23° SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Lunes 9 de setiembre
Lucas 6,6-11 “Yo les pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla. Y mirándolos le dijo al enfermo: Extiende tu mano. Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
Una de las actitudes que Jesús rechaza con más fuerza es la hipocresía. Es la actitud de la gente que quiere aparentar que son buenos, inteligentes o rectos, para luego comportarse al contrario de lo que profesan ser. Esta es la actitud de los escribas en este Evangelio. Jesús llama al hombre enfermo para hacer una obra buena en él. Los escribas quieren acusarle por curar en sábado, que estaba prohibido por la Ley de Moisés.
Jesús les pregunta si es lícito o no hacer el bien en sábado. Era obvia la respuesta, pero por querer acusar a Jesús, callan. Como si no supieran qué responder. Lo sabían, pero callaron para no tragarse sus propias palabras de prohibición de la Ley. Para seguir aparentando que lo sabían todo, que aplicaban la ley al pie de la letra, que eran justos y no pecaban en su comportamiento. Pero pecaban en su corazón, lleno de soberbia e hipocresía. Eso era lo que más disgustaba a Jesús. Pero al mismo tiempo era lo que le daba más tristeza. Porque Jesús vino a salvar a todo el mundo. Pero necesita nuestra colaboración, que nuestro corazón esté desprendido de nuestro egoísmo para que pueda acoger los criterios de Cristo, que es el amor, la generosidad, la dona-ción personal, y sobre todo la humildad de corazón.
Martes 10 de setiembre
Lucas 6,12-19 “ Jesús subió a la montaña a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles…”
El Evangelio narra la elección de los Doce apóstoles. Era una decisión importante, que no podía hacerse con prisas y a la ligera. Necesitaba dedicar una noche entera para consultarla con su Padre. Jesús llama a los discípulos y los llama por su nombre, como nos ha llamado a cada uno de nosotros, luego Jesús baja a la llanura y la muchedumbre que lo sigue y busca porque quieren encontrar en Jesús la salvación, curación del alma y el espíritu…muchos lo escuchan con atención y Jesús comienza a tocar a esa multitud que tiene sed de Dios y comienza a sanar sus enfermedades… termina este Evangelio con unas palabras que para nosotros tiene que ser mo-tivo de esperanza, toda la gente quería tocarlo porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos y es real, ¡esa es una certeza de fé, sabemos que para el Señor nada es imposible, todo lo que es imposible para nosotros no lo es para el Señor, él tiene una fuerza sanadora y transformadora que nos libera y nos devuelve la alegría, nos llena de paz y amor!
Pidamos al Señor en este día, que nos ayude a poder tener un momento sagrado y de encuentro personal con Él y poder fortalecernos, anunciar y llevar su reino allí donde Él nos envíe.
Miércoles 11 de setiembre
Lucas 6,20-26 ” Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios.
En su Evangelio, San Lucas presentó algunas de las enseñanzas más conocidas de Jesús en un estilo similar al del Sermón de la Montaña. Sin embargo, el sermón “del llano” que leemos en Lucas es bastante más corto y se dirige al público que recibiría el escrito: cristianos de cultura griega, de clase media, preocupados de cómo atender a los pobres, defender la justicia social y demostrar compasión y misericordia.
En el Antiguo Testamento se hablaba una y otra vez de la especial preocupación de Dios por los pobres, los necesitados y los que pasaban hambre. Los propios profetas habían sufrido graves persecuciones y sin embargo Dios les había prometido paz y prosperidad. Habían padecido por servir a Dios, y por eso Jesús enseñó que los perseguidos serían bienaventurados, siempre que sufrieran “por causa del Hijo del hombre.”
Jesús no pidió que sus fieles se desprendieran absolutamente de todo o que ayunaran todo el tiempo. Lo que le preocupaba, como se deduce claramente del Evangelio según San Lucas, era que alguien se negara a compartir sus bienes con los necesitados, porque cada uno debe amar y servir a su prójimo. ¡Este es el Reino de Dios!
“Por causa del Hijo del hombre”: Esta es la clave. Si nos esforzamos por servir a Dios haciendo aquello que sabemos que es lo correcto, podemos tener la certeza de que el Señor nos bendecirá. “Todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron” Esto es lo que el Señor quiere que hagamos: ser compasivos, generosos, bondadosos y hasta sufrir por causa del Reino. Él es nuestro modelo y podemos imitarlo por el poder del Espíritu Santo que habita en nuestro corazón.
“Jesús, Señor mío, enséñame a ser generoso como tú y ser solidario con quienes sufren. Quiero tener parte en tu gozo y en tus bendiciones trabajando para edificar el Reino de Dios.”
Jueves 12 de setiembre Santo nombre de María (ML)
Lucas 6,27-36 “Sean Misericordiosos, Como El Padre De Ustedes Es Misericordioso”.
El evangelio de hoy nos hace una invitación a amar sin ninguna distinción, amigos y enemigos por igual. Algo absolutamente exigente y difícil para el pueblo que lo oye; se trata de un imperativo que manda o que expresa mandato u obligación. Mandato conforme al actuar de Dios que es siempre bondadoso y rico en misericordia. Este texto contradice completamente el pensamiento humano sobre los enemigos y el perdón. Deletrea la forma en que Dios hace las cosas, sin hacer nada contra nosotros a pesar de todas nuestras fallas. Así es como Jesús vivió, así es como murió por sus ejecutores.
El amor del que habla Jesús, no es solamente emoción: es un compromiso de la voluntad. Es ilimitado y nos incluye a todos, buenos y malos por igual. Este es el verdadero Amor que libera al mundo del estancamiento del odio, juicio, culpa, recriminaciones y violencia. Es un amor activo basado en ir una milla más allá. La medida del amor es amar sin medida.
Nuestro mundo puede transformarse si tomamos en serio las palabras de Jesús. Nuestra tarea es colaborar con Él, y vivir en un nivel de amor más alto que lo que nos imaginábamos como posible. Estamos llamados a ir más allá de amar al prójimo como a nosotros mismos, más allá de amar solo a los que nos aman, más allá de amar solo a la gente simpática. ¡Debemos amar a nuestros enemigos, hacerles el bien, rezar por ellos, desearles el bien!
Viernes 13 de setiembre San Juan Crisóstomo (MO)
Lucas 6,37-42 No condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Muchas veces nuestro egoísmo nos hace ver con mayor detención y facilidad, las faltas de nues-tro prójimo. … agrandamos las de ellos y disminuimos las nuestras. Todo esto hace necesario un examen de conciencia; tal vez así, podríamos darnos cuenta del dolor que nosotros mismos provocamos a quienes están a nuestro alrededor o en nuestros comentarios. De lo contrario, seguiríamos en la dinámica de ceguera de la que nos habla el evangelio de hoy; transformándo-nos en ciegos, guiando a otros ciegos por caminos peligrosos. Hoy el Señor nos recuerda que si queremos recorrer sus caminos (que conduce a la santidad, al Reino de los Cielos), debemos mirar nuestra vida… y hacer el firme propósito de no juzgar la actuación de las personas con las que compartimos la vida, porque muchas veces nos equivocamos y caemos en serias injusticias e incomprensiones. Hoy, más que nunca necesitamos darnos cuenta de nuestras actitudes y lo que ellas pueden estar significando para los demás; necesitamos pedirle al Señor que nos enseñe a no caer en la crítica o el juicio fácil, que logremos tratar a los demás como Él nos trata: comprendiendo nuestras limitaciones, disculpando nuestras faltas, poniendo atención a nuestras necesidades, ayudándonos a ser mejores, porque nos ama.
Mirando nuestra vida ¿a quiénes juzgamos o criticamos con más rapidez ¿Qué cegueras debe-mos corregir en nuestra vida?
Sábado 14 de setiembre Exaltación de la Santa Cruz (F)
Juan 3,13-17 “… Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.”
El evangelio que nos invita la Liturgia a meditar, tiene que ver con la fiesta que estamos viviendo, la “Exaltación de la Cruz.” Ese signo tan importante para nosotros como creyentes, como cristia-nos, como discípulos de Jesucristo. Jesús, cuando llama a sus discípulos les dice : “El que quiera venir detrás de mi, que renuncie a si mismo, que cargue con su cruz y cada día me siga.” Es decir, que en la cruz nosotros encontramos el sentido y el valor a nuestra fe, a nuestro ser cris-tiano, a nuestro ser creyente. Es desde la cruz en donde Jesús nos da muestra de su amor total y gratuito para cada uno de nosotros. Ese amor que el Señor nos propone, es un Amor que nos Salva, es un Amor que nos Plenifica, es un Amor que es traspasado en la cruz, pero que no se queda en la cruz sino que se plenifica en la resurrección. Para poder llegar en la Pascua del Se-ñor, necesitamos hacer el camino de la cruz.Jesús, le da un nuevo sentido a nuestra cruz, a nuestros pesares, a los momentos difíciles que nos toca vivir en la vida. Es Jesús quien va abriendo caminos con su ayuda, con su gracia aliviandonos la carga. Pidámosle al Señor en este día, que al mirar la cruz podamos descubrir la grandeza del amor que Dios nos ha tenido, ese amor que nos amo primero y que nos invita a cada uno de nosotros a tener una respuesta de amor. Que al mirar la cruz podamos comprometernos con el seguimiento, con el anuncio del Re-ino, sobre todo entregando toda nuestra vida asi como lo hizo Jesús.
Domingo 15 de setiembre (24° durante el Año)
Lucas 15,1-32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”
Dios es amor que se transforma en misericordia; esto es lo que se desarrolla en la parábola pre-sente en el evangelio de hoy…Con esta parábola Jesús revela su experiencia de Dios como Pa-dre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor; la diferencia de este amor la impone la forma de reaccionar de los dos hijos. El mayor cree que ha hecho los méritos suficientes para ganarse todo el amor del padre, porque no ha fallado en ninguno de sus mandatos y por tanto tiene que ser recompensado, mientras que la conducta del menor, debe ser castigada. Lo escandaloso, lo incomprensible de la parábola es comprobar que el hijo menor es quien acapara el amor del Padre a pesar de todo lo que ha hecho. El hijo menor pensó en cómo presentarse y en las palabras de arrepentimiento que diría. Pero el padre no quiere escuchar nada de eso, es tal la alegría de tenerlo de vuelta que el pecado queda atrás. El padre sólo quiere disfrutar de esa presencia y celebrar la fiesta. Así se alegra Dios cada vez que volvemos a él.
Hoy nos podemos preguntar ¿Cuál es la imagen de Dios que tengo hoy? ¿Ha cambiado a lo largo de los años? Es una imagen de misericordia o de juez a nuestra medida? ¿Qué imagen co-munico?
Jornada nacional de oración y reflexión contra la trata de personas.