El capítulo
18 del evangelio de Mateo, es el discurso sobre la fraternidad, en el que Jesús
sigue mostrando a los discípulos las exigencias del seguimiento. La comunidad
de los discípulos de Jesús no está exenta de los conflictos, por eso el Maestro
se dispone a enseñarles acerca del procedimiento para la reconciliación comunitaria:
·
Ve
y corrígele a solas: la salida se da desde quien ha sido ofendido,
quien ha caído en cuenta del pecado del hermano, no para acusar ni reprochar,
sino para orientar, mover al arrepentimiento y propiciar la reconciliación. La
escena debe darse en un clima de intimidad, a fin de que “la culpa permanezca
lo más escondida posible y, así, se proteja el honor del prójimo”. Si escucha,
se puede hacer fiesta porque se ha recobrado lo perdido; pero si no se abre a
la corrección, se hace necesario un segundo paso…
·
Hazte
acompañar de uno o dos: es necesaria la presencia de algunos testigos, representantes
de la comunidad, que corroboren la falta y perseveren en el intento de conducir
al hermano hacia la verdad. Igualmente se espera que estos dos o tres logren lo
que no alcanzó el primero, pero hay posibilidades de que no sea así; entonces
se recurre a…
·
La
comunidad en pleno: el caso ha de ser presentado ante toda la
comunidad, pues se trata de un hermano, un hijo que aunque ha errado no se da
por perdido, aún quedan esperanzas de conversión. La comunidad, maternalmente,
seguirá intentando rescatarlo.
La comunidad cristiana está llamada a velar por la
coherencia de sus miembros y tomar las decisiones necesarias cuando ésta se
rompa, pero sobre todo está llamada a ser verdadera pastora, a buscar
continuamente caminos de reconciliación, “ha de dejar abierta la posibilidad de convertirse y de reanudar las
relaciones precedentes. Así, incluso en la forma más dura de la corrección, se
percibe la solicitud por la salvación del hermano y el anhelo de que se convierta”.
Por eso la comunidad, reunida en nombre de Jesús,
podrá pedir al Padre el don de la reconciliación con la certeza que aquello que
pide será concedido.
INVOCACIÓN
AL ESPÍRITU SANTO:
Espíritu de Dios,
quiero acercarme a la Palabra con ojos nuevos…
disponible para acoger la gracia que me será
revelada
y que tiene poder para transformar mi vida.
Espíritu de fraternidad, sigue insistiendo en mí con
tu suavidad
hasta que poco a poco sea capaz de optar siempre por
el camino de Jesús,
camino de reconocimiento de mis hermanos y hermanas,
camino de encuentro que conduce al Padre,
camino de entrega de la vida en favor de los demás.
Ven
Espíritu Santo,
Ven
a nuestra vida,
a
nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve
nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para
entender lo que el Padre quiere decirnos
a
través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que
tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y
se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO
BIBLICO: Mateo 18, 15-20
Si
tu hermano te ofende, ve y corrígelo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado
a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos, para que el
asunto se resuelva por dos o tres testigos. Si no les hace caso, informa a la
comunidad. Y si no hace caso a la comunidad considéralo un pagano o un
recaudador de impuestos. Les aseguro que lo que ustedes aten en la tierra quedará
atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
Les
digo también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir
cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá. Porque donde hay dos o tres
reunidos en mi nombre, yo estoy allí, en medio de ellos.
LECTURA ¿Qué dice el
texto?
San Mateo pone en labios de Jesús muchas enseñanzas
de la vida cristiana. Una de ellas muy importante está narrada en este texto, y
es lo que nosotros llamamos la “corrección fraterna”.
Es obvio, que Jesús se da cuenta de nuestra vida de
pecadores, nuestros defectos, nuestras limitaciones y nuestros errores. Pero Él
vino a perdonar en nombre de Dios Padre. Su misión más importante fue la de
reconciliar a la humanidad que se había alejado de Dios para volverla al Padre.
Ahora bien, esta misión de Jesús, es en colaboración con sus seguidores, es
decir, con la Iglesia, que es comunidad. No se puede entender a Cristo sin su
Iglesia. Por eso, tal vez este texto, que pocas veces se toma en cuenta es tan
esencial en la vida cristiana comunitaria.
Reconstruimos
el texto:
¿Cómo comienza el texto? ¿Qué es lo que dice Jesús?
¿Qué pasa cuando un hermano de la comunidad te
ofende?
¿Qué es lo que hay que hacer primero?
¿Qué pasa si el hermano escucha la corrección
fraterna?
¿Qué pasa si no escucha? ¿A quiénes hay que llamar y
hasta dónde?
¿Qué sucede si aún no escucha a la comunidad? ¿Qué
debe hacerse y porqué?
¿Qué misión le confía Jesús a la comunidad, que es
similar a la de Pedro?
¿Cuál es el poder de la oración?
¿Quién está en medio cuando dos o tres cristianos se
reúnen?
.
MEDITACION Es el
momento de contrastar el texto con la propia vida: ¿Qué me dice a mí? ¿De qué
forma ilumina mi cotidianidad? Me pueden ayudar las siguientes preguntas:
¿Cómo reacciono ante las ofensas/pecados de mis
hermanos?
¿Descubro alguna resistencia para ir al encuentro de
quien se ha equivocado?
Si es así, ¿cuáles son? ¿El miedo, la cobardía, la
indiferencia?
¿Qué ruta sigo a la hora de corregir? ¿Considero la
del evangelio, o me la salto?
¿Es el amor al prójimo mi única motivación?
¿O lo que busco es que se reconozca la falta del
otro hacia mí?
¿Soy capaz de ponerme de acuerdo para interceder por quienes se han alejado de
la comunidad, física o espiritualmente?
San Agustín también nos ayuda a meditar este pasaje
evangélico: “Por tanto, debemos corregir con amor: no deseando dañar, sino
buscando la enmienda. Si somos así, cumplimos con exactitud lo que hoy se nos
ha aconsejado: Si tu hermano peca contra ti, corrígele a solas. ¿Por qué le
corriges? ¿Porque te duele el que haya pecado contra ti? En ningún modo. Si lo
haces por amor a ti mismo, nada haces. Si lo haces por amor hacia él, tu acción
es óptima. Advierte, además, en el mismo texto qué amor ha de impulsar tu
acción: si el amor a ti mismo, o el amor al hermano. Si te escucha —dice— has
ganado a tu hermano. Hazlo, pues, por él, para ganarlo a él. Si con tu acción
lo ganas, en el caso de no haber actuado tú, habría perecido.
.
ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor que me habla en el texto?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero.
Gracias Señor por tu Palabra que nos salva, que nos
abre a un mundo diferente. Que nos abre la dimensión de la salvación.
Gracias porque no nos dejas solos en nuestros
errores, sino que aparte de enseñarnos a vivir cristianamente, podemos contar
con la comunidad que nos ayude.
Gracias por mi comunidad cristiana, gracias porque
no vivo aisladamente la comunicación contigo, sino que Tú estás en la misma
comunidad.
Te pido que me ayudes a ser siempre un buen
cristiano, a corregir fraternalmente y con amor cuando los demás se equivocan.
Dame la humildad necesaria para recibir también la
corrección de mis hermanos.
Que nunca me falte la relación contigo y con la
comunidad.
Señor te pido que nos ayudes a dar el paso
comunitario de ser misioneros, de enseñar tu Palabra. Amén.
CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propio en mi vida las enseñanzas del
texto?
Ahora me quedo en silencio frente a Jesús, lo miro y
dejo que Él me mire, sabiendo que su mirada me anima a caminar tras sus pasos
con seguridad y confianza. Puedo elegir una palabra o frase que me ayude a
mantenerme en sintonía con esta Palabra a lo largo del día, de la semana o de
toda mi vida.
ACCIÓN
¿A qué me comprometo para demostrar el cambio?
Si estoy
solo, me propongo volver a leer con más profundidad el texto, deteniéndome y analizándome
en cada uno de los aspectos que se presentan. Voy a proponer una acción que sea
concreta. Por ejemplo si ofendí a alguien en la corrección, ir a pedirle
perdón. Si lo ofendí públicamente, también delante de los demás pedir
disculpas. Esto hará que nuestra humildad crezca y nos haga parecidos a Jesús.
También elegir alguna actividad humilde para realizar.
En el grupo,
revisar todas las veces que sabemos que nuestros hermanos se equivocan. Por lo
tanto, buscar como grupo, una estrategia que corresponda al Evangelio y la enseñanza
de Jesús y tenerla por norma del grupo. Buscar también a personas que sabemos
que necesitan de nuestra ayuda para asistirlos con nuestro servicio. Que sean
actividades que demuestren que estamos cambiando y nos vamos haciendo cada día
más cercanos a las enseñanzas de Jesús.