LITURGIA SEMANAL - 3ª SEMANA DE PASCUA


3ª SEMANA DE PASCUA


Lunes 2 de mayo   San Atanasio   Obispo y Doctor de la Iglesia  (MO)



Juan 6,22-29:   “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado”.

La multitud que seguía a Jesús era claramente perseverante. Muchos de ellos habían sido testigos de la curación de los ciegos, los cojos y los enfermos, y todos ellos habían comido el pan multiplicado milagrosamente el día anterior. Y ahora, cuando Jesús desapareció de su vista, trataron de buscarlo por todas partes hasta que lo encontraron al otro lado del lago.
Cuando encontraron a Jesús, le preguntaron cómo había llegado al otro lado del lago, ya que no faltaba ninguna barca. Pero Jesús decidió no contestarles directamente, sino que les dijo algo más acerca de su propia identidad. Jesús quería llevarlos a la fe en su Persona como Hijo de Dios y Pan de vida.
El milagro de la multiplicación de los panes era un preludio del milagro más profundo del don de su Cuerpo y de su Sangre, que sería capaz de comunicar la vida eterna a todos los que creyeran.  “La única obra que Dios quiere es que crean en aquel que él ha enviado”. No era fácil escuchar estas palabras, porque la gente quería ver signos visibles para no tener que afrontar el desafío de la fe, algo en lo que nosotros caemos muy fácilmente también. La fe no es siempre un camino fácil. Cuando la vida es buena y estamos recibiendo muchas señales palpables del amor de Dios, es fácil creer; pero es en el mar tempestuoso de la vida donde tiene que crecer nuestra fe.
 “Jesús, Señor, fortalece el don de la fe que tú nos has dado, te lo rogamos, y ayúdanos a buscarte siempre a ti en todas las cosas.”

Martes 3 de mayo   Santos Felipe y Santiago Apóstoles  (F)



Juan 14,6-14: “Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto».

Hoy recordamos a dos apóstoles del Señor: Felipe y Santiago. Dos personas que escucharon la llamada de Jesús y le siguieron dejándolo todo. Desde el primer día estuvieron con Jesús y lo acompañaron por los caminos de Galilea, oyendo todo lo que el Maestro decía y viendo todos los signos y milagros que hacía. En ese ‘día a día’ con el Señor aprendieron quién era Jesús, cómo se comportaba con la gente, cuáles eran los motivos que le movían a hacer las cosas. En ese día a día fueron descubriendo también para qué les había llamado el Maestro; fueron dándose cuenta de la importancia y grandeza del Mensaje de Jesús para los hombres y cuál era su papel en la transmisión de ese Mensaje.
Seguir a Jesús es hacer un camino con Él –“Yo soy el camino”-, un itinerario de búsqueda constante; de ir continuamente a más. El discípulo tiene que salir de sí hacia el otro, dejar redes, casa, familia e irse convirtiendo progresivamente en seguidor del Maestro. Vivir un proceso de desinstalación para llegar a instalarse solamente en Jesús. Y eso se logra en el día a día de nuestra vida. Hoy hay muchas personas que quieren conocer al Padre como Felipe, “muéstranos al Padre”-, pero no por lo que otros dicen, sino tener una experiencia personal de Él. Y los cristianos que están verdaderamente unidos a Jesús, que viven una profunda experiencia de amistad con el Señor, pueden ayudar a mostrar el rostro del Padre al mundo. La vida de los cristianos es un testimonio inconfundible, de tal manera que “quien los vea, lo vea a Él”.

Miércoles 4 de mayo
Juan 6,35-40: “Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen. Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió.”.

Dentro del discurso del Pan de Vida, Jesús hoy se autodefine diciendo: ‘Yo soy el pan de Vida’ A esta solemne presentación, le siguen dos afirmaciones terminantes que tienen que ver con la fe: si creemos en Él, jamás tendremos hambre y jamás tendremos sed. La palabra ‘jamás’, en labios de Jesús es terminante y definitiva.
Hoy debemos apropiarnos estas palabras y abrirnos a la fe en Jesús que realmente es el pan de vida, para nunca tener más hambre y sed. La imagen es bien gráfica y busca fortalecer nuestra capacidad de ir constantemente al encuentro del Señor para tener vida en su nombre.
Ante el hambre y la sed de diversos tipos que experimentamos los seres  humanos, Jesús nos invita a creer en Él para ser saciados.
Señor, concédenos la gracia de aprender a dialogar contigo, abriendo nuestro corazón a tu Palabra para recibir la vida que nos ofreces. Queremos ir a ti Señor,, contemplar tu persona, y tu verdad, para vivir de verdad

Jueves 5 de mayo     Primer jueves

Jun 6,44-51: “Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.  Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.

Decir que quien cree en Cristo no tendrá más hambre o que quien lo recibe no muere significa que unidos a él superaremos muchos límites humanos, saciamos nuestros deseos más profundos y nos liberamos de nuestros temores más grandes: hallamos una plenitud de vida que nadie nos podrá quitar, ni siquiera la muerte, con tal que aceptemos depender siempre de Jesús que nos alimenta por dentro.
Reconozcamos que en lo más hondo de nuestro ser somos hambrientos, necesitados; que allí no podemos llegar nosotros solos, sino Jesús; que sólo él tiene el alimento que puede fortalecer ese centro profundo de nuestra vida frágil y enfermo. Busquemos el alimento de eternidad.
Señor, reconocemos que tú eres nuestra vida, que tú eres el alimento que nos da la vida verdadera, que sin ti nuestra vida se enferma en la mediocridad y los miedos. Confiamos en ti, Señor, Pan de Vida, vamos a ti para escucharte y recibir tu alimento.

Viernes 6 de mayo     Primer viernes
Juan 6,51-59: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo»…  «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?». Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes..”.

En el Evangelio de hoy encontramos la sección conclusiva del discurso del ‘Pan de vida’. Jesús  se presenta como el alimento que produce la vida que viene de Dios. Hoy Jesús afirma: que se ha de comer la carne del Hijo del hombre y beber su sangre; que si no se comulga no se puede tener vida; y que esta vida es la vida eterna y es la condición para la resurrección.  ¿Qué nos dice a nosotros todo esto? Hoy se nos invita a entrar en comunión con El Señor, comer su carne y beber su sangre, lo que significa, en definitiva, entrar en una común-unión con la forma de actuar de Jesús, con su forma de ser humano, con su forma de amar, de pensar, con su adhesión al Padre. Especialmente hoy, en estos tiempos difíciles, pensar en Jesús que se ofrece como pan partido para la vida de los demás, puede ayudarnos a pensar en dónde y en cómo nosotros celebramos cotidianamente la fracción del pan, en donde y como nos estamos haciendo pan para los demás.
¿Qué significa para mí comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo? En este día, pidamos al Señor que nos permita reconocerlo en nuestro caminar y entrar en comunión con él.
 
Sábado 7 de mayo     Primer sábado
Juan 6,60-69: “Jesús preguntó a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?».  Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.
Las palabras de Jesús causaron una división entre sus seguidores y algunos dejaron de seguirlo. Seguir a Jesús es caminar hacia adelante con fe. Es decir, pase lo que pase, te seguiremos porque “Tú tienes las palabras de vida eterna”. Justo cuando Jesús se hubo revelado a sí mismo totalmente, cuando estaba muy vulnerable, la gente lo abandonó.  Jesús se vuelve hacia sus más cercanos mientras está perturbado por ser rechazado por todos. “¿Uds. también quieren irse?” Debe haber sido un gran alivio, y una confirmación, escuchar la respuesta de Pedro: ”Señor, ¿a quién podemos ir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Pedro, a pesar de sus numerosas caídas, nos deja esta frase memorable: Señor, ¿a quién vamos a acudir?.
El regalo de Jesús es la Vida que sostiene nuestra vida humana. Él se hizo como uno de nosotros, para que nosotros seamos como Él. Sus Palabras nos guían a una calidad de vida que da sentido, esperanza y amor a todo lo que hacemos. Nadie puede dar lo que Jesús da..

Domingo 8 de mayo     JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Juan 10,27-30: “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre que me las ha dado es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa”.

Las   lecturas   que   se proclamarán este domingo ,  hacen  resaltar  la  figura  de  Jesús  como  el Buen  Pastor  que nos une, nos reúne y nos pide que escuchemos su voz y le sigamos. También celebramos hoy,   la   Jornada   Mundial   de   Oración   por   las Vocaciones. Tengamos presente a tantos hombres y mujeres, sacerdotes y consagrados que, a ejemplo de Cristo y por amor a Él, están dando su vida por la Iglesia por todo el mundo, y ello suscite en nosotros la urgencia de seguir  pidiendo  insistentemente  por  nuestros  jóvenes,  para  que respondan generosamente al llamado de Dios.
   

 

FAMILIA GIANELLINA ARTESANOS DE PAZ

SEMANA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES