relación con los bienes para ahondar en la reflexión y, de nuevo, instar al discernimiento. La parábola, desconcierta y obliga a entrar más allá, buscando la lógica del Reino. Un administrador denunciado ante su amo, pierde la confianza de éste.  No se dice si la acusación era justa o no; ciertamente sabemos que el administrador no hace nada para defenderse. Sin embargo, sabemos que sí se detuvo a reflexionar y discernir cómo asegurarse un futuro rentabilizando la confianza que sí se había ganado entre los deudores de su amo.
Curiosamente, esta gestión que, ciertamente, perjudicó los ingresos de su amo (o redujo las comisio-nes que él mismo cobraba como administrador), mereció la alabanza del amo por haber sabido discernir con valentía e inteligencia y, así, haberse asegurado un futuro; por haberse jugado el “todo por el todo”, arriesgando con osadía, sin componendas. Esta perplejidad que el amo suscita se ilumina desde tres orientaciones con las que se concluye el texto.
En primer lugar,  el futuro del discípulo son las «moradas eternas» (el seno de Abraham), pero ese futuro se juega en el ritmo cotidiano de vida (que es lo que ha hecho el administrador sagaz) y, cierta-mente, en el discernimiento de la relación con los bienes.
En segundo lugar, la fidelidad, entendida como lealtad a prueba de fuego o como lucidez en el modo de conducirse, es la que determina la respuesta del amo.
Por último, la claridad y la valentía son las actitudes del discípulo que no intenta “nadar en dos aguas” (sirviendo a dos amos).
San Lucas insiste en la imprescindible lucidez para conducirse en la relación con los bienes, particular-mente con el dinero, porque sólo se puede amar y prestar fidelidad a un amo; y, por eso no es posible tener dos, Dios y los bienes.


     ORACIÓN INICIAL

Deseo ponerme ante Ti, Señor, como Abraham,
con el corazón lleno de tu esperanza,
poniendo mi vida en tus manos.
Deseo ponerme ante Ti como Samuel,
con los oídos y el corazón dispuestos
a hacer tu Voluntad.
Quiero entrar dentro de mí, Señor,
y encontrar la fuerza suficiente
para darte una respuesta sin excusas,
sin pretextos.

     TEXTO BÍBLICO Lc 16. 1-13

«Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.” El administrador se puso a echar sus cálculos: “¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa.” Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” Éste respondió: “Cien barriles de aceite.” Él le dijo: “Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y es-cribe cincuenta.” Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Él contestó: “Cien fanegas de trigo.” Le dijo: “Aquí está tu recibo, escribe ochenta.” Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.

     LECTURA

Este evangelio nos presenta a un administrador que desempeñó fraudulentamente su trabajo, derrochando los bienes de su amo. Pero cuando su amo lo descubrió, buscó solucionar su futuro con más mentiras y más fraude: rebajando las deudas a los deudores de su amo para congratularse con ellos. Este hombre solo buscaba salvar su futuro. En ningún momento del relato se percibe ninguna señal de arrepentimiento.
Al final, Jesús alaba la astucia que este hombre tuvo para gestionar esta situación tan difícil para él. El cristiano tiene que ser astuto siempre para hacer el bien. Las palabras de Jesús son preciosas: un cristiano tiene que ser un hijo de la Luz, y tiene que utilizar todos los recursos que ofrece este mundo para que la Luz del evangelio alumbre a cuantos más mejor.
El administrador injusto quiso usar el dinero para su propio beneficio. Jesús nos invita a que consideremos que el dinero puede servir también para hacer el bien, para ayudar a los más necesitados, a los que menos tienen. El administrador falló a la confianza que había depositado en él su señor. Jesús quiere que pensemos que todos tenemos pequeñas o grandes res-ponsabilidades que se nos han confiado. Que si en las cosas pequeñas somos de fiar también lo seremos en las grandes.
Un hijo de la Luz no pone su esperanza en el dinero, no usa el fraude ni la mentira para arreglar su vida. Un hijo de la Luz sabe que solo Dios puede llenar su corazón. Solo Dios basta.

     MEDITACIÓN ¿Qué nos dice el Señor en el texto?

El Señor vuelve una vez más a hablarnos del espíritu del mundo, de la mundanidad: cómo act-úa ésta y cuán peligrosa es. Y Jesús, precisamente Él, en la oración después de la cena del Jueves santo oraba al Padre para que sus discípulos no cayeran en la mundanidad, en el espíritu del mundo.
Debemos pedir al Señor la capacidad de practicar «la honestidad en la vida, la honestidad que nos hace trabajar como se debe trabajar». Esta “astucia cristiana”, es un don, es una gracia que el Señor nos da y tenemos que pedirla.
Jesús quiere que los hijos de la luz sean como el administrador: astutos y sagaces en las cosas del Reino de Dios y su justicia. Necesitamos dedicar más energía y esfuerzo a los asuntos del alma, porque a menudo nos olvidamos de ello.
COMPARTIR el dinero, puede ser nuestra gran riqueza, nuestro gran tesoro, lo que ponemos en manos de los demás, en especial pobres y necesitados y no lo convertimos en nuestro dios, no dejamos que nos esclavice.

     ORACION ¿Qué le respondemos al Señor que hoy nos habla en el Evangelio?

Señor, enséñame a ser generoso,
a dar sin calcular, a devolver bien por mal,
a servir sin esperar recompensa,
a acercarme al que menos me agrada,
a hacer el bien al que nada puede retribuirme
a amar siempre gratuitamente,
a trabajar sin preocuparme del reposo.
Y, al no tener otra cosa que dar,
donarme en todo y cada vez más
a aquel que necesita de mí,
esperando solo de Ti la recompensa.
Sé Tú, Señor, mi recompensa.


     CONTEMPLACIÓN ¿ Cómo reflejo en mi vida lo que nos dice Dios en el evangelio ?


La llamada de Jesús hoy es más actual que nunca. “No podéis servir a Dios y al Dinero”. Estas palabras no pueden ser olvidadas en estos momentos por quienes nos sentimos seguidores de Jesús. El dinero, convertido en ídolo absoluto, es el gran enemigo para construir ese mundo más justo y fraterno, querido por Dios.
Hay que escoger. No hay alternativa. La lógica de Jesús es aplastante. Si uno vive subyugado por el dinero pensando sólo en acumular bienes, no puede servir a ese Dios que quiere una vida más justa y digna para todos, empezando por los últimos.
La riqueza tiene un poder subyugador irresistible. Cuando el individuo entra en la dinámica del ganar siempre más y del vivir siempre mejor, el dinero termina sustituyendo a Dios. En esa vida ya no reina el Dios que pide amor y solidaridad, sino el dinero que sólo mira el propio interés
Algo falla en el cristianismo, cuando somos capaces de afanarnos por asegurar y acrecentar más y más nuestro bienestar, sin sentirnos interpelados por el mensaje de Jesús y el sufri-miento de los pobres del mundo.
Los seguidores de Jesús no podemos vivir encerrados en una religión aislada del drama humano. Las comunidades cristianas deben ser en estos momentos un espacio de concien-ciación, discernimiento y compromiso. Nos hemos de ayudar a vivir con lucidez y responsabi-lidad. La crisis nos puede hacer más humanos y más cristianos. Más auténticos.

     ACCION  ¿ A qué nos comprometemos durante esta semana)

     Toma conciencia de cómo es tu búsqueda de Dios, de qué prioridad le das a Él an-tes que al dinero, si puedes decir que Él es más importante en tu vida que el dinero, tu familia, tu tiempo…
     Haz una revisión de cuantas cosas tienes y ve prescindiendo de todo aquello que no necesitas. Renuncia a algo tuyo en beneficio de otros.
     Toma conciencia de cómo muchas veces piensas y te dejas llevar por los valores de la sociedad de consumo. Actúa. Si no vives como piensas, terminas pensando como vives.
     Examina si tu fidelidad a Dios te lleva a ser recto y justo en todo momento, aún cuando no quedes bien ante los demás.

       COMPARTE... da gracias...

     Si la Lectio se hace en grupo, se puede compartir con sencillez lo que cada uno ha descubierto, para enriquecimiento del grupo.

     Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.


MES DE OCTUBRE

S.A. Gianelli dice del Rosario

!!“El Rosario!!, Yo les decía que era útil; ahora estoy por decir que es necesario”
“Yo les digo que el Rosario, bien rezado y meditado es la oración más oportuna para revitalizar el fervor,
tanto por los grandes misterios que encierra, como por las oraciones con que tales misterios se acompañan.
Misterios y oraciones tales que no es posible reflexionar sobre ellos y pensarlos, sin sentirse contagiados”
(Antonio Gianelli en María Mujer Maravillosa, p. 292)