26° Domingo Ordinario - Lectio Divina

Dios demanda obediencia de sus hijos. Espera que acatemos su voluntad con gozo, que asumamos con humildad sus designios para que vivamos cediendo el control de nuestro vida a su Santo Espíritu.   Dios como Padre, tiene un propósito para la vida de sus hijos y espera que la acatemos con gozo en nuestro corazón.

Para que nuestras palabras hagan eco a las del salmista:

  “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios” (Salmo 143:10)

 

En el Evangelio de hoy, Jesús narra un hecho muy frecuente en la vida de familia. Un hijo dice a su padre: "¡Voy!", pero luego no va. Otro hijo le dice: "¡No voy!", pero luego va. Jesús pide a sus oyentes que presten atención y que den su parecer. Por esto, durante la lectura, prestamos atención para descubrir el punto exacto sobre el cual quiere Jesús reclamar nuestra atención. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.

 

ORACIÓN INICIAL:

Señor, quieres que cumplamos tu Palabra.

La única que conduce a la Vida.

Pero decimos y no hacemos.

Haz que cambiemos, que nos convirtamos,

para hacer lo que tú nos invitas.

Que nunca nos consideremos de los ‘buenos’…

pero que no hacen tu voluntad.

Señor, ayúdanos a trabajar en tu Viña,

para que seamos hijos obedientes a tu Palabra

Amén

Cantamos un canto al espíritu Santo….

 

TEXTO A MEDITAR, ORAR Y VIVIR:

 

Mateo 21, 28-32.

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”. Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.

 

LECTURA: lee atentamente el texto varias veces hasta identificar su estructura: personajes, verbos, lugares, relaciones entre ellos y el mensaje central.

 

Para entender la Parábola hay que tener en cuenta la ocasión y el motivo que la provocó: Jesús había entrado en Jerusalén triunfalmente y se había presentado en el Templo donde había expulsado a los comerciantes, y se habían preguntado el origen de tal autoridad. Jesús acalla a los principales y las autoridades al preguntarles sobre el Bautista y su misión.

El relato de esta parábola es sobrio, reducido a lo esencial y está construido sobre la oposición que existe entre los dos hijos de un Padre. Un padre dueño de una viña invita a sus dos hijos a trabajar en su propiedad. El primer hijo le demuestra un religioso respeto hacia su padre llamándolo “señor”, y por esto digno de ser escuchado y aunque con mucha cortesía dice que sí, al final termina no yendo a la viña. El otro hijo, por el contrario respondiendo secamente y en forma negativa, cambia de pensamiento y va finalmente a trabajar en la viña. El arrepentimiento de éste hijo es lo importante. Pero la parábola se construye también sobre la oposición que existe en tiempos de Jesús sobre las dos categorías de hombres en las cuales está dividida la sociedad según el pensamiento religioso judío: por una parte están los elegidos, miembros del pueblo de Dios que responden positivamente a la llamada del reino, pero solamente de palabras; y por otra parte los indiferentes y pecadores, que no observan la ley de Moisés y lo que prescriben los rabinos. Los miembros de ambos grupos son hijos de Dios: Pero si los primeros se sienten convencidos de estar en el único y verdadero camino porque son observantes de los mandamientos de Dios; se diferencian de los segundos que son transgresores de la voluntad de Dios tan sólo como lo señala el párrafo evangélico, por no tener necesidad de conversión al descubrir la voluntad de Dios en la enseñanza de Jesús.

 

MEDITACIÓN: saca del texto aquello que Dios nos dice a todos y te dice a ti en tu propia realidad.

 

En el evangelio de hoy, Jesús ha querido reflejar el drama de Dios con nosotros, sus hijos: también Él tiene hijos que se conforman con decirse dispuestos a obedecerle, e hijos que, tras haberse muchas veces negado, acaban por hacer lo que de ellos quiere. Y es aquí donde tiene sentido la preferencia de Dios por los malos aparentemente y la prioridad de que gozarán en su reino sobre los aparentemente buenos. Este es el centro del Evangelio de hoy: los que todos reconocen como pecadores entrarán en el reino de Dios antes que los que todos estimaban como santos. Y es que delante de Dios no nos hacen mejores hijos las obras que le hayamos prometido, por buenas que sean sino las que ya hemos realizado, aunque no sean las mejores. Dios dejará pasar todas nuestras anteriores negaciones, siempre que, al final, terminemos por hacer lo que desea de nosotros. Ninguno es demasiado bueno para Dios por lo que dice; será bueno de verdad, tan sólo quien haga su voluntad. Con la afirmación de Jesús a los malos, no es que los quiera elogiar por ser malos; más bien advierte a los que se creen ya buenos; Dios exige conversión de todos sus hijos: malos y buenos; y sólo le satisface aquel que, bueno o malo, hace lo que le pide. Ser los predilectos de Dios es hacer su voluntad.

 

ORACIÓN: desde el texto y desde tu vida háblale y respóndele a Dios.

 

Gracias, Padre, porque tu Palabra me dice que me quieres dispuesto a colaborar contigo en el trabajo de la viña, del reino; tienes necesidad de que tus hijos estén dispuestos a obedecerte. Eres un Dios que insistes en tus hijos para hacer lo que de ellos quieres, aunque muchas veces nos neguemos a hacer lo que nos pides. Eres un Dios y Padre que te fijas en la actitud del corazón y no en la buena voluntad ni en los mejores deseos de cada uno de nosotros. Es la obediencia a tu palabra lo que nos pides. Señor ayuda mi pobre corazón para que se convierta a tu voluntad, porque se siente indigno ante Ti; porque tal vez me he negado a tu Palabra y con ello a hacer tu voluntad; o porque tal vez en el peor de los casos he querido quedar bien contigo tan sólo con mi buena voluntad, pero sin comprometerme y responder a tu invitación.

 

CONTEMPLACIÓN: Te invito a hacer silencio y en lo profundo de tu corazón adores, alabes y bendigas a Dios que te habla y te invita a trabajar y comprometer tu vida construyendo la vida de los demás; te invita a descubrir lo que Él quiere de Tí.

Contempla el rostro de Dios encontrado en el texto, vuelve la mirada al mundo para comprometerte con el Reino de Dios y su justicia.

 

ACCION - Compromiso: Andar por los caminos del Señor diciéndole SÍ, día a día. Que nuestro "Sí" sea generoso, sincero, comprometido y verdadero en la realidad de todos los días. 

  • Llevémonos  una "palabra" o una frase del Evangelio.
  • Tratemos de tenerla en cuenta y busquemos un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

 

ORACIÓN FINAL:

 

Padre Bueno,

tú pides coherencia entre nuestras palabras y la acción;

purifica nuestros corazones y fortalece nuestra voluntad,

de manera que entre uno y otra haya en nuestras vidas

más afinidad, tal como lo experimentamos en Jesús,

nuestro hermano y Señor,

que vive y ama contigo por los siglos de los siglos.

 

Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN. 

 



“Y en primer lugar recuerdo a todos que ser misionero solamente de nombre no basta. Hay que tener el espíritu misionero, el cual, siendo caridad, suele ser, más aún, debe ser operativo"

“Bien sé que algunas veces no se puede verdaderamente aquello que se querría; pero cuántas cosas se harían si tuviéramos la verdadera caridad, cosas que ahora no hacemos porque nos falta y nos imaginamos que no podemos. Yo os ruego, carísimos, que os examinéis un poco en la presencia de Dios y ver si en este punto habéis hecho verdaderamente toda clase de esfuerzos”. (S.A.G)