23º Domingo del Tiempo Ordinario - Lectio Divina

El capítulo 18 del evangelio de Mateo, es el discurso sobre la fraternidad, en el que Jesús sigue mostrando a los discípulos las exigencias del seguimiento. La comunidad de los discípulos de Jesús no está exenta de los conflictos, por eso el Maestro se dispone a enseñarles acerca del procedimiento para la reconciliación comunitaria:

·                    Ve y corrígele a solas: la salida se da desde quien ha sido ofendido, quien ha caído en cuenta del pecado del hermano, no para acusar ni reprochar, sino para orientar, mover al arrepentimiento y propiciar la reconciliación. La escena debe darse en un clima de intimidad, a fin de que “la culpa permanezca lo más escondida posible y, así, se proteja el honor del prójimo”. Si escucha, se puede hacer fiesta porque se ha recobrado lo perdido; pero si no se abre a la corrección, se hace necesario un segundo paso…

 

·                    Hazte acompañar de uno o dos: es necesaria la presencia de algunos testigos, representantes de la comunidad, que corroboren la falta y perseveren en el intento de conducir al hermano hacia la verdad. Igualmente se espera que estos dos o tres logren lo que no alcanzó el primero, pero hay posibilidades de que no sea así; entonces se recurre a…

 

·                    La comunidad en pleno: el caso ha de ser presentado ante toda la comunidad, pues se trata de un hermano, un hijo que aunque ha errado no se da por perdido, aún quedan esperanzas de conversión. La comunidad, maternalmente, seguirá intentando rescatarlo.

La comunidad cristiana está llamada a velar por la coherencia de sus miembros y tomar las decisiones necesarias cuando ésta se rompa, pero sobre todo está llamada a ser verdadera pastora, a buscar continuamente caminos de reconciliación, “ha de dejar abierta la posibilidad de convertirse y de reanudar las relaciones precedentes. Así, incluso en la forma más dura de la corrección, se percibe la solicitud por la salvación del hermano y el anhelo de que se convierta”.

 

Por eso la comunidad, reunida en nombre de Jesús, podrá pedir al Padre el don de la reconciliación con la certeza que aquello que pide será concedido.

 

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

 

Espíritu de Dios,

quiero acercarme a la Palabra con ojos nuevos…

disponible para acoger la gracia que me será revelada

y que tiene poder para transformar mi vida.

Espíritu de fraternidad, sigue insistiendo en mí con tu suavidad

hasta que poco a poco sea capaz de optar siempre por el camino de Jesús,

camino de reconocimiento de mis hermanos y hermanas,

camino de encuentro que conduce al Padre,

camino de entrega de la vida en favor de los demás.

 

Ven Espíritu Santo,

Ven a nuestra vida,

a nuestros corazones, a nuestras conciencias.

Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad

para entender lo que el Padre quiere decirnos

a través de su Hijo Jesús, el Cristo.

Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida

y se haga vida en nosotros.

Amén

 

TEXTO BIBLICO: Mateo 18, 15-20

 

Si tu hermano te ofende, ve y corrígelo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos, para que el asunto se resuelva por dos o tres testigos. Si no les hace caso, informa a la comunidad. Y si no hace caso a la comunidad considéralo un pagano o un recaudador de impuestos. Les aseguro que lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.

Les digo también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.

 

LECTURA  ¿Qué dice el texto?

 

San Mateo pone en labios de Jesús muchas enseñanzas de la vida cristiana. Una de ellas muy importante está narrada en este texto, y es lo que nosotros llamamos la “corrección fraterna”.

Es obvio, que Jesús se da cuenta de nuestra vida de pecadores, nuestros defectos, nuestras limitaciones y nuestros errores. Pero Él vino a perdonar en nombre de Dios Padre. Su misión más importante fue la de reconciliar a la humanidad que se había alejado de Dios para volverla al Padre. Ahora bien, esta misión de Jesús, es en colaboración con sus seguidores, es decir, con la Iglesia, que es comunidad. No se puede entender a Cristo sin su Iglesia. Por eso, tal vez este texto, que pocas veces se toma en cuenta es tan esencial en la vida cristiana comunitaria.

 

Reconstruimos el texto:

 

¿Cómo comienza el texto? ¿Qué es lo que dice Jesús?

¿Qué pasa cuando un hermano de la comunidad te ofende?

¿Qué es lo que hay que hacer primero?

¿Qué pasa si el hermano escucha la corrección fraterna?

¿Qué pasa si no escucha? ¿A quiénes hay que llamar y hasta dónde?

¿Qué sucede si aún no escucha a la comunidad? ¿Qué debe hacerse y porqué?

¿Qué misión le confía Jesús a la comunidad, que es similar a la de Pedro?

¿Cuál es el poder de la oración?

¿Quién está en medio cuando dos o tres cristianos se reúnen?

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MEDITACION    Es el momento de contrastar el texto con la propia vida: ¿Qué me dice a mí? ¿De qué forma ilumina mi cotidianidad? Me pueden ayudar las siguientes preguntas:

 

¿Cómo reacciono ante las ofensas/pecados de mis hermanos?

¿Descubro alguna resistencia para ir al encuentro de quien se ha equivocado?

Si es así, ¿cuáles son? ¿El miedo, la cobardía, la indiferencia?

¿Qué ruta sigo a la hora de corregir? ¿Considero la del evangelio, o me la salto?

¿Es el amor al prójimo mi única motivación?

¿O lo que busco es que se reconozca la falta del otro hacia mí?

¿Soy capaz de ponerme de acuerdo  para interceder por quienes se han alejado de la comunidad, física o espiritualmente?

San Agustín también nos ayuda a meditar este pasaje evangélico: “Por tanto, debemos corregir con amor: no deseando dañar, sino buscando la enmienda. Si somos así, cumplimos con exactitud lo que hoy se nos ha aconsejado: Si tu hermano peca contra ti, corrígele a solas. ¿Por qué le corriges? ¿Porque te duele el que haya pecado contra ti? En ningún modo. Si lo haces por amor a ti mismo, nada haces. Si lo haces por amor hacia él, tu acción es óptima. Advierte, además, en el mismo texto qué amor ha de impulsar tu acción: si el amor a ti mismo, o el amor al hermano. Si te escucha —dice— has ganado a tu hermano. Hazlo, pues, por él, para ganarlo a él. Si con tu acción lo ganas, en el caso de no haber actuado tú, habría perecido.

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ORACIÓN ¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.  

Gracias Señor por tu Palabra que nos salva, que nos abre a un mundo diferente. Que nos abre la dimensión de la salvación.

Gracias porque no nos dejas solos en nuestros errores, sino que aparte de enseñarnos a vivir cristianamente, podemos contar con la comunidad que nos ayude.

Gracias por mi comunidad cristiana, gracias porque no vivo aisladamente la comunicación contigo, sino que Tú estás en la misma comunidad.

Te pido que me ayudes a ser siempre un buen cristiano, a corregir fraternalmente y con amor cuando los demás se equivocan.

Dame la humildad necesaria para recibir también la corrección de mis hermanos.

Que nunca me falte la relación contigo y con la comunidad.

Señor te pido que nos ayudes a dar el paso comunitario de ser misioneros, de enseñar tu Palabra.  Amén.

 

CONTEMPLACIÓN ¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del texto?

 

Ahora me quedo en silencio frente a Jesús, lo miro y dejo que Él me mire, sabiendo que su mirada me anima a caminar tras sus pasos con seguridad y confianza. Puedo elegir una palabra o frase que me ayude a mantenerme en sintonía con esta Palabra a lo largo del día, de la semana o de toda mi vida.

 

ACCIÓN ¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?

 

Si estoy solo, me propongo volver a leer con más profundidad el texto, deteniéndome y analizándome en cada uno de los aspectos que se presentan. Voy a proponer una acción que sea concreta. Por ejemplo si ofendí a alguien en la corrección, ir a pedirle perdón. Si lo ofendí públicamente, también delante de los demás pedir disculpas. Esto hará que nuestra humildad crezca y nos haga parecidos a Jesús. También elegir alguna actividad humilde para realizar.

 

En el grupo, revisar todas las veces que sabemos que nuestros hermanos se equivocan. Por lo tanto, buscar como grupo, una estrategia que corresponda al Evangelio y la enseñanza de Jesús y tenerla por norma del grupo. Buscar también a personas que sabemos que necesitan de nuestra ayuda para asistirlos con nuestro servicio. Que sean actividades que demuestren que estamos cambiando y nos vamos haciendo cada día más cercanos a las enseñanzas de Jesús.