24º semana durante el año
Lunes 14 de setiembre La Exaltación de la Santa Cruz (F)
Juan 3,15-17 “Dios amó tanto el mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera sino que tenga vida eterna”.
Celebramos hoy la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, como una fiesta de acción de gracias: es la glorificación de la cruz de Cristo, signo de nuestra redención. Esta Festividad fue establecida en la Iglesia después que la emperatriz Elena, encontró el verdadero leño de nuestra redención y lo mandó colocar en la iglesia, que hizo edificar en el mismo lugar donde Cristo murió crucificado: en el Calvario.
El inmenso amor de nuestro Padre, se nos manifiesta en el envío de su Hijo, para que mu-riendo en la cruz, nos obtenga el perdón de los pecados. Cristo, por su exaltación, es decir su crucifixión y su resurrección, nos ha regenerado; este es el plan realizado del amor de Dios hacia los hombres. Pero esta salvación tiene que ser aceptada, lo que supone para el cristiano, vivir conforme con las enseñanzas de Jesús. La fe que manifestamos tener, debe traslucirse necesariamente en nuestro nuevo modo de vivir, ya que no basta creer en Jesús, sino que Él realmente debe presidir, con su cruz, cada acto y cada momento de nuestras vidas .
Martes 15 de setiembre Nuestra Señora de los Dolores (MO)
Juan 19,25-27: “Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tiene a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tiene a tu madre”. Y desde aquella Hora el discípulo la recibió como suya.
En las bodas de Caná y en la cruz, Jesús muestra su gloria y su madre está presente de modo activo. Hoy el Evangelio, nos muestra a la Virgen como Madre; Jesús, desde la cruz, no está hablando con su madre, movido por un sentimiento natural; Jesús estaba abriendo el corazón de su madre a la maternidad espiritual de sus discípulos, representados en la persona del discípulo que ha permanecido fiel a su maestro hasta la crucifixión.
¡Discípulo’ es quien cree y permanece fiel a su Señor en todas las pruebas de la vida. La mujer, que se convierte en madre del discípulo, es también la Madre de la Iglesia. De este modo, nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María. La Virgen nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios, nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. Hoy, al celebrar la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores le confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades y las del nuestro pueblo.
María, a pesar del dolor, está a los pies de la cruz ¿En los momentos de dificultad y de cruz, seguimos estando junto al Señor? ¿reconocemos a la virgen como nuestra Madre?
Miércoles 16 de setiembre Santos Cornelio y Cipriano (MO)
Lucas 7,31-35: El Señor se pregunta con quién podrá comparar a la gente de esta generación, a quién se parecen...”
Jesús conocía a quienes predicaba. Los compar con los niños que juegan en la plaza, porque sabía que cualquier cosa que él dijera o hiciera, los “hombres de esta generación” no reac-cionarían correctamente. Si hablaba con alegría del amor de Dios, le llamaban irresponsable e iluso; si les señalaba su pecado y el juicio de Dios, decían que era fatalista. Jesús sabía que la gente tropezaba no sólo con sus palabras, sino con su propia persona. No querían cambiar. Jesús lo sabía, pero también sabía que los que recibieran el Evangelio comprobarían la verdad de que sólo aquellos que han recibido la sabiduría de Dios lo reconocen. El problema es que a veces oímos las palabras del Señor, pero nos quedamos indiferentes como si nada fuera a sucedernos. Se hace necesario analizar nuestras actitudes para ver si estamos tomando en serio al Señor: Veamos si desatendemos las verdades del Evangelio porque no coinciden con los valores populares del siglo XXI.
¿Consideramos que cumplimos nuestro deber religioso limitándonos a ir a Misa el domingo? ¿O creemos de verdad que Dios quiere que su pueblo aprenda a amarse, a ser solidario y ayudarse mutuamente; a poner en práctica los talentos que cada uno tiene para la edificación de todo el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia?
“Señor Jesús, úngenos con tu gracia para que no sólo escuchemos tu Palabra con atención, sino también que la pongamos en práctica.”
MEMORIA“La liturgia romana celebra en una misma memoria a los santos Cornelio y Cipriano, pese a que no fueron martirizados ni en el mismo día ni en el mismo sitio. La razón es sin duda la sintonía espiritual que hubo entre ambos en vida y que se manifestó en su correspondencia y en el afecto que se demostraron. Eran obispos, el uno de la principal sede de Occidente, Roma, y el otro de la principal sede del África latina, Cartago. Hicieron ambos frente a la desviación montanista de Novaciano y defendieron ambos de forma ejemplar la unidad de la Iglesia”
Jueves 17 de setiembre
Lucas 7,36-50: “Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor”
El evangelio de hoy nos habla del episodio de la mujer que fue acogida por Jesús durante una comida en casa de Simón, el fariseo. Tres son los protagonistas de este evangelio: “una mujer pecadora”, el fariseo Simón y Jesús. Es fácil pensar que la mujer, ya había oído alguna predicación de Jesús; tal vez le oyó afirmar que Dios es un Padre que nos ama, que es capaz de perdonarnos… y saltando todo los prejuicios la mujer entró en la casa del fariseo Simón a expresar su cariño a Jesús, y no encontró otra manera mejor de demostrárselo que regándole los pies con sus lágrimas, con sus cabellos y con un perfume. Simón también había escucha-do algo sobre Jesús, y Jesús también había tocado su corazón, y por eso se atrevió a invitarlo a su casa. Pero la acción de la mujer pecadora con Jesús y la de Jesús con la pecadora, lo superó. No podía concebir que Jesús tuviese ese trato con la pecadora. Y Jesús, tuvo que explicarle a Simón que había venido a ofrecer a los pecadores su amor y su perdón. Jesús juzga las acciones de la mujer que le demuestra arrepentimiento y amor, y las del fariseo, a quien le importaba tener a un personaje famoso sentado a su mesa más que evidenciar su amor verdadero. Entre Simón y la mujer hay una gran diferencia. El amor hizo que Jesús, con su perdón, le cambie la vida a la mujer. Mientras, Simón se quedó en la ilusión de las falsas apariencias. ¿Con qué personaje del evangelio me identifico más? ¿cómo reconozco y agra-dezco la misericordia de Dios?
Viernes 18 de setiembre
Lucas 8,1-3: “Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades…”
Los Doce Apóstoles y las mujeres que acompañaban a Jesús, no formaban el séquito real que se habría esperado para el Rey Mesías. El grupo de pescadores, publicanos y mujeres, todos pobres, socialmente marginados y de escasa formación religiosa, distaba mucho de lo que se suponía normal y aceptable para los judíos, pero era a la vez un testimonio de la in-sondable sabiduría y el proceder de Dios.
En Jesús se ha abierto el Reino de Dios en forma definitiva para todos: tanto pobres y margi-nados, como prominentes y poderosos. Y cuando se van derrumbando las barreras de las limitaciones humanas, va surgiendo el gozo, el deleite y el júbilo por el amor de Dios, cuyo resplandor disipa la oscuridad de nuestras limitadas expectativas. El Espíritu Santo nos enseña la verdad de Jesús. Esta verdad, las realidades y los pensamientos de Dios, no son cosas que podamos conocer por nuestros propios medios; es algo totalmente diferente a nuestros pensamientos; por eso necesitamos que el Espíritu Santo nos guíe hacia toda la verdad. Pidámosle, pues, al Señor cada día. la sabiduría y el conocimiento que solo vienen de Dios. “Señor Jesús, quita de nosotros las ideas preconcebidas y prejuicios, para que aprendamos a pensar como tú piensas, amar como tú amas y preferir los caminos y los planes que tú has ordenado desde antes de todos los tiempos.”
Sábado 19 de setiembre
Lucas 8,4-15: Lo que cayó en tierra fértil son los que retienen la palabra, y dan fruto gracias a su constancia”
Una parábola no es una simple comparación. La parábola busca cuestionar, preguntarnos, y hasta confundirnos. Y lo notamos en esta lectura. ¿Qué sembrador se arriesgaría a tirar semi-llas en lugares donde no crecerá nada y desperdiciar de este modo la simiente? Y la res-puesta debería ser: ninguno. Y aquí es donde resalta la fuerza de la predicación de la palabra, que como semilla sembrada, siempre buscará una tierra para crecer. Como bien explica Jesús, Él es el sembrador y la semilla es la Palabra de Dios. Hay algo que no debemos perder de vista y es que la Palabra de Dios es semilla fecunda, capaz de germinar y de dar frutos de vida eterna. Si no hay cosecha, el problema no es de la semilla, no es de la Palabra de Dios, sino de la tierra donde cae esta semilla. En este sentido el texto es muy claro al mostrar los cuatro tipos de tierra diferentes. Miremos en nuestro interior y preguntémonos qué clase de terreno somos y si verdaderamente estamos asumiendo en nuestra vida la Palabra de Dios para que dé fruto, al ciento por uno, como nos dice Lucas.
En este mes de la Biblia, preguntémonos ¿Cuáles son los frutos que la Palabra de Dios está produciendo en nuestra vida y en nuestra comunidad?
Domingo 20 de setiembre (25º durante el año) Jornada nacional de oración y reflexión contra la trata de personas
Mateo 20,1-16: “Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña”.
En el Evangelio de hoy Jesús nos cuenta una parábola de un propietario que sale a buscar trabajadores para su viña. Sale bien temprano a la Mañana, al mediodía y al caer la tarde. Y a todos les hace esta invitación: "Vengan ustedes a trabajar en mi viña".
Sin duda en este Evangelio se nos remarca la gratuidad de Dios que a todos los trabajadores – tanto los de las primeras horas como los de la última – les da la misma paga.
Nos vamos a quedar con esta invitación de Jesús: "Vengan ustedes a trabajar a mi viña". Es una palabra que se dirige a todos nosotros, a todos los bautizados. La Iglesia necesita que todos los cristianos tomen el protagonismo de la misión. La Iglesia necesita cristianos prota-gonistas, entusiastas, cristianos que arriesguen sus vidas por Jesús y por los valores del Evangelio.
Nadie se puede quedar afuera de este trabajo en la viña del Señor, todos tenemos algo para aportar, un don, una virtud, todos tenemos esta llamada del Señor, por eso esta invitación:
"Vengan también ustedes a trabajar a mi viña".
En este mes de la Biblia aprendamos un método de escucha de la Palabra que en-seña la parábola del sembrador: ella es para todo terreno; solo debemos tener un corazón bien dispuesto para pensar cada enseñanza en relación con nuestra vida personal, familiar, social; luego, retener ese mensaje, que no sea “flor de un día”, en-tusiasmo pasajero; para dar frutos, sobre todo de caridad, justicia, paz, solidaridad; y ser constantes para volver a escuchar la Palabra y decidir con la Palabra sembrada en el corazón. ¿Nos animamos a escuchar la Palabra con el método de la lectio divi-na?