22º Domingo del Tiempo ordinario - Lectio Divina

“El que quiera venir conmigo,

que renuncie a sí mismo,

que tome su cruz y me siga”.

 

 Jesús no se limitó a las palabras, sino que Él mismo tomó su cruz de cada día y murió en ella. Su entrega en la Cruz fue la culminación de una multitud de pequeños actos de donación a lo largo de su vida. El ejemplo de Cristo nos enseña que cualquier circunstancia en nuestra vida, vivida por el amor, tiene un valor de salvación.

Para llevar nuestra cruz con amor debemos contemplar a Jesús. Él no nos redimió con promesas, sentimientos o simples deseos. Porque nos amaba y porque el amor es donación sin límites, Él quiso demostrárnoslo amándonos con hechos concretos: haciéndose hombre, viviendo y sufriendo en nuestra naturaleza humana, dándose por amor a su Padre y a cada uno de nosotros, obedeciendo, perdonando, sobrellevando humillaciones, ofreciendo su espalda a los latigazos, abriendo sus manos para que fuesen clavadas... por amor a cada uno, para salvarnos.

 

Nos engañamos si pensamos que amamos a Dios, sólo cuando tenemos buenos sentimientos, o en un arranque ocasional de generosidad. Si queremos saber si amamos de verdad, miremos a Cristo crucificado; y si nuestro amor es como el suyo, es decir, donación total y con obras concretas, si obedecemos sus mandamientos aunque nos cuesten, si le ponemos a Él en la cúspide de nuestra jerarquía de valores… entonces nuestro amor será auténtico; entonces seremos cristianos de verdad, porque hay donación y entrega en nuestra vida.

 

ORACIÓN INICIAL  

 

Señor Jesús,   Tú que nos invitas  a tomar nuestra cruz y seguirte,

Tú que nos quieres en tus sendas viviendo tu estilo de vida,

asumiendo tu manera de ser,   teniendo tus mismos sentimientos,

danos la gracia de aprender de ti lo que es vivir el estilo de Dios;

ayúdanos a que como Tú podamos perder la vida ganándola en ti,

para tener la vida plena y verdadera que solo la encontramos en ti.

Danos la gracia de entender tu lógica y  saber que sólo en ti

encontramos   la vida plena, la eterna,  llevando nuestra cruz detrás de ti.

Danos Señor la gracia de seguirte día a día,  sin desfallecer,

con la alegría de saber  que el seguirte es encontrar

la vida verdadera, que solamente Tú nos das. AMÉN.

 

LECTURA: lee atentamente el texto las veces que sea necesario hasta que logres distinguir los personajes y sus relaciones, los verbos principales y la situación señalada con su antes y su después.

 

Luego de la confesión de Pedro comienza la tercera parte del  evangelio de Mateo. El primero de los anuncios de la pasión da pie a una nueva  invitación al seguimiento y a una importante enseñanza sobre las consecuencias del  mismo.  Escuchemos.  

 

TEXTO EVANGÉLICO para meditar y rezar: Mateo 16, 21-27

 

A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: ¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar! Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: ¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres. Luego Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? Porque el Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a lo que haya hecho”.

ALGUNAS PREGUNTAS PARA UNA LECTURA ATENTA:

 •Jesús anuncia su pasión.

¿Dónde y quiénes matarán a Jesús? ¿Qué sucederá  después de su muerte?  

¿Cómo reacciona Pedro a este anuncio de Jesús? 

 ¿Cómo llama Jesús a Pedro? ¿A qué le invitan las palabras del Señor?

 

•Jesús invita a seguirle.

¿Cuáles son las exigencias del seguimiento?

¿Qué pasa al que quiera salvar su vida?

¿A qué viene el Hijo del Hombre?

 

MEDITACIÓN: desde el texto busca lo que Dios te dice para tu vida ordinaria.

 

Después que los discípulos lo reconocen como el Mesías, Jesús les enseña qué tipo de Mesías es él, un Mesías que salva por la pascua, pasión, muerte y resurrección. Jesús se dirige a todos y comienza a enseñarles qué significa ser discípulo. Si el maestro camina hacia la cruz, también el discípulo tendrá que aprender a negarse a sí mismo, a no dejarse llevar sólo por sus gustos, a olvidarse de muchas de sus preferencias y a asumir las veces que toque, el peso de la vida. No es que Jesús diga que seguirlo a él es una vida de dolor, de cruz. La cruz no es un patrimonio exclusivo de los cristianos, a la vida le tocan momentos de dolor, lo que enseña Jesús es a llevar la cruz. Y llevar la cruz, quiere decir también entregar la vida, no solo en las grandes decisiones de la vida, sino también en lo cotidiano de nuestras relaciones y trabajos. En definitiva, ser discípulo es vivir como Jesús vivió, y no fue que entregara su vida solo en la cruz, sino que su vida fue una vida de entrega a los demás, para servirlos, hasta dar su vida por todos.

 

*      ¿Recuerdo algún momento de crisis de fe en mi vida cristiana?

*      ¿Cómo he sentido  de nuevo la llamada del Señor a ser su discípulo? 

*       

Si alguno quiere venir detrás de mí…

*      ¿Sabemos asumir las consecuencias que  tiene para nosotros seguir a Jesús, aunque sean dolorosas?  

*       

Tus pensamientos no son los de Dios.

*      ¿Qué estás haciendo para que en tu vida  prevalezca el pensamiento, el criterio de Dios?  

*      ¿Qué cambiaría en nuestra vida si fuéramos capaces de contemplar nuestras  cruces y sufrimientos diarios desde el misterio de la Resurrección?  

 

ORACIÓN: desde tu vida iluminada por el texto háblale a Dios.

 

Señor Jesús, muchas veces me pasa como a Pedro: te reconozco como mi Dios y mi salvador en momentos de bienestar y de euforia, pero me escandalizo cuando me hablas de la pasión y la cruz dentro de los planes de amor y salvación del Dios. Te rehuyo y te niego cuando me pides, que para ser tu discípulo, renuncie a mí, a mis intereses y acepte la cruz de cada día: la de la relación y del amor a las personas con las que vivo; la del sacrificio de lo propio para darme a los demás; la de la vida optimista y alegre en medio de los problemas y del dolor; la de la confianza plena en ti aunque pareciera que te has alejado y ya no estás; la del humilde reconocimiento de mi fragilidad y de mi debilidad cuando mi orgullo se levanta para juzgar y dominar. Por todo eso te pido perdón, Señor; para seguirte y salir de todo eso te pido tu ayuda, Señor.

 

CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo hago propias las enseñanzas del texto?

 

Haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a Dios; ofrécele cambiar en algo para bien tuyo, de los demás y gloria de Él.

 

Consejo que les da nuestro Señor a quienes desean seguirle, a  quienes se presentan a él para eso.

“¿Quieren venir en pos de mí?¿Quieren conformar su vida a la mía?

Pero ¿saben que hay que  comenzar por renunciar a ustedes mismos y seguir llevando su cruz?”

Pues bien, si somos sus hijos, hemos de seguirle, abrazando como él la pobreza, las  humillaciones, los sufrimientos, despegándonos de todo lo que no es Dios, y  uniéndonos con el prójimo por la caridad para unirnos con Dios mismo por  Jesucristo.

Señor, seguirte es mi mayor desafío, pero temo al pensar que debo perder mi vida por ti.

Ayúdame a entregarme como tú lo haces.

 

ACCIÓN ¿A qué me comprometo para demostrar que algo va cambiando en mi vida?

Buscaré en esta semana, ocasiones de negarme voluntariamente algún gusto, y por ello realizaré alguna obra buena: visitar un enfermo o atender con alegría las necesidades de mi casa, de mi comunidad.

 

COMPROMISO: 

 •Reconocer mi propia cruz y llevarla con la certeza de que camino con Cristo y él  me ayuda a no desfallecer. 

 

ORACIÓN FINAL  

 

Señor, Tú nos invitas a tomar nuestra cruz y seguirte.  

Sí lo queremos, pero también ven Tú   en nuestra ayuda

y carga Tú con nosotros nuestra cruz para seguirte,  

para tener tus mismos sentimientos y así identificarnos contigo.  

Ayúdanos cuando nos cansemos,   consuélanos cuando decaigamos,

fortalécenos cuando nos debilitemos y llénanos  de tu presencia

para encontrar en ti el sentido y la razón de nuestra vida.  

Que así sea.

 

 

Cuadro de texto: "Les pido una renovada fidelidad, que haga más encendido el amor a Cristo, más sacrificada y alegre su entrega, más humilde su servicio". 
San Juan Pablo II