LITURGIA SEMANAL - 14º SEMANA DURANTE EL AÑO

14º semana durante el año


Lunes 5 de julio
Mateo 9, 18-26: Se presentó a Jesús un alto jefe y, postrándose ante Él, le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá”. Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: “Con sólo tocar su manto, quedaré sana”. Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: “Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado”. …

Hoy Mateo subraya la FE, a través de la meditación de dos milagros de Jesús a favor de dos mujeres. Jesús las devuelve a la vida. Son dos mujeres, vulnerables por su condición de tales, pero también por su situación vital. La niña está a las puertas de la muerte y la mujer lleva muchos años padeciendo una enfermedad que no sólo afecta a su salud física, sino que la convierte en marginada social, por su condición de impura.
Ante estas escenas, el Señor nos desafía a tener fe, a seguir atentos a la realidad, a superar y vencer todo aquello que hoy sea signo de marginación, para tener vida en abundancia. San Mateo nos enseña hoy que el Señor siempre se compadece de la necesidad de quien pone su confianza en Él, sea este un importante dignatario o una mujer anónima.
Hoy nos podemos preguntar ¿Qué situaciones de nuestra vida están necesitadas de sanación? ¿Es Jesús nuestra verdadera y profunda, esperanza, que no nos  suplanta ni nos dispensas de nuestra  responsabilidad?

Martes 6 de julio
Mateo 9,32-38: “Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: “Jamás se vio nada igual en Israel”. Pero los fariseos decían: “Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios”. Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”.

Hoy el Evangelio nos habla de la curación de un endemoniado mudo, hecho que provoca diferentes reacciones en los fariseos y en la multitud. Mientras que los fariseos, ante la evidencia de un prodigio innegable, lo atribuyen a poderes diabólicos, la multitud se maravilla. La presencia viva de Jesús expulsa esos demonios. No por la autoridad del príncipe de los demonios, sino con la autoridad de Dios que está con Él.
La actitud de los fariseos no detuvo a Jesús; el Señor sigue llamando y pidiendo colaboración… y nos invita  a volver a Dios nuestra mirada y  a rogar para que mande más trabajadores para su mies.
El Evangelio se hace cercano con la predicación de alguien, pero también con gestos que lo muestran actuando. Por eso Jesús no sólo proclamaba el Reino, sino que curaba y aliviaba las dolencias de la gente. Es que el Reino se anuncia y se hace vida en hechos concretos.

Miércoles 7 de julio
Mateo 10,1-7:  “Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias… y los envió con las siguientes instrucciones: “No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. … proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”.

Mateo inicia el segundo gran discurso, el Sermón de la Misión. El cometido o la misión del discípulo es seguir a Jesús, el Maestro, formando comunidad con él y realizando la misma misión de Jesús: expulsar a los espíritus inmundos, curar toda dolencia y enfermedad. El foco de atención está puesto en el llamado a la misión, desde la misericordia y el cuidado a “las ovejas perdidas del Reino de Israel”.
Al enviar a los apóstoles, Jesús los capacitó invistiéndolos con el poder que viene de lo alto. Será muy importante que ellos recuerden siempre el origen de su función: el poder de Jesús, para no creer que tienen esta autoridad por mérito propio. Hoy resulta importante cuestionarnos sobre nuestra propia misión. Jesús llama a los discípulos... y su llamado tiene una doble finalidad: formar comunidad e ir en misión. ¿Cómo vivimos esta doble finalidad en nuestra vida?

Jueves 8 de julio
Mateo 10,7-15: “Jesús envió a sus doce apóstoles, diciéndoles:
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente”.

Los apóstoles deben realizar la misma predicación que ya ha hecho Jesús: “el Reino de los Cielos está cerca”. Para cumplir la misión, Jesús les da el poder de curar enfermos, leprosos y endemoniados; incluso llama la atención que les da el poder de resucitar muertos, esto lo hace para mostrar al pueblo que los tiempos mesiánicos han llegado, ya que la Escritura siempre refiere la llegad del Mesías con la sanación de los enfermos, la alegría de los pobres y también la resurrección de los muertos. Junto con este poder, el Señor les da instrucciones bien concretas sobre el cómo llevar a cabo la misión; las instrucciones son de una austeridad sorprendente, no deben llevar bienes materiales, ni ropa de recambio, ni sandalias  ni bastón; Jesús quiere que los misioneros vayan sólo confiados en la Divina Providencia. Por otro lado, la gente misionada debe acoger a los misioneros, de lo contrario al irse deben sacudir “hasta el polvo de sus pies”; esta indicación hace referencia a la norma básica de acogida que es ofrecer al visitante agua para lavarse los pies, por eso si no los reciben el sacudir el polvo de sus  pies indica que los misioneros no tienen nada que ver con esa casa o ciudad.

Viernes 9 de julio     Bienaventurada Virgen María de Itatí   (MO)
Lucas 1,39-47: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!

El Evangelio de hoy nos recuerda la experiencia de la visitación y nuestra mirada girará en lo que significa creer en una promesa, creer que las cosas van a ser así. Esto es lo que Lucas nos relata de María, quien creyó en Dios, le hizo caso y sin detenerse, partió de prisa a un pueblo en la montaña para servir a su prima Isabel. María, sin darle vueltas, entiende que lo que recibió es para compartirlo en gestos de humanidad. Su creencia se funde y se hace una sola cosa con su prisa en subir a la montaña y servir, haciéndose discípula misionera. Por eso, la actualidad del relato, la disposición y coherencia de la fe de María, nos hacen a nosotros, a la iglesia y al mundo, un exigente y urgente llamado a la coherencia entre el decir, el creer y el hacer… Unamos hoy nuestra alegría a la de Isabel y María para proclamar que creemos en Dios, en su obra creadora, y que viene a visitarnos en nuestra existencia cotidiana.
Hoy nos podemos preguntar ¿qué estamos haciendo para compartir la fe? ¿qué hacemos para salir de nuestro sitio de confort , “salir de casa” y estar atentos a las necesidades de las personas?

Sábado 10 de julio
Mateo 10,24-33: “El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño …. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquél que puede arrojar el alma y el cuerpo al infierno. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes. También ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros”.

El evangelio de hoy presenta diversas instrucciones de Jesús respecto al comportamiento que los discípulos deben adoptar durante el ejercicio de su misión. Llama la atención la insistencia tres veces repetida para el discípulo invitándolo a no tener miedo. En muchas ocasiones el Evangelio nos repite esas palabras. Jesús confía en la presencia y el conocimiento que el Padre tiene sobre nuestra vida. A él no se le escapa nada de lo que nos pasa. Nos sostiene en sus manos en los momentos más difíciles, y nos repite: “No temas, no temas”. Así se nos invita también hoy a no tener miedo; tendremos dificultades y persecuciones, pero no tenemos que estar preocupados; porque ‘el discípulo no es más que su Maestro’. Se nos invita a la confianza y a ponernos en manos de Dios, sabiendo que Dios está con nosotros en cada momento y eso nos da el valor y la paz para dar testimonio de Jesús.

Domingo 11 de julio       (15º durante el año)
Marcos  6,7-13: “Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndoles con óleo”.

Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo el espíritu de Jesús. Marcos enumera  algunas recomendaciones de Jesús. Nos presenta cómo Jesús escoge a los doce y los envía a predicar de dos en dos. Es una forma nueva de hablar de Dios y la expresión mínima de una representación comunitaria, donde la paz se ha de expresar con obras y palabras. En la experiencia de los apóstoles se nos comparten los pasos para vivir la vocación apostólica: de la dispersión al seguimiento; del seguimiento a la comunión de vida con Jesús; de la comunión con Él a la misión.
 Hoy Jesús asocia a sus discípulos plenamente a su misión, haciendolos partícipes de su vida y de lo que Él anuncia. Llevarán solo ‘bastón’ y ‘sandalias’. Jesús imagina a los suyos como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Solo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar. Todo un reto; también para nuestros días.