LECTIO DIVINA 23º DOMINGO DURANTE EL AÑO

23º   DOMINGO DURANTE EL AÑO

Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Los demás son paso obligado para el encuentro con Dios. La oración no florece cuando nos desentendemos de la suerte de los otros. La oración se asienta sobre la búsqueda incesante y honesta de la verdad; sin ella se pierde el sentido de la vida. Para buscar la verdad en lo que pensamos, decimos y hacemos, nos necesitamos los unos a los otros. La verdad nos une, porque no es ni rígida ni engañosa, ni intolerante ni indiferente. ¿Estamos dispuestos a escucharnos en verdad unos a otros? Decirnos la verdad es fruto del amor.
     Jesús, danos esa humildad tan necesaria para dejarnos confrontar por los demás y andar en verdad. Jesús, danos fortaleza para ayudar a caminar en la verdad a los que tú nos has confiado.
Les aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo. El pecado rompe el vestido de la comunión, desata los lazos de la alianza, aísla y empobrece los dones, aleja la vida de la mirada amorosa de Dios. La tarea de Jesús de unir todo lo disperso, de acoger lo ausente, de restaurar la imagen rota del ser humano, de perdonar y dar posibilidades, se la encomienda a sus amigos.
     Espíritu Santo, recrea en nosotros esta hermosa tarea de tender puentes, de abrir caminos hacia las fuentes, de señalar los brotes nuevos, de latir al ritmo del corazón de Jesús.
Les aseguro además que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Frente al riesgo del aislamiento y de individualismo, Jesús propone la belleza de la plegaria común. El traje de fiesta para dirigirnos al que es Trinidad, familia, comunión, es la unión de corazones, donde se comparten la palabra y los silencios, los caminos hallados y las preguntas, el pan y la dignidad, la danza y la alabanza, el llanto y los gozos de la tierra.
     A ti, Dios Trinidad, Dios comunión, Dios sin fronteras, Dios de la paz y la justicia, levantamos con todos los orantes de la tierra las manos y el corazón.
Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medios de ellos. Donde hay dos o tres que tienen un mismo pensar y sentir, allí está Jesús.
Donde hay dos o tres que buscan la verdad, allí está Jesús. Donde hay dos o tres que se quieren, allí está Jesús. Donde hay dos o tres que se reúnen en nombre de Jesús, allí está Él. Y con Jesús todo es posible. La vuelta a Jesús garantiza nuestra fe y nuestra oración.
     Gracias, Jesús, por tu presencia, que alegra y fortalece nuestra vida

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO.

Ven Espíritu Santo
cúbrenos con tú santa gracia,
haz de nuestras vidas fuentes de misericordia,
para con nuestros hermanos, llénanos de tú paz.

TEXTO BÍBLICO Mt. 18. 15-20

“Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado   por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad les digo que todo lo que aten en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que des-aten  en la tierra quedará desatado en los cielos. Les digo, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

LECTURA    ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?

Me fijo en Jesús:
Maestro misericordioso, se preocupa  por la unidad entre los hombres.  Jesús buen Pastor que va en busca de la oveja perdida dispuesto a perdonar como al hijo prodigo. Padre que hace partícipe al hombre de su justicia y benevolencia prometiendo su permanente presencia entre sus hijos que se reúnen en su nombre.

Me fijo en el pecador:
Persona que está llamada a una conversión verdadera, que implica todo su ser. Invitación a reconocer sus faltas y pedir perdón con humildad y confianza en Dios que es misericordioso.

Me fijo en los discípulos:
Hombres llamados a una profunda comunión con Dios para poder actuar desde el querer de Dios, con un alto sentido de apertura, capaces de perdonar en nombre de Dios.

Valientes para anunciar y denunciar los comportamientos de sus hermanos. Hombres llamados a un vida coherente y testimoniar la misericordia de Dios.

MEDITACION ¿Qué me dice Dios en el texto?

El Evangelio de este domingo presenta el tema de la corrección fraterna en la comunidad de los creyentes: es decir, cómo debo corregir a otro cuando hace algo que no está bien. Jesús nos enseña que si mi hermano comete una falta en contra de mí y me ofende, debo tener ca-ridad hacia él y, ante todo, hablarle personalmente, explicándole que lo que dijo o hizo no es bueno.
«Repréndelo estando los dos a solas». La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad y atención respecto a quien ha cometido una falta, evitando que las palabras puedan herir y matar al hermano. Porque también las palabras matan. Cuando hablo mal, cuando hago una crítica injusta… esto es matar la fama del otro.
Esta discreción de hablarle estando solo tiene el fin de no mortificar inútilmente al pecador… ayudar a la persona a darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa ofendió no sólo a uno, sino a todos.
Ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón. Jesús nos dijo que no juzguemos. La corrección fraterna es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad cristiana, es un servicio mutuo que podemos y debemos prestarnos los unos a los otros.   Corregir al hermano es un servicio, y es posible y eficaz sólo si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor. La conciencia misma que me hace reconocer el error del otro, antes aún me recuerda que yo mismo me equivoqué y me equivoco muchas veces.   (Papa Francisco)

• ORACIÓN ¿QUÉ ME HACE  DECIR EL TEXTO?

Señor, tú me invitas a practicar la caridad con mis hermanos, a no callar ante las faltas y tener la capacidad de corregir cuando sea necesario.
Señor, ayúdame a que también tenga hermanos que me ayuden a poder ver y corregir mis faltas,  y dame un corazón humilde para poder aceptar las correcciones.
Señor tú me haces ver tu infinita misericordia, para con cada uno de tus hijos aun a pesar de nuestras muchas faltas y debilidades.
Dios mío, gracias por hacerme participe de tu justicia y prometerme que estarás con migo en todo momento y circunstancias de mi vida.
Señor hoy vengo a tu presencia para ponerme en tus manos y ser moldeado según tu parecer, hazme una persona nueva capaz de actuar con misericordia, coherente, capaz de perdonarme y dar perdón a mis hermanos.

CONTEMPLACIÓN ¿Estoy yo orando, por mis hermanos que se encuentran en debilidad?
”Porque dónde dos o tres reunidos en mí nombre, allí estoy yo en medio de ellos”

Contempla como la presencia Jesús en la comunidad es fortaleza y seguridad para sus segui-dores. Él es quien capacita a la comunidad y a sus integrantes para hacer lo que Él hizo y sigue haciendo: amar, perdonar, reconciliar, servir…
“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. A la luz de esto, si miras tu vida, ¿a cuánta gente ayudas a volver al Señor?, ¿cuántos han experimentado la misericordia y el perdón de Dios gracias a tus palabras y tu cercanía?
Hoy, donde estás y en lo que haces, ¿a cuánta gente deberías ir a buscar y así ayudarles a volver al Señor?, ¿a quiénes deberías ayudarles a experimentar la bondad y la misericordia del Señor?, ¿qué podrías hacer por los que están alejados y son indiferentes al tema de Dios?
¿Estás implicado y comprometido con el hermano que tienes a tu lado y buscas integrarlo a la comunidad, siendo para él como un Cireneo para ayudarlo a volver al Señor?
¿Te sientes una persona de paz, de amor, que busca la reconciliación en la comunidad y que fomenta la unión y la comunión?, ¿qué haces por la comunidad para que en ella se viva la experiencia de la bondad y la misericordia del Señor?
En la segunda parte del evangelio nos encontramos promesas muy importantes que Jesús realiza a sus discípulos: el poder de atar y desatar, la importancia de la oración y la promesa de su presencia para siempre.  No hay comunidad cristiana si Cristo no está presente en medio de ella.  Esa comunidad de hombres y mujeres que creen en Jesús vive de la oración, de la plegaria constante a Dios.

ACCIÓN ¿ A qué me comprometo?

     Este Evangelio nos hace revisar nuestras actuaciones con los hermanos. A la luz de Dios, toma conciencia de cómo recibes y qué actitudes tienes cuando te aconsejan, te corrigen…
     A la luz de Dios, examina cómo te acercas a las personas que necesitan a alguien que los ayude. Es desde la Misericordia de Dios o desde otros planteamientos no cristianos. ¿Qué puedes hacer por ellos?
     Ofrece el perdón a aquellos que te hayan ofendido e intenta acercarte a quienes tienes alguna dificultad para relacionarte con ellos.
     “Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Pa-dre que está en los cielos”. Busca a otra persona para orar por las necesidades tuyas o de los demás.
     El modelo de comunidad que nos presenta Mateo es el de una comunidad de hermanos en la que las murallas de clases sociales, prejuicios, privilegios, autoritarismos se han de derribar para que nazca la comunidad de iguales y participativa. Colabora a que esto se haga realidad.
     Qué puedes hacer para que en tu comunidad, en tu familia… se viva la experiencia de la bondad de la misericordia de Dios?