LITURGIA SEMANAL - 22º SEMANA DURANTE EL AÑO

22º  SEMANA DURANTE EL AÑO

Lunes 31 de agosto
Lucas 4,16-30: “Él me envió a evangelizar a los pobres… ningún profeta es bien recibido en su tierra”
 
El Evangelista Lucas, describe a Jesús que, impulsado por el Espíritu Santo, ha vuelto a Galilea y empieza a anunciar la Buena Noticia, presentando su programa, a la gente de la sinagoga, con las palabras del Profeta Isaías.
Este anuncio refleja la situación de la gente, pero también manifiesta  una especial mirada a la realidad: una mirada que busca anunciar y restituir la vida y la dignidad de las personas, lo que de algún modo genera reacciones de diverso tipo en sus oyentes.   En un primer momento, todos quedan admirados; pero, al darse cuenta que Jesús quiere acoger a todos, sin excluir a nadie, ellos mismos se rebelan y comienzan a buscar razones para atraparlo y darle muerte.
Cuando Jesús dice que ‘nadie es profeta en su tierra’, acude a un refrán popular para expresar lo que estaba sucediendo con él en ese momento, cuando en su propia tierra no era bien recibido
Te damos gracias, Señor, que anunciaste la Buena Noticia a los pobres, que nos trajiste la ver-dadera libertad. Gracias porque en Ti se manifiesta el rostro misericordioso del Padre que ofrece gracia y perdón, que da una nueva oportunidad.

                   Septiembre            Intención de oración del Papa  

Para que los recursos del planeta no sean saqueados, sino que se compartan
de manera justa y respetuosa


Martes 1º de septiembre
Lucas 4,31-37: ¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!”Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

En el evangelio de hoy, vemos cómo Jesús, mientras  enseñaba a la gente, es increpado por un hombre endemoniado, que le pregunta: ¿qué quieres de nosotros Jesús Nazareno? …Sabemos quién eres: El Santo de Dios. Esta pregunta “Qué quieres de nosotros” la podemos comprender desde la acogida o desde el rechazo. Desde la acogida supone una apertura a las enseñanzas del Maestro, una acogida a Dios, un dejar sembrar en nosotros los valores del reino. Pero también está el rechazo. El endemoniado sentía miedo, y por eso le pregunta a Jesús: “¿Has venido a acabar con nosotros?”. El endemoniado, poseído por el rechazo a Dios, vuelca su ira sobre lo que pronuncia, por eso grita. Grita ante lo que considera un peligro: un hombre de Dios. En nosotros, existe esta misma posibilidad de aceptar o no  a Dios. Podemos hacerle la pregunta sobre ‘qué quiere de nosotros’, desde la apertura o desde el rechazo y el miedo.
Te pedimos Señor, que a la luz del Evangelio seamos capaces de reconocerte, de reconocer tu actuar en medio nuestro. Que nos abramos a tu acción.

Miércoles 2 de septiembre
Lucas 4,38-44: “Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y ésta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos”.

La curación de la suegra de Pedro subraya un detalle: apenas fue curada se puso a servir a los demás, con lo cual se destaca que la obra de Jesús en nuestra vida, pide como respuesta una actitud de servicio.
En este texto se resalta el poder de Jesús, que viene a hacer presente el Reino de Dios,  a liberarnos del poder del mal, La mano de Jesús, que sostiene y cura a la suegra de Pedro, re-cuerda la figura de la mano del Padre. Con ese mismo poder de su mano, Jesús pasa por todas partes curando enfermos y expulsando demonios.
Esa misma mano fuerte de Jesús es la que puede fortalecernos y liberarnos de nuestros males más profundos.  Esa misma mano que acaricia con ternura pero que tiene potencia divina, puede sostenernos en las dificultades y arrancar de nuestras vidas los poderes del mal que a veces nos esclavizan.
Sánanos, Señor, para que podamos servir mejor a los hermanos; libéranos para que podamos ayudar a otros en su camino de liberación; pacifica nuestras vidas para que podamos llevar a los demás, un poco de felicidad y de paz

Jueves 3 de septiembre       San Gregorio Magno (MO)   Primer jueves
Lucas 5,1-11: “Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron”.

Los discípulos estaban trabajando a la orilla del Lago y desde lejos miraban y escuchaban quizás las palabras que Jesús dirigía la multitud.   Pero Jesús, los ve y les complica la vida. Él les  pide que vayan mar adentro, que naveguen a lo hondo del lago y tiren las redes. Los que saben de pesca dicen que se pesca mejor de noche que de día.  Sin embargo hay una invita-ción del Señor a ir mar adentro. Ellos le hacen caso, pero con un planteo: “Maestro, trabajamos la noche entera y no sacamos nada. Pero si tú lo dices echamos las redes”.   Hay en ellos un confiar en la palabra de Jesús, un depositar en Él todo tipo de esperanza; como decir: “Con Él vamos a estar mejor y seguramente nos va ir mejor que como estábamos antes”. Tanto les complica la vida Jesús que no sólo  pescan sino que  pescan demasiado y las redes se llenan. Y tienen miedo Y se ponen de rodillas. Pero Él los pone de pie. Les da esperanza. Los mira a los ojos. Y par-ticularmente a Pedro. Y le dice: “Pedro, de ahora en adelante vas a ser pescador de hombres”.   
Hoy Jesús nos llama a ir al mar de nuestra existencia, a nuestro mar profundo, al centro de nuestra vida, de nuestro corazón y nos  anima a hacernos las grandes preguntas. Se podría decir que nos  anima a ir a un “más allá” pero desde un “más adentro” Y la confianza nos la da su palabra. Porque Jesús lo dice, en Él confiamos.

Viernes 4  de septiembre    Primer viernes
Lucas 5:33-39    “Nadie echa vino nuevo en odres viejos. De hacerlo, el vino nuevo hará reventar los odres, se derramará el vino y los odres se arruinarán”.

Jesús contó esta parábola para recomendar a sus acusadores que intentaran parecerse más a los odres nuevos, porque la nueva vida que él les anunciaba no cabía  en su forma antigua de pensar y actuar. La vida en el Reino de Dios requiere personas  flexibles para acomodarse a las mociones del Espíritu.  
El seguimiento de Cristo no debe afrontarse con ánimo “viejo”, como si de una obligación pe-sada y fastidiosa se tratara, sino con el espíritu nuevo de quien lo ha encontrado todo en Jesús, como quien ha descubierto en Él todo el sentido de la vida.
La conversión a la que el Señor nos llama no es simplemente ayuno y penitencia. Convertirse es hacer que el corazón, que hasta el momento amaba, pensaba o decidía por unos valores, principios y criterios humanos, empiece ahora a optar por Jesucristo como primer principio, criterio y modelo. Esto es lo que busca el Señor de cada uno de nosotros, que seamos capa-ces de entregarnos desde nuestro interior, de abrirnos, de ofrecernos, de no permitir que en nosotros haya algo que todavía no le pertenezca.
 “Señor Jesús, Dios nuestro, ayúdanos  a ampliar nuestro entendimiento para llevar tu amor a familiares, amigos y conocidos.”

Sábado  5 de septiembre     Primer sábado
Lucas 6,1-5   Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, …   Los fariseos les dijeron: “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?”. Y Jesús añadió: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”.

Los fariseos estaban encerrados en protocolos, en estructuras que eran apreciables pero que, en sí mismas, no tenían valor. No dejemos que nuestra fe se quede entretenida en aspectos meramente externos, no nos conformemos solamente con “cumplir” en apariencia con ciertos requisitos, busquemos no sólo decirnos, sino también ser auténticos seguidores de Jesucristo. A Cristo hay que darle todo el corazón y amarlo con total sinceridad de vida. Aprovechemos estos momentos de oración para ir a lo profundo de los rincones de nuestra alma y descubrir qué es lo que podemos entregar con más entereza a Cristo, en qué parte de nuestra vida to-davía no dejamos entrar al Señor, en dónde debería reinar más. Si le abrimos las puertas a Cristo, entonces brotará en nosotros la oración, la fidelidad, la caridad, la humildad, porque van a brotar de un corazón que vive volcado para amar y para agradar al Señor. Dios es nuestro creador, nuestro redentor, nuestro amigo, dejemos que sea también el Señor de nuestras vidas.

Domingo 6 de septiembre            (23º durante el año)
Mateo 18,15-20   Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado… También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá”.  

Jesús, en el Evangelio de hoy nos muestra como quiere que sea una Comunidad cristiana. Él sabe que esas Comunidades no son perfectas. Dentro de ellas también existe el pecado. Lo que Jesús planeta es qué tenemos que hacer cuando en nuestra comunidad, algún miembro comente errores o pecados graves públicos y reiterados que sean conocidos por la Comuni-dad.  Lo primero que nos dice es que, antes de corregir al hermano debemos estar muy aten-tos nosotros para no faltar en aquello mismo que corregimos a los demás; y, por tanto, el que corrige debe hacerlo primero con el propio testimonio de vida y ejemplo de virtud, y después también podrá hacerlo con la palabra y el consejo.
La segunda regla es que, al corregir, hemos de ser muy benévolos y respetuosos con las per-sonas, sin humillarlas ni abochornarlas jamás, y mucho menos en público.   No tenemos que olvidar que la invitación a corregir al hermano está unida a la invitación a ponernos de acuerdo para orar.  “Señor que sepamos cuidarnos los unos a los otros…” pedirle al Señor la creatividad para sostener nuestras comunidades, la gracia de salvar a los hermanos.