25° Domingo Ordinario - Lectio Divina

Al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Y también salió a media mañana, hacia mediodía y a media tarde. Dios es el que sale a buscar. ¡Qué hermosa imagen para recordar el protagonismo de Dios en nuestra historia de oración! Dios siempre está llamando a sus criaturas. Su amor madruga para llamar, aunque cualquier hora es buena para hacerse el encontradizo y ofrecer sentido a una vida en paro.
*      Mucho más de lo que yo te busco, Tú me buscas. Mucho más, Dios mío.
 
Salió al caer de la tarde, y encontró a otros, parados, y les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña’. Habituados a tantas horas, días y años con lo mismo, ¿es posible cambiar  al caer de la tarde?, ¿es posible todavía preguntarnos si somos felices?, ¿se puede oír la voz del amor al anochecer? Cuando ya no podemos, ni queremos, ni creemos en nuestro cambio, Dios sí cree en nosotros y se acerca provocándonos; no soporta vernos viviendo en un sin vivir.
*      Aunque sea muy tarde en mi vida, Señor, contigo, mi atardecer es madrugada. Contigo, hay alegría. Tú levantas mi esperanza gastada.
 
Recibieron un denario cada uno. Dios no defrauda. Lo que es y tiene lo pone en nuestras manos, colma de bienes y empieza por los últimos. Todo es gracia Todo es derroche: de tiempo, de palabras y silencios, de presencia, de amor. Basta acoger su invitación, a la hora que sea. ¿Sorprendente? ¿Ilógico? Nuestros caminos no son sus caminos. Nuestra mentalidad no es la suya. Así funciona el reino, no nuestro mundo.
*      Te recibo, mi Dios. Contigo, ¿qué me importa todo lo demás?
 
Se pusieron a protestar contra el amo: ‘Estos últimos han trabajado solo una hora, y los has tratado igual que a nosotros’. No es fácil entrar en la gratuidad de Dios. Cuando la mirada no es limpia, empiezan los cálculos y las comparaciones; no aceptamos la igualdad de trato que Dios tiene. ¿Por qué Dios tiene que excederse en generosidad con los últimos?
*      ¡Cuántas veces oro así! Perdóname, Señor, límpiame.
 
¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? Así es el Padre que revela Jesús. Más allá de nuestra justicia, está su gratuidad y su forma peculiar de amar. Es posible vivir de otra manera.
*        Enséñame, Señor, a creer en tu bondad. (     CIPE – Septi)


ORACIÓN INICIAL
Señor, Jesús, Tú sabes lo que más me conviene.
Cuenta conmigo, llámame a la hora que quieras,
para trabaja en tu viña.
Tú eres fiel a tu Palabra. Confío plenamente en Ti.
Quiero escuchar tu voz.
Habla, Señor, estoy a la escucha.

 

Texto evangélico para meditar y rezar:  Mateo 20, 1-16
 “El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo al medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: ‘¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos les respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. El les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta llegar a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor’. Pero él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’ De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos”.

 

LECTURA (qué dice el texto): lee atentamente el texto las veces que sea necesario hasta que logres distinguir los personajes y sus relaciones, los verbos principales y la situación señalada con su antes y su después.
La parábola de los viñadores la escribe sólo San Mateo. Jesús está yendo desde Galilea a Jerusalén. Y Jesús les cuenta a sus discípulos esta parábola para explicarles el Reino de los Cielos. La primera parte nos dice como el amo de la viña contrata trabajadores para su viña en diferentes horas del día. La segunda parte cuenta como el mismo amo paga a los trabajadores, con esta particularidad, es el mismo pago para todos: un denario. Nos hace ver que el amo es justo y generoso. La imagen de la viña era ya frecuente en el Antiguo Testamento, puesto que es como un símbolo del pueblo de Israel. Es un lenguaje lleno de sorpresas por parte del dueño de la viña. Quiere decir: Dios llama a trabajar en su Reino a todas horas. Y a los que se empeñen por trabajar en su Reino recibirán el premio de la bondad del mismo Dios.

 
MEDITACIÓN (lo que te dice Dios desde el texto): desde el texto busca lo que Dios te dice para tu vida.
Esta parábola nos ayuda a meditar el comportamiento de Dios. Es un Dios que quiere ser bueno con todos, en el que no valen los privilegios, ni méritos en su presencia; que da a todos por igual, con un procedimiento fuera de lo común, porque lo que interesa es la bondad; precisamente porque se lo da a quienes no lo merecen. Ante el Dios de Jesús, quien se crea con derechos, se verá confundido; Dios no es justo para ser bueno con unos pocos: es bueno con todos, porque concede sus dones sin fijarse en el momento que invita. Es lo escandaloso de la parábola al recibir algunos desiguales reciben igual. Es el amor de Dios que crea igualdad, y produce comunión plena. El propietario que contrata y se pasa todo el día contratando obreros para su viña nos hace descubrir el empeño expreso de nuestro Dios para que no haya ociosos en su Reino.

 

ORACIÓN (lo que tú le dices a Dios): desde tu vida iluminada por el texto háblale a Dios.
Señor de la Viña que no quieres que ninguno se quede sin trabajar en el Reino de los Cielos y que invitas a todas horas y que haces ver tu bondad para con todos sin distinción, que te muestras generoso y bueno para con todos. Señor nos invitas a participar en el Reino de los Cielos, todos los días; y siempre muestras que eres un Dios lleno de bondad y generosidad para con todos. Haz que nos dispongamos, que aceptemos esta invitación de trabajar por tu Reino.



CONTEMPLACIÓN: haz silencio en lo más íntimo de tu corazón y desde allí agradece, adora, alaba y bendice a Dios; ofrécele cambiar en algo para bien tuyo, de los demás y gloria de Él. En esta semana contempla como el Señor quiere que trabajes en su Reino y a procurar su Reino. Aprende de la bondad de Dios, que es bueno con todos, sin excepción. Al celebrar estas fiestas Patrias, trabajemos en todo momento por extender el Reino de Dios anunciado por Cristo y, así, hagamos un México más fraterno, más justo y solidario.

 

ACCIÓN  ¿A qué me comprometo?
Rechaza los sentimientos de descontentos que puedas tener y agradece a Dios los dones que te ha dado.
Agradece al Señor que te haya llamado a trabajar en su viña y dile:
“Aquí estoy, Señor, quiero hacer tu voluntad”.