Lunes
31de octubre
Lucas 14, 1.12-14:
"Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales
fariseos. Ellos lo observaban atentamente. … Jesús dijo al que lo había invitado: Cuando
des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a
tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y
así tengas tu recompensa. Al
contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los
paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo
retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!."
A la humildad,
según la Palabra, se debe sumar la generosidad y la apertura de corazón.
Nuestro mundo contemporáneo es muy "mercantilista" y queda muy
manejado por la cultura del "trueque matemático". Se comparte con
otro en la medida en que el otro me otorgue algo a cambio. La dinámica del
Evangelio va por otro lado. Jesús en la Palabra nos recuerda que debemos ser
generosos y abiertos con todos. Debemos dar a quien sabemos que no nos puede
devolver nada a cambio. Eso es generosidad, eso es espíritu evangélico. Así y solo
así seremos felices; dando y dándonos a nosotros mismos. La fuerza de esto nos
viene de Dios que nos regala gratuitamente el don de la salvación y entrega su
vida sin exigir nada a cambio.
Ayúdanos, Señor, a hacer de nuestra vida
de fe una experiencia gratuita y generosa y que siempre estemos dispuestos a ofrecer nuestra ayuda sin esperar nada a
Cambio.
Intención de oración del Papa MES
DE NOVIEMBRE
Recemos para que los niños que sufren, los
que viven en las callles, las víctimas de las guerras
y los huérfanos, puedan acceder a la
educación y redescubrir el afecto de una familia.
Martes
1º de noviembre Todos los Santos. (S)
Mateo 4,25-5,12: Jesús “tomó
la palabra diciendo: Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les
pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán
consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices
los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el
corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque
serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la
justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos…”
Celebramos la
solemnidad de todos los santos. En una sola celebración recordamos y tenemos
presente: al Dios Uno y Trino revelado en Jesucristo por el Espíritu que es el
único Santo con mayúscula; a todos los santos de todos los tiempos, canonizados
o no, que nos han precedido en el camino de la fe, la esperanza y el amor,
quienes son ejemplo e interceden por nosotros; Todos nosotros estamos llamados
a la santidad y a vivir la perfección de la caridad. Para un verdadero camino
de santidad personal y comunitaria tenemos que tener presente que el amor es el
fundamento indiscutible y que la felicidad es la promesa de Dios y el camino
actual, más allá de la cruz presente siempre en la vida. La fidelidad es el
resultado final, para gozar con todos los santos en el Banquete del Reino.
En esta fiesta de todos los Santos,
pidamos para la Iglesia y para todos nosotros el coraje y la ilusión para
seguir difundiendo el Evangelio de Jesús
Miércoles
2 de noviembre Conmemoración de todos
los fieles difuntos
Lucas 24,1-8:
"El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro
con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del
sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras
estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con
vestiduras deslumbrantes: … ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en
Galilea: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los
pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día". Y las
mujeres recordaron sus palabras."
La
conmemoración de todos los fieles difuntos es una celebración antigua y expresa
lo que la fe la Iglesia ha creído siempre: por un lado, la victoria de la
muerte por la resurrección del Señor; y, por otro lado, la oración por los
difuntos. Hay posibilidad de elegir varios textos bíblicos diferentes para la
celebración de este día. Todos ellos apuntan a una idea central: la muerte fue
vencida por Cristo. En la Vida Eterna ya no habrá más lágrimas, ni muerte, ni
pena, ni dolor. La muerte "física" es un paso a la Vida verdadera. La
muerte y resurrección del Señor es la garantía de la Vida Eterna. Es lo que
decimos cada vez que recitamos al final del Credo: Creo en la Vida Eterna.
En este día, tengamos presente en nuestras
oraciones a todos los que en la fe, nos precedieron en el camino de la vida y
que ahora nos siguen acompañando, en la
alegría y en el dolor.
Jueves
3 de noviembre
Lucas 15,1-10:
"Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y
nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y
cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar
a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: Alégrense conmigo, porque
encontré la oveja que se me había perdido. Les aseguro que, de la misma manera,
habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por
noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
El capítulo 15
de Lucas es el corazón del evangelio de la misericordia de Dios. Hoy leemos la
primen parte. Tanto la introducción como las dos parábolas nos invitan a la
alegría por lo que se ha encontrado. Este binomio, alegría-encuentro, es lo
propio de la misericordia. Ante esta realidad se debe abrir nuestro corazón.
Primero, para alegrarnos por nosotros mismos que somos "encontrados"
por la misericordia divina que siempre nos rescata y nos da otra posibilidad, a
pesar de nuestra fragilidad y pecado. Inmediatamente, alegrarnos también por
ser discípulos de un Dios que es misericordia y siempre está buscando al que
está perdido o alejado. Nosotros, como Iglesia, debemos ser ese rostro divino
de misericordia, que siempre sale al encuentro de los hermanos para invitarlos
a la alegría del Evangelio.
Señor, te adoramos por tu gran
misericordia y te damos gracias nos buscas con amor cuando no perdemos. Danos
la gracia de mirar a los demás con tus ojos misericordiosos.
Viernes
4 de noviembre S. Carlos Borromeo (MO)
Lucas 16,1-8: "¿Qué es lo que me han
contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese
puesto. El administrador pensó entonces: ¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me
quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya
sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en
su casa!. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero:
¿Cuánto debes a mi señor?. Veinte barriles de aceite, le respondió. El
administrador le dijo: Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez.
Después preguntó a otro: Y tú, ¿cuánto debes?. Cuatrocientos
quintales de trigo, le respondió. El administrador le dijo: Toma tu recibo y
anota trescientos. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber
obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su
trato con los demás que los hijos de la luz.”
Es evidente
que Jesús no puede alabar la corrupción de este administrador. La corrupción
siempre es algo totalmente negativo. Sin embargo, Jesús destaca la inteligencia
y la sagacidad de este administrador. ¿Por qué o para qué? Para que los hijos
de la luz, los discípulos del Reino, aprendamos a ser verdaderamente
inteligentes y astutos en las cosas de Dios. A la hora de evangelizar, de
catequizar y de vivir la caridad en la Iglesia, tenemos que aplicar todas
nuestras energías y ser muy hábiles para llegar a buen puerto. Siempre debe
quedar claro: buscamos objetivos buenos por caminos buenos. Siempre es verdad
que "el fin no justifica los medios",
Señor, danos la gracia de ser sagaces en
la vivencia, transmisión y compromiso de la fe y en el anuncio del Evangelio.
Sábado
5 de noviembre
Lucas 16,9-15: " El que es fiel en lo poco, también es
fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en
lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les
confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les
confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ser fiel en lo
poco para ser fiel en lo mucho. Este es el mensaje de Jesús. Nos invita a
"ejercitarnos" en la vida cotidiana. Ser fiel en lo poco pareciera
que no es importante y, sin embargo, lo es. Al estar acostumbrados a no mentir,
perdonar, dialogar y respetar en la realidad simple y no conflictiva de todos
los días, adquirimos una suerte de "habilidad espiritual" para
mantener estos valores en circunstancias más difíciles o exigentes. Cuando el
Evangelio reclama que realmente nos arriesguemos por los valores del Reino
tenemos que estar preparados.
Pidámosle juntos al Señor ser capaces de
ejercitarnos en el bien, la verdad y la belleza todos los días para poder ser
fieles en las grandes opciones que la vida ponga en nuestro horizonte.
Domingo
6 de noviembre (32 durante el año)
Lucas 20,27-38: “En
este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos
de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden
morir, porque son semejantes a los ángeles y, al ser hijos de la resurrección,
son hijos de Dios ... Porque él no es un
Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él"
Jesús predica
la resurrección que vence la muerte. Él está en el templo. A diferencia de
otros momentos, no realiza ningún milagro, casi se podría decir que su única
fuerza es su palabra. En efecto, es justamente esta la que los opositores
quieren hacer callar. Es el turno de los saduceos que niegan la resurrección. A
este tema se refiere su pregunta. El caso que plantean es más bien artificial,
pero eficaz: una mujer que tuvo siete maridos, ¿de quién será esposa luego de
su muerte? Ellos razonan según la lógica humana que es mucho más restringida
que la de Dios. El evangelio muestra un mundo completamente nuevo, comprensible
solo para el que abre su propio corazón y su propia mente a Dios. Un mundo en
el que no cuentan más los lazos de sangre, porque el Espíritu los sublima y los
transforma. Es el mundo de los resucitados: no se toma ni esposa ni marido,
porque todos son plenamente hijos. El Dios de Jesús es el Dios de los vivos, no
de los muertos. Todo aquel que cree en Jesús es ya desde ahora "hijo de la
resurrección". El amor del Padre es más fuerte que la muerte.