26º Domingo Tiempo Ordinario Ciclo C 29/9
El rico y Lázaro vivían en mundos opuestos, aunque estaban lado a lado. El rico jamás entró en el mundo del mendigo y ni siquiera creía que Lázaro fuera un ser humano, mucho menos su prójimo, con quien compartía la común condición humana. Era absolutamente indiferente al sufrimiento del pobre, y como lo escuchamos hoy, la indolencia puede ser mala consejera y separarnos de Dios.
El rico no le hacía daño al pobre ni lo explotaba; pero de todos modos terminó en el tormento del infierno. Fue condenado, no porque fuera rico, sino porque no compartió con el pobre. So-lamente vivió para sí mismo.
El pecado no es sólo hacer el mal, sino también no hacer el bien; es el pecado de omisión, de indolencia y, peor aún, de indiferencia. Esta es una parábola que no tiene un final feliz, al me-nos no para el rico, que es el personaje central.
INVOCACIÓN
Cuenta con la ayuda del Espíritu Santo para entrar en la onda del amor de Dios...
Espíritu Santo
Tú que eres Luz y Sabiduría
permíteme iluminar cada parte de mi mente,
corazón y espíritu con tu Palabra
para aplicarla a mi vida con sabiduría
según la Voluntad de nuestro Padre celestial.
Nadie como María te enseñará a abrir el corazón a la Palabra y la acción del Espíritu.
Dios te salve María…..
Paso 1. Disponerse: Abre tu Biblia y tu corazón a la escucha del Señor. Después, procura leer la Palabra, siguiendo estos pasos:
LECTURA Evangelio Lucas 16:19-31
“Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan’. ‘Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí’. El rico contestó: ‘Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento’. Abraham respondió: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen’. ‘No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepen-tirán’. Pero Abraham respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”.
Paso 2. Leer: LECTURA ¿Qué dice el texto que la liturgia propone para este domingo?
Pon mucha atención a lo que dice cada palabra del texto. ¿Por qué crees que Jesús cuenta esta historia a los fariseos? ¿Crees que la vida del cielo tenga que ver con la de la tierra?
El evangelio de hoy nos habla sobre dos hombres; uno era rico y el otro era pobre. Cuando murieron ambos, el pobre fue llevado al cielo y el rico al infierno. Desde allí el rico suplicaba a Abraham que enviara a lázaro, a que mojara un poco su boca con la punta de sus dedos ya que no podía con tanto tormento. Abraham contestó, tú ya has recibido tus bienes en vida y entre tú y nosotros hay un gran abismo.
Al ver el hombre rico, que no podía hacer nada por él mismo, pidió por sus hermanos, pero Abraham dijo, aunque resucite alguno entre los muertos tampoco se convencerán.
Es importante no olvidar ese momento del juicio que todos tendremos que vivir ante el Dios de la misericordia. Ahí tendremos que dar cuenta de nuestra vida, de nuestras obras, de lo que hemos amado o de las oportunidades que hemos perdido para amar…
Así, la vida y las obras del hombre rico y de Lázaro merecieron, a los ojos de Dios, un juicio distinto. Lázaro fue aceptado en la presencia de Dios (seno de Abrahán), el hombre rico que durante su vida prescindió de Dios e hizo de la riqueza su dios, fue condenado a una vida definitiva sin Dios. Éste es el mayor infierno.
Viéndose en el tormento el rico suplicó a Abrahán ser salvado y también pidió un milagro, un signo extraordinario que asegurara la conversión de sus hermanos: que Lázaro resucitado fuera a visitarlos.
La respuesta de Abrahán es contundente: la Palabra de Dios es el mejor camino que nos conduce a Dios y que posibilita nuestra conversión personal. Para los judíos esa Palabra se consignaba en los libros de Moisés y de los profetas. Para nosotros esa Palabra está contenida en toda la Sagrada Escritura. Para el hombre rico sus deseos de conversión llegaron de-masiado tarde. Mientras disfrutó de la vida en la tierra no se acordó de Dios. Perdió una opor-tunidad preciosa.
Paso 3. Escuchar: MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto?
Deja hablar al Señor en silencio.
¿Qué deja en tu corazón esta lectura?
¿Te enseña cosas sobre la vida después de la muerte?
El texto nos llama a practicar más las obras de misericordia pues debemos ser compasivos con el dolor y la necesidad corporal y espiritual de nuestros hermanos ya que debemos tener en cuenta que nuestro Padre nos espera en su Reino y solo de nosotros depende acompañarlo en Su Casa o, según nuestros malos actos, pasar por los tormentos del infierno.
Paso 4. Orar: ORACIÓN: ¿Qué le respondo a Dios a partir del texto?
Más que ideas y palabras, busca fiarte de quien te habla. ¿Qué te hace decir el mensaje de esta lectura al Señor?
Padre celestial permite que mi corazón se llene de amor y compasión por el dolor de mi her-mano, para yo obrar con misericordia y así poder acompañarte en el cielo. Amén.
CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el texto?
“Ahora él encuentra aquí consuelo, y tú el tormento.” Tengamos muy presente esta frase y re-pitámosla durante el día, para que así evaluemos nuestros actos y determinemos si estamos trabajando por nuestro consuelo o nuestro tormento.
Paso 5. Vivir: ACCIÓN, ¿CÓMO APLICO EN MI VIDA LA PALABRA DE DIOS?
¿Qué te sugiere esta lectura para tu vida de cada día y tu relación con la gente? ¿Cómo puedes contar a más gente que esta vida no acaba aquí?
• Pedirle al Señor que llene mi corazón de compasión para hacer las obras de miseri-cordia con las personas más necesitadas.
• En mi diario vivir siempre tener presente el «Escuchar y Obedecer» no anteponiendo mis intereses.
• Recordar que los bienes que hagamos en esta vida, nos llevarán a estar en el Reino de Dios.
• Dar al que lo necesita
• Siguiendo el mensaje de este texto del evangelio, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?
DA GRACIAS...
Puedes acabar este momento con una oración: expresa a Dios lo que has vivido, dale gracias por lo que te ha manifestado, y pide al Espíritu que te haga pasar de la Palabra a la vida.
Señor, concédenos la gracia de no ser indiferentes
e insensibles ante la necesidad de los otros.
Haz que tengamos compasión de los que menos tienen,
y seamos capaces de colaborar
para que vivan mejor, y más dignamente.
Ayúdanos, Señor,
a dar testimonio de nuestra fe en ti,
amando y sirviendo como Tú
Mes Misionero Extraordinario Octubre