LECTIO DIVINA - SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY

Con la celebración de la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, ponemos el punto final al año litúrgico. Este momento nos tiene que ayudar para revisarnos, para recoger lo mejor y lo peor del año que acababa y, por qué no, para retomar lo que todavía puede mejorar en nuestra vida como discípulos del Señor Jesús. Seguro que también este “punto final” del año litúrgico nos dará la oportunidad de reconocer, en el día a día, de este último año, la presencia amorosa de Dios en nuestra vida cotidiana. No es este un ejercicio superficial, sino muy importante si queremos ir ganando intimidad y “amistad con Aquél que sabemos que nos ama”.

ORACIÓN INICIAL

SEÑOR JESÚS,
Tú que has venido a revelarnos tu identidad,
que te fuimos reconociendo como el Cristo,
el Hijo de Dios vivo, el Señor,
el Dios con nosotros,
ahora te das a conocer como REY,
como Aquel que tiene autoridad y poder,
como Aquel que ejerce su autoridad sobre todo lo creado.
Ahora que somos más conscientes
de nuestra identidad de cristianos,
te pedimos que nos ayudes a vivir
de tal manera que en todo momento
y en cada circunstancia
podamos dar testimonio de ti,
manifestando que Tú eres nuestro Rey y Señor.
Amén

LECTURA  ¿Qué dice el texto? Juan 18,33b-37
En el interrogatorio ante Pilato, Jesús manifiesta su condición de Rey; pero deja bien claro que su realeza es de otra categoría. Los reinos de este mundo se hacen con las armas y la violencia; el Reino de Dios se construye con el servicio, el amor, la justicia y la paz. Escuchemos.

“Pilato llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le respondió: “¿Por ti mismo dices esto, u otros te han hablado sobre mí?” Respondió Pilato: “¿Acaso soy yo judío?, tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí, ¿qué has hecho?” Jesús respondió: “El reino mío no es de este mundo. Si de este mundo fuera el reino mío, mis súbditos habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos. Ahora pues, el reino mío no es de aquí.” Le dijo entonces Pilato: “Así que, ¿tú eres rey?” Jesús respondió: “Tú dices que soy rey. Yo para esto he sido generado y para esto he venido al mundo, para que yo dé testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.” Pilato le dijo: “¿Qué es la verdad?”

 Preguntas para la lectura:

     ¿Qué impresión me causa la actitud de Jesús ante Pilato cuando es interrogado respecto a su identidad de Rey?
     ¿Qué clase de rey es Jesús? ¿Cómo es su reino?
     ¿En qué consiste la misión de Cristo Rey?
     ¿Quiénes serán capaces de comprender el mensaje de Jesús?

MEDITACIÓN  ¿Qué ME dice el texto?

Ahora sabemos en qué consiste la realeza de Jesús, cuál es la verdad de la que ha venido a dar testimonio en este mundo. Su Reino no necesita legiones, sino testigos capaces de llegar hasta la entrega de la vida. Para hacernos más conscientes de todo ello y darnos fuerza y ánimos unos a otros, vamos a reflexionar juntos.

Un reino diferente: vivir en la Verdad. El mundo, nosotros mismos, seguimos preguntando como Pilato: “¿Qué es la Verdad?” En la manera en que seamos como Nicodemo – sin ningún doblez, como ha dicho Papa Francisco: “pecadores sí, corruptos no”*– podremos reconocer a Jesús: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”. Nuestra Iglesia vive una época de mártires, de testigos de la Verdad; el triunfo de Cristo  está presente en cada uno de ellos; que así venza él en nuestros corazones, que podamos vivir en la libertad de los hijos de Dios.

     ¿Acepto que Jesús es Rey? ¿Dejo que Jesús reine en mi corazón?
     ¿Qué cosas nos deslumbran de la realeza del mundo (poder, riquezas, fama, éxitos)? ¿Qué cosas nos deslumbran de la realeza de Jesús?
     ¿De qué manera trabajo para defender y propagar el Reino de Jesús en mi familia, en mi trabajo, en mis estudios?
     ¿Estoy del lado de la verdad? ¿Escucho la voz de Jesús? ¿Me juego por la verdad a pesar de las consecuencias o prefiero la mentira y el engaño?

ORACIÓN ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?


Jesús es el rey que ha tomado la condición de esclavo para mostrarnos en qué consiste el plan de Dios, su voluntad a favor de todos los hombres. Agradecemos su muestra de amor hacia nosotros y le pedimos que su reinado se establezca en nuestras vidas y en nuestra sociedad.

Dios, Padre bueno, que en la etapa final de la historia, enviaste a tu Hijo como testigo de tu Verdad en medio nuestro, para redimirnos del pecado y de la muerte, y derramaste el Espíritu, para hacer de nosotros, llamados de entre todas las naciones un solo pueblo nuevo, haz que tengamos como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor.
Que seamos capaces de rechazar cuanto desdiga del nombre de cristianos, siendo dignos de nuestros hermanos y hermanas mártires de le fe y la caridad.
¡Que viva Cristo Rey!   Amén.

CONTEMPLACIÓN  ¿Qué me lleva a hacer el texto?

¿Qué sentimientos suscita en mí ver un “rey frágil” apresado? ¿Me siento de verdad parte del pueblo de Dios, de su Reino?
¿Qué cosas veo en el mundo y en mi manera de vivir que no son concordes con la Verdad?

ACCION
     ¿A qué cosas he de renunciar para acoger el Reino como experiencia de libertad? ¿Cómo escuchar la voz de Jesús y reconocerle como “principio ordenador” de todos los ámbitos de mi existencia (humana, espiritual, socialmente)?
     ¿Qué podemos hacer para que el reinado de Dios se extienda cada día más en nuestros ambientes?


El adviento es, en primer término, tiempo de preparación a la Navidad,
donde se nos recuerda la primera venida del Hijo de Dios.
Es asimismo tiempo en el que se orientan las mentes,
mediante este recuerdo y esta espera, a la segunda venida de Cristo,
que tendrá lugar al final de los tiempos.