LITURGIA SEMANAL - 2ª semana de adviento ‘B’

2ª semana de adviento ‘B’


Lunes 7 de diciembre   San Ambrosio. Obispo y Doctor de la Iglesia (MO)
Lucas 5,17-26  dijo al paralítico- a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”… se levantó, tomó su camilla y se fue alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo: “Hoy hemos visto cosas maravillosas”.

El evangelio de hoy es un texto riquísimo, incluso en los detalles; los personajes son tan fuertes como la situación de romper tejas, bajar camillas, etc. Hay un grupo determinado para un resultado milagroso – los amigos y el paralítico, y otro  grupo que quiere probar a Jesús está en medio de los dos. Fijemos la mirada en esos amigos «portadores de esperanza» que llevan la camilla del enfermo. Dejando de lado la curiosidad que significaba tener a Jesús en la aldea, prefirieron ayudar al amigo impedido. Ellos, seguramente ya conocían al Maestro y su confianza y fe en él era grande, por lo que no dudaron en vencer los obstáculos que tenían por delante para acercar al enfermo a Jesús. El Señor se tiene que haber sentido gratamente impresionado por la audacia de estos amigos que no se echaron atrás ante las primeras difi-cultades, ni lo dejaron para otra ocasión más oportuna. Es una gran lección para nosotros. En este tiempo de adviento se nos llama a una espera activa, pues en nuestro caminar, al igual que los amigos del relato, también encontraremos situaciones complejas, resistencias más o menos grandes, que estamos llamados a superar con fe y astucia para que se obre el milagro de Dios.
En esta segunda semana de adviento, llamados a ser portadores de esperanza, nos podemos preguntar ¿sería capaz de ayudar a «ese paralítico» que necesita de mi amistad com-prometida e ingeniosa? ¿Tengo tanta fe?

Martes 8 de diciembre  Inmaculada Concepción de la Bienaventurada  Virgen María  (S)
Lucas 1,26-38 El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”. .. el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. …”

Celebramos hoy, junto con la Iglesia universal, la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. "Esta significativa fiesta mariana se sitúa en este tiempo de preparación para la Navidad, caracterizado por la vigilancia y la oración. Tiempo en el que María nos acompaña y nos indica cómo hacer vivo y activo nuestro camino hacia la Noche Santa de Belén."  Y hoy el Señor nos anuncia, en las palabras del Ángel, la salvación que ya está cerca: su Hijo se hace hombre para que el hombre sea hijo de Dios. Y María es la mujer que acogió en sus entrañas a Aquel que se anunció durante siglos. Es la mujer que, transparente en cuerpo, alma, vida y actitudes, nos enseña que el camino para llegar a Dios no es otro que el de la confianza y la esperanza en Él.
Hoy damos gracias a Dios por este regalo inmenso de la Virgen María. Que  mirándola a Ella, nos animemos a dar un paso más en nuestra entrega, para tratar de vivir hasta donde poda-mos y sea posible, lo más llenos de esta gracia de Dios, que es la invitación de la Virgen en este día.

Miércoles 9 de diciembre
Mateo 11,28-30: Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.

Preparar el camino al Señor no es tarea fácil, exige esfuerzo y constancia. Esto trae frecuen-temente cansancio y desánimo, cuando las cosas no salen como deseamos y experimenta-mos las inquietudes que el profeta Isaías nos presenta hoy;  sin embargo nos recuerda que en el Señor podremos recobrar las fuerzas, continuar preparando el camino sin fatigarnos. Can-sado, agobiado, quemado son adjetivos que califican a muchos que trabajamos por llevar la buena nueva, preparar el camino del Señor y descubrir la desproporción entre los esfuerzos realizados y los escasos frutos recogidos, pero no todo está perdido ya que el Señor nos invita a “ir a Él” para comunicarnos su fuerza. Tomar su yugo y su carga es motivo de esperanza pues nunca nos dejará de atender y dar respuesta a nuestras necesidades, liberarnos de nuestras angustias y darnos confianza para vivir. El Adviento nos invita a no dudar nunca de Dios.  Cristo vino y sigue viniendo para consolarnos, fortalecernos y liberarnos de nuestros miedos y angustias.

Jueves 10 de diciembre
Mateo 11,11-15  No ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista. y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.

En el evangelio de hoy, Jesús opina sobre Juan Bautista. Por una parte Jesús elogia a Juan, “no hubo otro más grande que él”, pero casi en la misma categoría Él pareciera reducirlo de tamaño. “el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él”.
Juan se había presentado ante Israel como un profeta fuerte y vigoroso, similar al gran profeta Elías. Por eso, Jesús considera que en Juan se cumple la profecía de Malaquías, sobre la vuelta de Elías para preparar el día del Señor.
El Reino de los cielos no es cosa de débiles, sino de fuertes. Pero existe una fortaleza mayor que la mostrada por Juan, hasta el punto de que el menor en el Reino de los cielos, en los tiempos mesiánicos, es mayor que los más grandes profetas. Es la fortaleza del amor, la compasión y la misericordia, que realiza y cumple las profecías que anunciaron aquellos.
Juan preparó el camino para Jesús. Nosotros venimos más adelante, y estamos en la privile-giada posición de conocerlo a Jesús. Él no se nos impone. Debemos trabajar en ser cristianos, sin olvidar jamás que todo es regalo de Dios.
Señor, como Tú, mi vida está entrelazada con personas de todos los caminos que recorro. Cuando yo avanzo a través del día, permíteme oír Tu voz a través de los profetas de nuestro tiempo y acogerlos en mi vida.

Viernes 11 de diciembre
Mateo 11,16-19: No escuchan ni a Juan ni al Hijo del Hombre.”.

En el evangelio de hoy leemos dos ejemplos,  a los que hay que prestar atención. Habla pri-mero de Juan el bautista, que es el último de los profetas, que es enviado a anunciar a Jesús!. ¿Pero qué pasa? Tiene una forma de anunciarlo que es más estricto: no come, no bebe, tiene una disciplina rígida. En comparación con Jesús, que se juntaba con los pecadores…. Pero sin embargo, tanto uno como el otro son criticados.
La Palabra de Dios nos presenta este aspecto de “tomar conciencia”, de discernir, de darnos cuenta, de ver que en este mundo las cosas muchas veces son apariencias y lo más profundo no es lo que vemos de afuera, no es la cáscara. Está en nosotros querer ir a lo profundo de la vida, para descubrir qué es lo que Él Señor nos pide en este momento.
Busquemos VER con el corazón. Busquemos lo más profundo del mensaje de salvación que nos ha sido anunciado a todos y que nos llega a través de la Palabra de Dios, que sin duda es viva y eficaz y que nos puede cambiar la vida, si nosotros, con fe, creemos en Jesucristo.
Si nosotros con fe no solo creemos sino que obramos realizando obras de caridad, de amor a nuestros hermanos,  nuestra vida puede ser muy distinta. Y podemos comenzar a cambiar.

Sábado 12   Bienaventurada  Virgen María de Guadalupe    Patrona De América (F)
Lucas 1,39-48: Feliz de ti por haber creído.

Celebrar a la Virgen de Guadalupe es recordarnos que Dios se nos hizo tan cercano que la Madre del Señor se apareció en nuestra tierra, se apareció a lo más débil, a lo que menos valía a los ojos humanos.  Hoy es un día para confirmar que Dios se nos hizo tan cercano a nuestras vidas y es por eso que comparte con nosotros cada momento, cada situación. Que nos podamos sentir así; que Dios está tan cerca, que en su Madre lo podemos sentir a nuestro lado.
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu vida y tu salud? ¿No estás en mi regazo? No te apene ni te inquiete otra cosa” le dijo la Virgen a Juan Diego. Hoy es un día para reconocernos privilegiados, porque la Madre del Señor ha deposi-tado sus ojos y su corazón en lo más humilde de sus hijos.
Las palabras dichas a Juan Diego tienen tanto para recordarnos a nosotros. Nos re-cuerdan su Maternidad diciéndonos que es nuestra Madre. Sentirnos en su regazo no es más ni menos que volver a la niñez y sabernos así, niños frágiles y necesitados de alguien que nos sostenga. Y por último algunas palabras que nos vienen muy bien en estos tiempos: “No te apene ni te inquiete otra cosa” Quien tiene a Dios como su Señor, quién se sabe amado por Él, quién se sabe de tal forma acompañado por el amor materno de la Virgen, sabe que no hay nada por qué inquietarse, porque se sabe en las manos del Padre, que custodia su vida con inmensa ternura.  

Domingo 13  de diciembre     (3º de adviento B)
Juan 1,6-8.19-28  «Vino como testigo, para dar testimonio de la luz»

La liturgia del tercer domingo de Adviento nos habla    de la  figura  de  Juan  el  Bautista  ya   no como predicador de la  conversión,  sino  como  testigo  de  la  luz. El relato del evangelio  nos  ubica  en  Betania,  al  otro  lado del  rio  Jordán.  
“Dos partes de la primera página del evangelio de Juan están puestas a nuestra  considera-ción, la primera es un párrafo del Prólogo que retrata  a Juan bautista como el “testigo de la luz”, y la segunda retoma la primera  escena del evangelio en la que Juan muestra cómo lleva a cabo su testimonio. A la  pregunta ¿Quién eres? El  Bautista  confiesa, evitando cualquier  malentendido sobre su  persona  y su  misión, que  no es el  Mesías, el salvador  esperado.   Este testimonio  negativo en boca  del Bautista  es  una  auténtica confesión de  fe sobre la  mesianidad  de Jesús.  
El  Bautista explica  después  su  propia identidad y se  define a  sí mismo con las  palabras  del Segundo Isaías  “yo  soy  la voz  que  clama  en el desierto” y  prepara el camino del  Se-ñor.  Él  no es  la  luz   sino solo  una  lámpara  que  arde  y da  testimonio de  la  luz verdade-ra. Él  no es la  palabra encarnada, sino sólo  la  voz que  prepara el  camino  con  la  purifi-cación de los pecados  y  la  conversión de  corazón.  
Señor, haznos  lámparas que  alumbran  a  los  demás  y  haznos  voz que  invita  a los herma-nos  a  volver  al  desierto  para  prepararnos  al  encuentro  de tu  Hijo  que  nacerá  pronto  en  nosotros.