28º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C) 13/10
Un distintivo del discípulo de Jesús:
La gratitud
Los diez leprosos del relato evangélico quedaron curados, pero solamente uno de ellos volvió a Jesús. El evangelista dice que el hombre volvió dando gloria a Dios en voz alta.
El samaritano, el hereje, el no judío, reconoció el poder de Dios en el Maestro, y en Jesús, reconoció al Mesías esperado, que habría de vencer también la lepra.
Jesús plantea tres preguntas de las cuales no espera respuesta. « ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?» Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
Las preguntas de Jesús suenan casi a reclamo, pero en realidad son una invitación para una profunda reflexión sobre la espiritualidad de la acción de gracias: el samaritano da gracias porque se ha dejado sorprender por la acción de Dios, en cambio los demás –los que han estado continuamente en contacto con las grandes obras de Dios- lo han tomado como algo “normal” y simplemente han seguido su camino. Agradece aquél que es capaz de admira-ción, que no se siente con “derechos adquiridos” con Dios, que descubre que todo es gracia, que nada es merecido.
A veces nos sucede en la familia y en las comunidades: estamos tan habituados a recibir ser-vicios que poco a poco se nos va olvidando agradecer. Pero no debería ser así; cada día podríamos leer el pequeño gesto de amor como una inmensa novedad, con una invitación a la alegría.
Además, quien agradece queda, de alguna forma en deuda con el otro. Por eso, el reconocer –mediante el agradecimiento- un bien que nos han hecho, de alguna manera nos compromete con el otro. Quizás los otros nueve leprosos sólo querían, como sucede tantas veces en las relaciones con Dios, el favor inmediato, pero no el compromiso del seguimiento hasta la Cruz.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:
Ven Espíritu Santo, Ven a nuestra vida,
a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos
a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida
y se haga vida en nosotros. Amén
Canto: AL Espíritu Santo….
Hoy llega hasta mí una buena noticia con la que el Señor quiere decirme algo personalmente, regalarme su calor, iluminar mi vida y animarme a entrar en oración …
CONTEXTO
Este episodio solo lo recoge Lucas y lo sitúa durante el viaje de Jesús hacia Jerusalén. Le salen al encuentro diez leprosos, que se mantienen a distancia, tal como lo pres-cribe la ley, que los consideraba impuros, desde el punto de vista ritual, y excluidos de la comunidad civil. Hasta creían estar alejados de Dios puesto que su enfermedad estaba considerado un castigo. Los leprosos se dirigen a Jesús y su petición es audaz y está llena de confianza: al invocar al Maestro, invocan la vida.
Apenas lo ve Jesús los envía al sacerdote, que según la ley, una vez comprobada la desaparición de la enfermedad, puede iniciar los ritos de purificación que, permite su reingreso en el seno de la comunidad. Y he aquí que, yendo de camino, se curan.
Por consiguiente Jesús muestra que es el Mesías esperado, que habría de eliminar precisamente esta enfermedad. Pero solo un samaritano, al verse curado, volvió ala-bando a Dios en alta voz y le agradeció a Jesús la curación.
Como conclusión, Jesús le dice al leproso: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado”. Aparece así el tema de la salvación, que no consiste tanto en la curación física (que también recibieron los otros nueve leprosos) sino la recuperación de la vida en sentido pleno, el don de la vida recibido por las benditas manos de Jesús, presencia viva de Dios en medio de los hombres. El don de la salvación es para quien sabe reconocerla por el camino humilde de la gratitud.
TEXTO LUCAS 17,11-19
De camino a Jerusalén, pasó por los confines entre Samaría y Galilea. Al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: « ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: « ¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?» 1 Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
¿QUÉ DICE EL TEXTO?
En el Evangelio de hoy, Lucas cuenta como Jesús cura a diez leprosos, pero uno sólo le agradece. ¡Y era un samaritano! La gratitud es un tema muy propio de Lucas: vivir con gratitud y alabar a Dios por todo aquello que recibimos de él. Por esto, Lucas habla muchas veces de que la gente quedaba admirada y alababa a Dios por las cosas que Jesús hacía. El evangelio de Lucas contiene varios cánticos e himnos que expresan esta experiencia de gratitud y de reconocimiento.
¿QUÉ ME DICE EL TEXTO?
La palabra de hoy nos cuestiona y nos pregunta ¿cuáles son nuestras enfermedades? Cuáles son esas lepras que nos alejan de la necesidad de la sociedad o de la comunidad? La sociedad es la que nos aleja o nosotros nos alejamos, ¿Vivimos en el mundo de egoísmo e individualismo?
Las preguntas que Jesús hace al final de la lectura me interpelan,
¿cómo respondo yo ante los milagros que Dios sigue haciendo en mi vida?
¿soy como esos leprosos que después de suplicarle a DIOS la salud física y espiritual, que Dios tenga compasión y misericordia de mí y al quedar sana me olvido de agradecer a DIOS ese favor?
El evangelio de hoy nos invita a ser humildes y agradecidos con nuestro Creador que es Amor y quiere que sintamos su Amor y lo compartamos con nuestros hermanos.
PARA HACER TUYO EL EVANGELIO...
1. Somos invitados a entrar en el milagro de la vida. Puedo comenzar pidiendo al Espíritu que me ayude a conocer mi lepra, la que hace jirones mi cuerpo, lo que infecta mis relaciones, lo que me excluye de la comunidad. Desde ahí se me llama a salir y a alzar mi voz. ¿Qué nece-sito gritar a Jesús en este momento?
2. También yo he sentido muchas veces que la cercanía del Señor me sana, me repara. Dejo que llegue a mi memoria agradecida alguno de estos encuentros terapéuticos con Él en los que he notado mi carne florecer de nuevo y la sonrisa volver a mi rostro.
3. ¿Volver o no volver? Aquí es la cuestión. Dar gloria a Dios y disfrutar de vida abundante o entretenerme con sucedáneos y malvivir. Puedo contemplar la sorpresa de Jesús al echar de menos a la mayoría de los curados. Si me reconozco de alguna manera en ellos, también se dirige a mí la pregunta de Jesús: "¿Dónde estás?" ¿Dónde estoy? ¿Qué me distrae y me lleva a olvidarme de que hay unos brazos y una misión que me espera?
4. Al leer por segunda vez este relato, me siento volviendo al Señor. Me sitúo como el hombre que, una vez curado, va a regresar. Soy ese samaritano postrado en tierra a los pies de Jesús... "... Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias..."
¿QUÉ LE DIGO A DIOS?
Señor perdóname por no ser agradecido CONTIGO por tantos favores; por tu gracia que cada día alimenta mi espíritu,
Gracias por la vida, gracias por existir en mi vida,
Gracias por darnos a tu Hijo Jesucristo maestro y salvador nuestro,
Gracias por mi familia, gracias por mis padres y hermanos,
Gracias por fortalecer mi fe, mi amor y esperanza,
Más que pedirte tengo mucho para agradecerte y que esta sea siempre mi oración (una acción de gracias).
Ayúdame a ser humilde, a reconocer que nada tengo mío, porque todo me lo has dado Tú, lo único mío es el pecado.
Ayúdame a superar mis debilidades para que pueda seguirte con alegría y entusiasmo.
Ayúdame a crear siempre un ambiente de fraternidad, estar siempre disponible a tu voluntad, que sea testimonio para toda la humanidad.
¿COMO INTERIORIZO O INTERIORIZAMOS LA PALABRA DE DIOS?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evan-gelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón:
«Jesús, Maestro, ten piedad de mí»
Y vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
¿A QUÉ ME O NOS COMPROMETEMOS CON DIOS VIVIR NUESTRO DOMINGO A LO LARGO DE LA SEMANA?
En lo personal, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen de conciencia sobre las cosas que son impuras en mi vida, y que me enferman.
Ponerlas ante el Señor y agradecerle la salud y la limpieza del corazón.
Para esto, será importante, como acción, visitar personas que estén enfermas o nece-sitadas de una palabra de aliento.
Así como el Señor gastó su vida y su tiempo por nosotros, hacer lo mismo, dando de nuestro tiempo a los demás.
ORACIÓN FINAL
Termino mi oración así: a los pies de Jesús, agradeciendo su sanación.
Doy gloria a Dios por tantas cosas que solo yo sé.
Doy gracias a Jesús por curarme de mis miedos, heridas, vacíos y desalientos.
Dejo que su mirada fortalezca mi fe, tejida de confianza agradecida y de disponibilidad sin condiciones.
Permanezco en esta postura sincera y quizá pueda escuchar a Jesús, pronunciando mi nombre: "Levántate, vete, tu fe te ha salvado".
EL MISIONERO ES:
Un contemplativo: que transmite no sólo conceptos y doctrinas, sino su experiencia personal de Jesucristo y de los valores del Reino. El misionero vive profundamente en comunión con Jesucristo, sabe encontrar en medio de la acción, momentos de “desierto” donde se encuentra con Cristo y se deja llenar por su Espíritu.